La otra mujer

Puede que ya lo sepamos, pero quisiera remarcarlo con motivo de «Otra mujer»: Woody Allen es un excelente director de actores y un maravilloso narrador de lo femenino. También es un gran director de la naturaleza humana, pero para esta película lo importante es la mujer y cómo la representa Allen.

A finales de los ochenta parece que no andaba en una mala época y de ahí que le salga una película esperanzadora pese a lo tremendamente cruda que es. Centrándose en las frustraciones femeninas, que por supuesto son universales, Woody Allen nos coloca delante de un espejo para que nos miremos. Esto de mirarse a un espejo es realmente duro. Porque puedes encontrar mucha felicidad pero también, de pronto, ver que esa mujer al otro lado no es la mujer feliz que creías ser.

Este ejercicio de autocrítica, de autoexploración, es el que lleva a cabo Marion, interpretada por una magnífica Gena Rowlands. Sentir o pensar, trabajo o maternidad, juicio o perdon, familia o soledad, son algunas de las dicotomías que «Otra mujer» plantea a través del universo femenino de Marion y los otros seres que la rodean, seres que hasta ese momento no comprendía o no se preocupaba por entender. A fin de cuentas, nosotros también somos la suma de lo que nos aportan quienes conocemos.

La figura paterna cobra aquí una dimensión esclarecedora y fundamental con un monólogo freudiano, en una ensoñación reveladora sobre lo que Marion sabe que es la verdad, esa verdad que su padre no dice en voz alta y que ella tiene miedo de afrontar. De nuevo la culpa y el arrepentimiento como motores humanos que nos elevan, al contrario de lo que muchos piensan.

Woody Allen nos conoce demasiado bien.

Sorprende, gratamente, que a diez años de "Interiors" Allen se saque de la manga "Another woman".

Ambas aguardan infinitud de similitudes: Protagonismo de una mujer madura, ambiente familiar opresivo y una estética común, repleta de tonos grises y pálidos, rozando la monocromía en paredes, muebles y ropajes, y que ambientan un estado psicológico opresivo y denso. Ambas cintas son parejas, podrían venderlas en pack si les diera la gana.

Volviendo a la estética, "Another woman" no solo ofrece tonos pálidos, también una resolución fotográfica sencilla pero efectiva, cercana, rozando el intimismo, para conversaciones susurradas que se desarrollan, entiéndase, a corazón abierto. Mientras, Allen, nos permite saltar entre el presente y el pasado, la realidad y el sueño, por medio de personajes que se entrelazan de forma surrealista, que saltan, en una misma escena, de la juventud a la madurez según se desarrollan sus recuerdos, o estos se vuelven más dolorosos. Un recurso sorprendente que aporta un cierto carácter psicoanalítico a la cinta, elemento, por cierto, también frecuente en el trabajo del director.

El resultado es una obra de espléndida madurez, muy abierta término formales, pese a lo opresivo de su desarrollo. Una cinta bien echa, inteligéntemente escrita, montada y dirigida.

Pese a la nota, no me ha parecido para nada una mala película. Al final le he puesto un 5 pero es una nota que puede cambiar (por suerte para arriba y no para abajo). Creo que es mejorable ya que Allen cuenta con una historia con posibilidades de desarrollarse de manera notable y aunque Allen sabe hacerlo, por el camino, bien es cierto, te aburre un poco. Y "Otra mujer" tiene varias incuestionables virtudes. A destacar el grupo de actores con los que rodó Allen, especialmente a Gena Rowlands y los papeles de Gene Hackman y de Ian Holm, y una banda sonora muy clásica y preciosa muy acorde con el tipo de película que estamos viendo. También un par de escenas brillantes (esa escena totalmente oscura en que Gena Rowlands y Gene Hackman habla con una preciosa melodia de fondo) y que su duración es escasa. Pero también se hace algo pesada, el ritmo no es el adecuado y algunas escenas no me dicen nada.

Más o menos estoy de acuerdo con la opinión que da Jastarloa de la película. Y por supuesto prefiero al Woody Allen cómico que al Woody Allen dramático (aunque tenga películas tan apreciables como "Maridos y mujeres", "Septiembre" o "Match Point"). Pero sí, creo que esta historia en manos de otro director que le hubiera podido sacar más jugo, sería una película mejor.

He vuelto a ver, años después, esta peli de Allen a la que no sé por qué le tenía cierta manía.
Y joder... Lo he flipado.
No sé si es porque ahora muchas de las reflexiones, extremadamente serias y seriamente tratadas para ser de Woody Allen, las comparto y me atacan en noches de insomnio como a la estupenda protagonista, una gélida Gena Rowlands que expresa sin expresar y habla sin hablar mientras filosofa sobre lo intrascendente y lo ajeno.
En Otra Mujer el director habla sobre todo de la incomunicación forzosa. De la soledad rodeada de gente, del sentimiento de vacío cuando todo está aparentemente lleno. Y lo hace a través del devenir de una filósofa que empieza a asumir la imagen que proyecta en los demás y lo diferente que es de la que entendía como propia. Y ahí radica lo angustioso de la cinta. Nos rodeamos de gente a la que inocentemente criticamos, sin darnos cuenta, sin mayor finalidad que asentar una serie de prejuicios e ideas. Pero no somos conscientes generalmente de que toda la gente que nos rodea, la que nos ama y nos odia, nuestra familia y amigos, tiene una opinión de nosotros que puede ser radicalmente opuesta a la que deseamos dar, aquella que ya inconsciente y repetitivamente no nos cuesta ningún esfuerzo elaborar y nos es natural.
Bueno, que divago...
He vuelto a ver, años después, esta peli a la que tenía manía, y ya sé por qué. Por su frialdad y actitud distante, por su pedantería y seriedad.
Justo lo que hoy me ha emocionado y conmovido.
Y conmovido escribo ésto, porque aunque he pasado los 30 sin crisis, no quiero llegar a los 50 como la prota y ser devorado por la catástrofe de vivir una vida perfecta sin sentirla.
A veces, no siempre, es ideal una vida menos perfecta pero tangible.
Lo mejor: Gena Rowlands, sin duda.
Lo peor: Estos años maniáticos.

Por muy controlada que creas tener tu vida, en cualquier momento, actuando como desencadenante cualquier nimia circunstancia, todo se pondrá patas arriba. Da lo mismo que seas una persona metódica, desordenada, con fuertes convicciones, veleta, racional o inconsecuente. El cataclismo puede producirse sorpresivamente, porque los seres humanos tenemos afirmados nuestros sentimientos sobre una enorme falla que cabalga sobre el filo de una hoja de afeitar.

Intimista propuesta de Woody Allen que en esta ocasión apenas si permite a sus personajes un atisbo de satisfacción. Como es habitual en las obras serias del neoyorquino, la sonrisa es un bien caro y por tanto escaso; en cambio, deja claro que, la hipocresía y la ambición son eternos y negativos valores al alza.
La introspección es tal que nos parece estar viendo en el guión la propia mano del sueco Ingmar Bergman
Gena Rowlands está muy convincente y nos traslada su inevitable tristeza, esa que acompaña al éxito, a la inteligencia y a la constante sospecha de habernos equivocado hagamos lo que hagamos.