Una recatada y miedosa institutriz (Kerr) es contratada para llevar la educación de dos niños huérfanos, en una enorme mansión en el campo... Basada en la inmortal novela de Henry James, no sólo ya una de las mejores películas de terror de la Historia del Cine, sino posiblemente la película definitiva acerca de lo que el séptimo Arte pueda tratar o decir sobre el mundo de los fantasmas.
Cabalgando por la impresionante, tétrica, enorme fotografía de Freddie Francis y con un guión soberbio, fabuloso, de Capote y Archibald, Clayton (aquí, punto absolutamente clave para bien, pues es también el productor) hace una puesta en escena maravillosa, calculada, precisa, perfecta, al servicio de una historia imponente y de unos personajes perfectamente construidos.
"Suspense" es una macabra nana de sutil ambigüedad (¿todo es verdad o es idea de la niñera y sus taras imaginativas?), única en su delicado a la par que irrompible esteticismo, de ritmo constante "in crescendo", que la hacen una experiencia irrepetible. "Suspense" es una reflexión formidable, de particular y magistral tino en su penetración psicológica en cada personaje (la niñera y los dos niños, chica y chico, especialmente el último, son algo para enseñar en las escuelas de cine y de la vida en general), acerca de la naturaleza de la maldad humana, que no entiende de edades ni de angelicales rostros.
"Suspense" hace de la sugerencia una virtud incontestable y se alinea, superándolas, a películas maravillosas de Tourneur ("La mujer pantera", "Yo anduve con un zombie") o al magistral Polanski de la inolvidable y terrorífica "La semilla del diablo"; "Suspense" trata de la escalofriante presencia de los muertos, de su alma y espíritu, de su cuerpo liviano y sus gélidos ojos de fantasmas eternos, en el miedoso mundo de los vivos.
Perfectas interpretaciones, estamos ante una obra indesmayable, redonda, que empalidece con su sola presencia y vigencia cinematográfica el grueso del mejor cine de fantasmas que hasta entonces y desde entonces se haya hecho. Una obra maestra que se cierra sobre sí misma, misteriosa, pero a la vez abierta e irresistible en su ambiguo y arrebatador magnetismo. Debe aparecer en cualquier antología minímamente seria; lo contrario es un atropello falsario y tendencioso.
Otro arrebato.