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Disparos sobre Broadway

Comedia David Shayne es un autor teatral fracasado que, por fin, consigue financiación para una de sus obras. Pero a cambio tiene que aceptar una condición: darle un papel secundario a Olive, la incompetente novia del productor, el gángster Nick Valenti. Olive acude a los ensayos acompañada de su guardaespaldas Cheek, que, lejos de limitarse a vigilarla, se permite sugerir cambios para mejorar la obra. A fuerza de ceder a los consejos de Cheek, ... [+]
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Críticas 78
Críticas ordenadas por utilidad
30 de noviembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa comedia de un Allen en estado de gracia (justo después de “Maridos y mujeres” y "Misterioso asesinato en Manhattan" y antes de “Poderosa Afrodita”).
Un guión más que brillante que no deja de evolucionar y de girar desde prácticamente el primer minuto de metraje es el arma principal con el que Allen deslumbra y enamora, construyendo una delicada comedia de enredo y situaciones digna del mejor cine americano de los años 40-50, con unos personajes absolutamente complejos que de tan perfectamente dibujados se acercan al estereotipo, una ambientación maravillosa que une de modo fantástico dos ambientes y mundos tan apasionantes y dispares como el Broadway de los años 20 y el mundo de la mafia.
Los temas que fluyen en la trama son algunos de los más recurrentes en la filmografía de Allen: problemas de pareja, inseguridad vital, incapacidad creativa, infidelidad… pero todo ello pasado esta vez por un filtro de agudeza, de buen humor y de vitalidad, que dejan la sonrisa en la boca de una manera más inocente que en otras de las cintas de Allen de corte melodramático similar (Annie Hall, Manhattan, La rosa púrpura del Cairo), gracias a que esta vez la acidez, el sarcasmo y la doble moral se cambian por la ligereza, la extravagancia y un tono menos filosófico.
En el reparto nombrar sobre todo a una Dianne West inmensa como casi siempre, bordando su papel de diva histriónica y manipuladora, y un memorable Joe Viterelli. Palminteri está bastante bien y Cusack, protagonista y alter-ego de Woody, bastante mal. El resto, como suele suceder en las obras de Allen, a un nivel muy alto.
En cuanto al aspecto técnico, destacar una maravillosa ambientación, con exteriores en la ciudad de Nueva York, Broadway, el Upper East side… que realmente te transporta a una época que desprende teatralidad y encanto. La fotografía es excelente y el tratamiento de las luces más aún, la banda sonora es excelsa y el montaje sin llegar a ser acelerado acompaña notablemente el frenético desarrollo de la historia.
En definitiva, una de las mejores obras de Woody Allen, director/actor/guionista (casi nada) que, si bien, como suelen defender sus detractores, es autor de un buen puñado de obras menores (¿y cuántos hay de estos?), también lo es de otro buen puñado, seguramente más grande, de grandes películas y de obras maestras de la Historia del Cine (¿Y cuántos, cuántos pueden decir lo mismo?)
Merece la pena verla, y más de una vez.
BeatniK
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8 de febrero de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que todo el mundo babea con Boardwalk Empire (sí, yo también la veo y estoy enganchado, pero digamos que no hay para tanto), tal vez debería redescubrirse esta gozada titulada Balas sobre Broadway (ignoro por qué no había salido nunca en DVD, que yo sepa). Estamos en la misma época, se recorren algunos ambientes comunes, y también matan y disparan, pero con más sutileza. Lo que interesa de verdad a Allen son los sufrimientos y frustraciones de su alter ego John Cusack, a quien un gangster de pacotilla, acostumbrado desde pequeñito a pasarlas canutas y pisar con los pies en el suelo, le sugiere los cambios que ha de llevar a cabo en su obra para que ésta resulte creíble y menos envarada. El ritmo es endemoniado y se suceden los gags, con una Dianne Wiest en estado de gracia (se llevó el Oscar) y un Jim Broadbent que ya apuntaba maneras. No la había visto desde el estreno, y ha sido un placer reencontrarnos al cabo de 18 años (lo que ha de sufrir el cinéfilo en ocasiones). Una gozada.
Eduardo
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5 de junio de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como suele ser habitual, la obra de Allen merece siempre algo que decir. En «Balas sobre Broadway» deja que sea el Arte el principal motor de la historia sin dejar de lado sus temas estrella de la muerte, Dios y la culpa. ¿Qué es ser un artista? ¿Qué significa ser culto? ¿Qué es lo genial? ¿El Arte está por encima de la moral?

Demostrando una vez más que va contra corriente (o que iba, habría que ver sus nuevas obras), esta película es una pequeña o gran bofetada a nuestro pensamiento complaciente y cómodo a través de una reflexión, entre mafiosos y teatro, sobre lo que es el talento y sobre lo que significa ser un artista, figura que no queda muy bien parada. Lejos de darles palmaditas en la espalda, lo que viene es a dar un trago de dura realidad: quizá desees ser un genio, pero no lo eres, y lo más divertido es que no pasa nada si eres solo un mediocre aspirante a artista. Resígnate y acéptalo.

O puede que sí lo seas, quién sabe, pero tampoco vayas por ahí como el rey del mundo porque el genio no vale nada si no va acompañado de alma, de ética. Nuestro joven protagonista quiere ser un dramaturgo genial, de hecho se cree con talento y quienes le rodean le reafirman en esa idea; hasta que su obra tan ansiada empieza a cobrar forma y en el problemático proceso descubrirá que a lo mejor ser un artista genial no es lo que más desea. De esta manera, Woody Allen vuelve a desacralizar ese concepto esnob y elitista del arte como monopolio de unos pocos y fundamento de una falsa y ficticia superioridad moral.

Podrían haberse aprovecha mucho más las situaciones cómicas, pero sin duda es una película interesante. Bien por Allen.
Kaori
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17 de agosto de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Balas sobre Broadway, uno de los mejores títulos de Allen.
Aunque no es una de sus películas más redondas no deja de ser una película muy buena y sobre todo divertidísima.
Lo mejor, la ambientación y el guión, lo peor, el doblaje al español pues resulta imposible escuchar a Dianne Wiest y a la amante del jefe de la mafia, sin duda sus doblajes son patéticos y casi no se pueden ni escuchar destrozando la esencia de los personajes.
El guión es muy bueno y original, Allen analiza la preparación de un espectáculo de Broadway y aunque los personajes puedan parecer exagerados, para nada lo son, en el mundo del teatro pasan cosas muy raras y los actores son muy especiales tal como muestra el maestro.
Allen critica a esos “artistas” que se sientan para analizar y analizar la vida y el arte sin llegar nunca a ningún resultado y de uno de ellos saldrá el guión que se trabajará en el teatro.
Allen muestra además los enchufes que existen en este mundo de alguna manera u otra.
La película destaca sobre todo por su espectacular ambientación, una ambientación bastante mimada la cual nos hace sentirnos en los años de los gánsters, mafias y matones y como no, del jazz; Allen vuelve una vez más a cuidar su música ayudando a crear una ambientación especial.
Como he dicho, no es de lo más redondo de Allen pero se ve muy bien y sobre todo uno llega a pasar un buen rato. Una vez más Allen nos da lo mejor de él.
manuel
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16 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser o no ser, Jennifer, coño, que la frase no es tan difícil. ¿No lo ves? Ah, claro, que eras Olive y lo tuyo no es el almacenaje de materia gris. Pero mira, hasta tú tienes un punto adorable. ¿A quién habré de dar las gracias? Pues a Allen, que entrega aquí un ejercicio de humildad camuflada bajo capas y capas de referencias intelectualoides que a mí plin y no hacen sino evidenciar al hombre tras la máscara de artista, tanto da si suya o pegoteada por algún magnate de la crítica o la mitomanía. Qué inseguro es en realidad nuestro judío con gafas favorito, ahora van a ser verdad tantos ataques y achaques de fobias para las que no tenemos nombre siquiera y resumimos con una seca "hipocondría". Deliciosa palabra esta cuando viene a resumir la existencia de cualquiera: somos lo que somos a pesar nuestro y con orgullo, quien nos quiera tendrá que despojarse y despojarnos de chorradas, ¿eh, Cusack? Qué final más maravilloso. Por simple en su trasfondo y complejo en la puesta en escena y la verborrea rodeándolo, cómo nos gusta sonar bien... cómo nos gusta oírnos.

Dianne Wiest lo sabe. Su personaje es implacablemente odioso, sí, pero entrañable de nuevo. Como entrañable es ese mafioso con dotes de artista reprimido y que acaba cayendo ante las garras mismas de su don y de su obra, a la manera de los románticos y los ilusos, no sé si valientes, ¿dirías que valientes? Pues hay que echarle huevos, sí, pero yo siempre fui un aspirante a la vida sencilla. Mediocre es una palabra que no me asusta lo más mínimo. Quisiera ser feliz con poco, despreocuparme de este párrafo que no me coge forma y remonta de una vez el vuelo, de aquella coma en lugar inapropiado que se carga el ritmo y termina por cargarse la fluidez de mi discurso, si es que tengo algo que decir. ¿Y quién no lo tiene? A mí el nombre de Broadway no me dice nada: Murcia, caballero. Y si tengo que elegir entre ser hombre o ser artista me quedo con lo mío, que sería no entender ni tener prisa por hacerlo*. Ser o no ser, José, coño... a ver si al final va a ser verdad que era jodido.

Deliciosa, entretenidísima, tremendamente simpática y carismática, detallista, avispada y reveladora obra maestra (si lo quieren). La nota es lo de menos. He disfrutado como un ganso.

*No, yo tampoco soy artista. Pero eh, que lluevan balas si es preciso.
José (FullPush)
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