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El fuego fatuo

Drama Alain Leroy, un francés alcohólico, casado con una americana, está a punto de terminar un tratamiento de desintoxicación en una clínica privada. Antes de enfrentarse de nuevo a la vida cotidiana decide visitar a las personas a las que estuvo vinculado en el pasado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
6 de agosto de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alain Leroy se cura de su alcoholismo en un sanatorio. Recibe la visita de una amiga de su esposa, quien permanece en Nueva York y hace tiempo que no se pone en contacto con él. Leroy, que sabe que pronto tendrá que abandonar la clínica, escapa a París para reencontrarse con antiguos compañeros de juerga.

Alain siente un gran vacío, se halla muy lejos de todo lo que le rodea, como si un halo invisible le separara de las cosas. “Yo no tengo angustias, doctor, tengo una angustia continua”. Los viejos amigos han pasado página, han dejado atrás los días de juventud y de bohemia, están casados, se han conformado. Las mujeres que pasan a su lado le traen de vuelta su fracaso con Dorothy, su incapacidad para conservarlas, algunas de la época de entonces le miran con lástima al comprobar en lo que se ha convertido.

Louis Malle tiene 31 años cuando rueda la cinta. Toma como inspiración la novela de La Rochelle, que adapta; el recuerdo de un amigo; y sus propias experiencias personales. Emplea una dirección armoniosa, elegante, imprime una suave cadencia que sólo interrumpe en momentos concretos, para subrayar la desolación de Leroy. Para algunas de las escenas por las calles de París utiliza largos travellings que reflejan una tensión a punto de romperse.

La narración está plagada de sutilezas, poblada de detalles: una fecha escrita en un espejo, fotografías, recortes de periódico, el teléfono, “El gran Gatsby”, la pistola. Conocemos parte del pasado de Alain gracias a retazos de conversaciones. Todo confluye para crear una sensación de abatimiento, de tristeza insuperable, de despedida.
Jackie Daytona
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21 de agosto de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre encerrado en su propia burbuja vital, sumido en un vacío existencial tras la etapa de recuperación en un centro de rehabilitación para alcohólicos. En el desarraigo deambula, arrastrando su apatía social hacia sus antiguas amistades y amantes de juventud, exponiendo la amarga moral de su existencia frente a las fútiles disquisiciones con que se encuentra. Una obra impregnada de angustiosa fatalidad, gracias a la esforzada interpretación de Maurice Ronet, aunque realizada con delicadeza en sus planos, limpios y suaves en sus movimientos de cámara.
Es un viaje al interior del alma enferma de este hombre, incapaz de sentir, amar, tocar... Los demás han evolucionado, se han adaptado mientras él permanece, ajeno al paso del tiempo, pusilánime ante la frustación de su vida anterior y los hechos se deslizan, inexorables, hacia la única salida posible de esa burbuja en la que se encuentra atrapado. Él tiene la llave que abre esa puerta...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Wellesford
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30 de marzo de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Articulada con un ritmo pausado, reflexivo y preciso, Malle habla de la pervivencia de la amargura, subrayando poco a poco los estados de ánimo del personaje que van naciendo de sus miradas y sus gestos más que sus actos. Es una película rodada cuando el cineasta estaba imbuido aún por el placer del encuadre. Se inicia con una fuerza visual intachable, Alain (Maurice Ronet) y una amante reencontrada están en la habitación de un hotel, el cineasta muestra primeros planos de la pareja abrazados en la cama, la maravillosa música de Erik Satie (otro inadaptado al mundo que le tocó vivir) expresa, como en todo el film, un extraño sentimiento de tristeza, de melancolía y de cierta ironía congénita a las tomas de postura del protagonista, son escenas de una prodigiosa sensualidad, escuchamos la voz interior de él sintetizando la situación, recurso habitual que ayuda al carácter introspectivo de la película que asumirá de forma radical.

Inspirada en la novela homónima de Pierre Drieu La Rochelle, casi una confesión autobiográfica del polémico escritor y aristócrata francés, vanguardista de la vida intelectual francesa en los años 30, simpatizante y colaboracionista con los nazis, durante la Ocupación. “Fuego fatuo” es adaptada por Louis Malle a la Francia de los años 60, es la crónica gris de un hombre que acaba de pasar una cura de desintoxicación alcohólica, tras un doloroso fracaso matrimonial. Una vez abandona la clínica se dirige a un París inhóspito y nocturno, para visitar a sus amigos y conocidos, buscando infructuosamente abrigo, complicidad o comprensión, porque lo que encuentra es una galería variada de seres fantasmales, ambiciosos, egoístas, decididamente estúpidos la mayoría y mediocres el resto. Escuchamos los pensamientos íntimos del personaje, escenas hirientes en las que el ritual de una burguesía desconcertante se ofrece en toda su salvaje hostilidad (la escena de la cena) van construyendo el descenso de este personaje sin rumbo y desorientado hacia el abismo, el amor ha muerto o quizá nunca existió.

Alain Leroy es un hombre frágil y angustiado, aunque vivió rodeado de mujeres que nunca le amaron, o él tampoco supo amar, ahora ni el sexo puede aliviar su dolor, que no es físico sino moral. Bien ayudado por las frías y grises tonalidades del operador Ghislain Cloquet, el film se va cargando de asfixia, Alain está terminando de leer la novela de Scott Fitzgerald “El gran Gastby”, otro ser triste y misterioso que no encontró la felicidad. Nuestro hombre guarda celosamente envuelto en un pañuelo de seda un objeto que le gusta acariciar como una joya o un tesoro liberador de su pesimismo existencial. “Dejaré sobre vosotros una mancha indeleble”. Es la película de Louis Malle, una historia urbana de miedo y hastío, la que mejor ha sabido retratar un estado de ánimo como es el dolor del alma.
Antonio Morales
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3 de octubre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duro e intenso drama que representa una de las grandes obras, aunque quizá no tan conocida, del movimiento cinematográfico Nouvelle Vague. No apuesta tanto por la experimentación visual como por ejemplo lo hacían ¨Al final de la escapada¨ de Godard, o la ópera prima del propio Malle ¨Zazie en el metro¨; ésta recurre a una historia y una forma de narrar más lineal.
¨El fuego fatuo¨ nos cuenta la historia de un hombre alcohólico en rehabilitación y su imposibilidad de reinsertarse en la sociedad y vivir su vida. Todo lo que antes tenía sentido para él ahora carece completamente, y por mucho que lo intente no puede volver a encontrárselo. Es algo que ha perdido y no volverá jamás.
A pesar de que el tratamiento por parte de Malle a la historia, intimista, sea más cercano a cineastas como Antonioni, hay en algunas escenas un tipo de montaje característico de la Nouvelle Vague donde se rompe el tiempo y el espacio. Y en el caso de ¨El fuego fatuo¨ resulta hasta apropiado para la historia, demostrando Malle que lo intimista y lo experimental pueden conjugar bien, sin desentonar en absoluto. Gracias a estas técnicas de dirección, al uso del blanco y negro y la gran expresividad actoral se crea una atmósfera oprimente, agobiante que dan credibilidad y fuerza.
¨El fuego fatuo¨ es una de esas películas en las que uno se introduce de lleno y no puede dejar hasta su tremendo final. Esta obra de Malle es tan abrumadora como excepcional. Muy recomendable.
Marcos Sastre
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7 de marzo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El fuego fatuo es la incandescencia blanca del alma oscura; la sensación de vacío interior que ninguna experiencia ni ningún recuerdo puede llenar; el frío que derrite los huesos y los pulveriza y los convierte en humo; el fuego fatuo es la mórbida y añorada sensación de que alguna vez anduviste muerto cuando te creíste vivo. Es el camino sin retorno hacia el fondo de tus abismos interiores, ese balcón negro adonde nunca te asomas y si lo haces sientes el vértigo del final sencillo y próximo. Es la caída de un ángel herido; es el recorrido eterno de un eterno castigo. Son los ojos inyectados en sangre de quien no conoce el amor ni la pasión ni la vida ni los sueños...los sueños sí, el sueño recurrente de sentirse liberado de sí mismo. Es mirar a un lado y a otro y encontrar que la vida de los otros cobra sentido a cada paso, a cada estímulo y no sentir envidia por ello, sólo querer tener la sensación de descansar. Por siempre jamás... eso es el fuego fatuo de louis malle, un viaje casi documental al alma apesadumbrada y triste de un vividor que ha consumido su juventud en días de vino y rosas, o eran cardos? y que aquello no volverá ni debe volver y que la única vía posible es la alternativa. Luois Malle no juzga, expone y describe y cada cual que se haga sus cábalas. Un ocho
angel
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