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La pasión de Juana de Arco

Drama Guerra de los Cien Años, siglos XIV y XV. En 1431, la joven Juana de Arco, después de haber conducido a las tropas francesas a la victoria, es arrestada y acusada de brujería. Ella declara haber recibido de Dios la misión de salvar a Francia, pero es procesada y condenada a morir en la hoguera. (FILMAFFINITY)
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Críticas 86
Críticas ordenadas por utilidad
31 de julio de 2008
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carl Theodor Dreyer...., sólo oír su nombre asusta. El danés de los ladrillos, un cineasta de deberes. Dreyer es Historia del cine, la esencia misma de este arte a veces incomprendido. No era Dreyer en su época un director de masas, tampoco lo es ahora. Sólo he visto dos de sus films y los dos me parecen soberbios.

La primera película que vi de Dreyer fue"Ordet", un film que posee una fuerza descomunal, una cinta que te hace pensar que todo es posible. Llevaba mucho tiempo detrás de ella y al fin he podido ver "La pasión de Juana de Arco", una película formalmente perfecta que cuenta el proceso judicial de Juana de Arco.

Destacan principalmente dos aspectos en la película. El primero es la composición de sus planos. La práctica totalidad del film está rodado en unos primeros planos que quitan el habla. Las apariciones de Juana, sus primeros y primerísimo primeros planos son de estudio universitario, cada encuadre, cada rastro de luz denota una sensibilidad sólo al alcance de aquellos a quienes llamamos genios.

Estos angustiosos y profundos planos no tendrían un efecto tan devastador si no fueran por el segundo punto fundamental del film, la actriz que interpreta a Juana de Arco, Renée Jeanne Falconetti, una actriz de teatro que Dreyer descubrió en una comedia de bulevar. Fue la primera y única actuación de Falconetti en el cine, una actuación memorable para una película inolvidable.
Sersolo
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10 de noviembre de 2008
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Artistas de la cámara han habido muchos. Europa ha sido cuna de bastantes de ellos. Pero Carl T. Dreyer aporta algo diferente: la técnica cinematográfica al servicio de su majestad la verdad. Porque, no nos engañemos, cada primer plano de Santa Juana de Arco es un estruendo en nuestra sensibilidad para despertarnos, para decirnos "esta es la verdad", la Iglesia consagrando la injusticia, el poder eterno al servicio de intereses temporales. Y no resulta extraño como bien apunta Miguel que los altos cargos eclesiásticos ni siquiera los recientes, aceptasen esta verdad.

Duelen tantos primerísimos planos. Duele tanta lágrima en alta definición. Chapeau para los restauradores del film. Y de eso se trata. De que duela. Caiga quien caiga y pese a quien pese. ¿Que deberían haber lucido más los costosos decorados? Tal vez Dreyer deseaba el contraste mayúsculo entre el boato y la verdad dolorosa. Y, por descontado, esta, siempre y absolutamente en primer plano.

El resto, un desfile de vanidades, de orondos prelados cerrando filas alrededor de la iniquidad, de buitres a la espera del derrumbe psicológico de su presa. De tretas, ardides y artimañas en el supuesto nombre de Cristo. Solamente el pueblo, el llano, el "iletrado", el vulgo vulgar, pone coherencia en todo ello: "Habéis quemado a una santa".

En un cine como el actual donde los píxeles y los primeros planos son enemigos declarados de muchos actores es un lujo descubrir a una ACTRIZ como María Falconetti. La película es una obra singular pero gracias a ella alcanza la categoría de excelsa obra maestra.
FATHER CAPRIO
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18 de febrero de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los personajes de Dreyer se mueven con parsimonia y lentitud, quieren que les conozcamos, que sepamos su historia, que mastiquemos sus sentimientos y sus personalidades igual que el travelling que inicia la historia, un movimiento lateral anormalmente pausado que sirve para conocer el lugar de la acción, para zambullirnos de pleno en el ambiente de la película.

Todo es blanco y luminoso. El cineasta quiere hacer gala de transparencia, que todo quede revelado a nuestros ojos, que nada escape de nuestra atención. Todo es blanco y luminosos, sí, como la santidad de Juana y sin embargo, ella siempre esta empequeñecida en el plano. Es la opresión de la iglesia, del edificio y la institución, pero también es el peso de su creencia la que la reduce; un peso que la derrumba y la aplasta, pero que acepta no tanto con fanatismo sino con la convicción no tanto del que cree como del que sabe.

Estamos en los últimos momentos del cine silente, pero lo que vemos es un diálogo, un duelo plano contraplano continuo, un duelo descarnadamente desigual. La soledad de Juana, en ligero picado, sometida al poder pero protegida por dios, una cara atormentada y sin embargo bella en cada gesto, en cada lágrima. La iglesia, en su forma individual o en grupo, en contrapicado, gestos autoritarios de autoritarismo grotescamente deformados, corruptos, como si fueran el espejo deformado de la fe, una burda parodia de cristianismo, una conversión a la codicia y una cámara cuya posición sugiere quién está detrás de ello.

Está en los símbolos el paralelismo entre la pasión de Juana y la pasión de Cristo. Unas metáforas correctas en su uso pero que pecan de una cierta simpleza, de falta de sutileza. Sólo la mosca que se posa dos veces en la cara de Juana asocia con inteligencia la tentación de la rendición con el poder del diablo. El resto no aportan nada que la potencia visual de las imágenes del metraje no se encargue de transmitir. Un subrayado innecesario aunque bien ejecutado. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LennyNero
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1 de octubre de 2005
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía ciertos prejuicios ante esta película porque consideraba que su argumento era poco atractivo, sin embargo, es una obra maestra. Dreyer da una lección de cine mediante planos cortos, descuadrados, travellings laterales y un ritmo muy acertado. La actuación de Falconetti es sencillamente espectacular, te consigue conmover´, y las de los demás, incluido el escritor-actor Antonin Artaud, también son muy acertadas. Y todo se consigue con un decorado mínimo: puro cine.
Dr Strangelove
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28 de febrero de 2009
27 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
No dudo que para muchos esta película sea una obra de arte, sin duda tanto a nivel técnico como a nivel interpretativo fue un avance grandioso en el mundo del cine. Dreyer utiliza gran cantidad de efectos que dramatizan al máximo cada uno de los planos que efectúa. Los contrapicados son perfectos para mostrar la agonía de Juana y el uso del primer plano ejerce una labor casi hipnótica para el espectador. Para mí gusto se abusa demasiado del primer plano de Juana haciendo menos efectiva la trasmisión de su dolor en el tramo final del film.

Sin meterme más en el apartado técnico entraré a valorar la esencia del film. Como el mismo Dreyer nos comenta, su intención era mostrarnos a la "Juana de arco" más humana, a esa niña llena de temores que estaba segura de ser una enviada de dios y que no estaba dispuesta a romper su palabra. Para cualquiera que crea aunque sea mínimamente en la existencia de Dios podrá sentir aunque sea levemente que Juana fue una martir y que su obstinación a mantener que había visto un angel ante todo el tribunal eclesiástico era digno de admiración. Con esto quiero decir que con un mínimo de creencia cristiana es fácil ver a Juana como una martir que murió por sus creencias. He visto muchos otros filmes donde se mostraban las penurias y malostratos a personas que morían por una causa como la libertad, la patria, la familia o los derechos de los trabajadores. Para mí la "pasión" sufrida por estos personajes de los que hablo me transmiten miles de sensaciones y provocan en mí una rabia que "Juana de arco" no ha provocado. Para mí no es más que una loca que lo único que hizo fue morir por una causa metafísica, indemostrable y absurda. No cabe duda de que ella fue una heroína, una libertadora de Francia y que el país le debe mucho, pero el filme no se centra en estos hechos ni fue juzgada por ellos. El filme se centra en su negación a admitir que no es ninguna enviada de Dios. Como ella está convencida plenamente de ello, sus sacrificio pierde todo el valor que tendría, haciendo que su mensaje me llegue muy debilitado.

Un martir para mí no es más que un iluso y un film centrado en un iluso no consigue sacarme todo el jugo que debería. De todas formas si me tomo la idea de dios como un concepto de ciencia-ficción la película gana enteros.
capacitivo
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