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Yo, Daniel Blake

Drama Por primera vez en su vida, víctima de problemas cardiacos, Daniel Blake, carpintero inglés de 59 años, se ve obligado a acudir a la asistencia social. Sin embargo, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo si no desea recibir una sanción. En la oficina de empleo, Daniel se cruza con Katie, una madre soltera con dos niños. Prisioneros de la maraña administrativa actual de Gran ... [+]
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Críticas 97
Críticas ordenadas por utilidad
25 de mayo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realista, austera, áspera, directa, rodada sin alharacas estéticas ni trucos de cámara, interpretada con sobriedad por actores desconocidos para el gran público, llena de crítica social, intencionalidad política y deseos de agitar conciencias. Maniquea si queréis, porque se pone sin ambages del lado de los integrantes de una clase obrera cada vez más empobrecida. Empeñada en colocar en la pantalla una realidad que se ve y se vive día a día en la calle: el paro, la pobreza, la precariedad laboral, el desmantelamiento de los servicios públicos, el limbo burocrático en que se deja, abandonados a su perra suerte, a los que no encajan en el sistema. En este caso un hombre con problemas de salud que no puede trabajar pero que tampoco puede cobrar ninguna prestación si no intenta encontrar trabajo, y una madre soltera con serios problemas para sacar adelante a su prole. Que se conocen, simpatizan, se echan una mano mutuamente, aunque a ninguno le sirva para salir realmente de sus problemas. De paso se ponen en cuestión las bondades de la digitalización obligatoria. ¿Qué ocurre cuando trámites vitales tienen que hacerse por Internet con la gente que no sabe o no puede usar Internet?

Es una de las mejores películas de Ken Loach. Y es, por supuesto, una película de Ken Loach, con todo lo que eso conlleva. Lo tomas o lo dejas.
elviajero
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5 de diciembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La reflexión que voy a hacer ahora seguro que ya se la ha hecho Ken Loach más de una vez porque su empeño en restregarnos por los morros la sociedad tan injusta e inhumana que estamos construyendo combinado con los premios recibidos y el respeto que su filmografía despierta, a mí incluido, da para ello.
¿Para qué sirve denunciar las injusticias vía cultural, vía periodística, vía activismo, si la sociedad de consumo monstruosa que hemos montado coloca la denuncia en un festival de cine, en una canal de máxima audiencia o en una ONG reivindicativa y a continuación le da un premio por ello…pero todo sigue como antes?
¿Ha terminado Ken Loach por decirse: Yo hago lo que tengo qué hacer y los demás que actúen de la misma manera? ¿Vamos al cine los espectadores a enterarnos pero no a implicarnos y a seguir igual de ajenos que cuando entramos?
¿Para qué me ha servido ver esta película? ¿Ha despertado alguna conciencia? ¿Vale, como se dice muchas veces, con que sólo un espectador se conciencie?
Soy bastante pesimista al respecto, así que debo quedarme con los aspectos meramente cinematográficos, obviando la parte reivindicativa que es, paradoja, el motivo de que este film se haya realizado.
La historia, ambientada en Inglaterra, se centra muy equilibradamente en dos de los grupos sociales más indefensos y desvalidos de la actual sociedad occidental, a no perder de vista que estamos sumergidos en el cogollo de lo que se ha llamado la sociedad del bienestar, que son las madres con hijos a su cargo y padre desaparecido, ¿Para cuándo una ley que persiga de verdad a estos irresponsables que traen hijos al mundo como si fueran perros o conejos y los penalice si no cumplen?, y las personas de edad tardía que ni están preparados para este mundo de ahora ni se les da la posibilidad de reinsertarse de otra manera.
La narración transcurre por los terrenos más cotidianos y habituales que suelen transitar estas personas. Vapuleados por la burocracia estatal que se limita a cumplir con una obligación, sin implicarse humanamente en ello, y si lo hace siempre hay un/una implacable trepa que llama al orden, y el mercado laboral que gracias a unas leyes creadas para facilitar la esclavitud y el servilismo más parece una trituradora de esperanzas que una herramienta de socialización y supervivencia, estas personas reciben de vez en cuando el calor de una organización caritativa o la solidaridad de unos vecinos o unos amigos que si te ayudan un poco más, se hunden ellos de tan precariamente que también viven. Así las cosas muchas veces se producen pequeñas explosiones y grandes claudicaciones, que es lo que se puede ver en la película, en las noticias, en los bancos de alimentos, en los polígonos durante las horas de descanso del personal que allí trabaja, en los bancos de algunos parques públicos, en las pateras en el Mediterráneo…en fin, por todos lados.
Por todos lados gente viviendo indignamente, sin esperanza, sin futuro, en unos países gobernados por unos poderosos que viven en el lujo más insultante. Dudo mucho que entre un siervo de la gleba y un señor feudal de la Edad Media hubiera más diferencia de vida que entre la que llevan algunos parados de hoy en día y un presidente de cualquier gobierno o empresa multinacional.
En un momento de la película, la protagonista le dice a Daniel Blake,
-Y no me des cariño, eso me mataría.
Y todo después de tanta revolución, ilustración y derechos humanos.
Eso es lo que cuenta esta película de Ken Loach por la que le han dado unos cuantos premios que él ha recogido.
¿No tendrá un poco la sensación de que se están burlando de él?
Yo, a lo mejor, la tendría.
Porque puede suceder que el escenario en el que le han dado el premio lo haya construido un grupo de obreros cobrando un salario de mierda. No lo digo yo, lo dicen en España los periódicos: Hay gente que a pesar de trabajar no sale de la pobreza…y en empresas con beneficios. Por eso digo yo, que puede suceder. Vayan a verla y sin salen asqueados de tanta denuncia inútil, sepan que no son los únicos.
Y si se preguntan qué hacer, ¿Qué tal empezar por votar pensando en los demás en vez de en uno mismo? Digo esto porque he visto esta película en una de las comunidades más pobres de España, en la que gana el PP desde siempre.
Casi no hablo de cine, pero es que Ken Loach me ha provocado.
Ken Loach también nos ayuda a una cosa: A entender a los descerebrados ingleses que vienen a disfrutar de nuestro país. Astillas de unos palos explotados.
cinefiloman
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18 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Ken Loach le da una dignidad especial a los personajes. Algo similar vi por el año 1998 con "My name is Joe". Daniel Blake es una persona del montón, un ciudadano común que cae en desgracia por sufrir un ataque cardíaco, y tiene la suerte de sobrevivir pero con diferente capacidad al menos en un principio que le impiden retornar a sus actividades anteriores como carpintero. Debe recuperarse de a poco pero con cuidados especiales que tal vez no se traducen en tener que usar una silla de ruedas o quedar con secuelas más visibles, pero su condición es delicada aunque no se note.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lassie
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15 de marzo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine siempre ha tenido un componente social muy fuerte, y como tal es importante que de vez en cuando sirva de herramienta para denunciar circunstancias ante las que la sociedad se muestra indefensa e indignada por los continuos abusos que llegan de las corporaciones o de la Administración. El cine británico tiene muchos ejemplos, y “Yo, Daniel Blake” se une para contar una historia que se sitúa allí, pero que podría ocurrir en cualquier parte.

Este es precisamente uno de los puntos fuertes de la película, el hecho de que la historia resulte cercana y comprensible para cualquier espectador. La película ofrece el punto de vista de una persona que se encuentra bloqueada en una situación burocrática insostenible, más común de lo que debiera, con lo que deciden dando vueltas sin solucionar nada. Esta cercanía convierte a la película en algo muy real, siendo el argumento muy posible.

Ken Loach también aporta su trabajo para dar ese toque personal, de un barrio cualquiera. La presentación de un protagonista que pasa de estar perplejo a resignado pasando por indignado es perfecta, narrando su experiencia de manera comprensible. Poco a poco el argumento desarrolla el personaje, que pasa por multitud de estados emocionales que le derrumban a cada momento. Además de este protagonista, la historia también se centra en una madre sin recursos con dos niños pequeños, todos envueltos en esa maraña de papeles y promesas incumplidas. Ambos protagonistas conectan y desarrollan una amistad a prueba de circunstancias. En general la película presenta una solidaridad incondicional entre la gente que aparece en pantalla, contrapunto de la poca ayuda que ofrecen los miembros del sistema establecido. Esta diferencia resalta de forma efectiva el mensaje que se intenta transmitir, dejando claras las intenciones del guion.

Con unas actuaciones muy cercanas y realistas, “Yo, Daniel Blake” retrata una sociedad que debe tirar de recursos propios ante la pasividad de las Administraciones para arreglar sus problemas, y que resulta totalmente creíble en los tiempos que corren. Una película universal que consigue que el espectador perciba los mismos sentimientos que tiene el protagonista en cada momento. Su final no es más que un epílogo tristemente anunciado.
Moody
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31 de marzo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lúcido, moderno e inteligentemente profundo drama británico sobre los alcances de crisis socioeconómica en los tiempos actuales, pero vista desde un veterano obrero que ya no encaja en el mundo laboral, ni tampoco en el burocrático sistema asistencial. Una fiel y maravillosa visión del descarte de trabajadores que ya no sirvan para reproducir la ganancia. Impecable actuación de Dave Johns.
El director Ken Loach y el guionista Paul Laverty logran una simbiosis neorrealista y actual sobre una temática socialmente innegable y un devenir burocráticamente detestable. La trama es una fiel pintura de la decadencia social para con aquellos que se caen del sistema, por viejos, por pobres, desocupados o desclasados; a los que el impacto de la crisis y el desprecio los pone en situaciones límites.
La cosecha de premios ha sido abundante por donde se la mire. Ganó la Palma de Oro en Cannes, mejor film británico en los BAFTA, mejor película extranjera en los César, mejor film europeo en los David di Donatello, mejor película en los Premios del Cine Europeo y premio del público de San Sebastián.
Didacticamente sentimental y con un humor simple e sensible, con aroma al mejor cine de Vittorio De Sica, la propuesta de Ken Loach se aggiorna para mostrar una realidad kafkiana desde la inconfundible óptica que lo que caracteriza; alcanzando momentos sublimes de empatía y emoción repleta de bronca.
Es imposible no querer acompañar y proteger a Daniel en su grafiteada embroncada, trompear a la insensible burocracia estatal orwelliana o querer abrazar de Katie en su hambre furtivo mientras se hunde en el penoso devenir hacia el peor de los infiernos sociales y familiares. Loach logra que la empatía por el dolor se reconvierta en conciencia social por su esbelta forma de contar en tono humanista historias sencillas de gente ordinaria. Aplausos de pie.

Calificación Fanaseriecine: 8 ½ sobre 10
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
fanaseriecine
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