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Gertrud

Romance. Drama Gertrud es una mujer madura e idealista que busca el amor absoluto, con mayúsculas, pero sus experiencias sentimentales se ven siempre abocadas al fracaso. Decide separarse de su marido, un eminente político, porque él antepone el trabajo al amor. Se enamora de un joven músico que empieza a cosechar sus primeros éxitos, pero para él, que sólo piensa en sí mismo, Gertrud no es más que una aventura pasajera. Por otra parte, un antiguo ... [+]
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
25 de mayo de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gertrud, el amor por encima de todo; así rezará algún día su epitafio, porque Gertrud, que es capaz de entregarse a su amante hasta el extremo, exige lo mismo de él, y un minuto después de sentir que no es justamente correspondida no es capaz ya de sostener la relación. Gertrud ama intensamente y exige ser amada en la misma medida. Muy pocas veces en la historia del arte – esta no es una obra maestra, es una obra de arte –, los sentimientos han sido tratado con tanta elegancia y tanto patetismo, porque el modo de amar de Gertrud puede ser de un intenso romanticismo, pero también es intolerante. Su generosidad inicial se transforma en egoísmo cuando exige mucho más de lo que su pareja es capaz de dar.

Dreyer, cineasta singular e inclasificable, escribió este guión a partir de una obra de teatro, en este caso la obra homónima de Hjalmar Söderbergh. Aunque el maestro trató de filmarla en color, tuvo que desistir y hacerla en blanco y negro con su operador Henning Bendtsen, por el presupuesto difícil de conseguir para éste tipo de cine nada comercial. Si bien es cierto que la película tiene una estructura dramática convencional con un desarrollo casi lineal, firmemente apoyada en unos profundos diálogos, no debe olvidarse que su planificación y su puesta en escena están llenas de matices sutiles más fácil de apreciar en visionados sucesivos, como el empleo de los fondos, las simetrías, que sólo un maestro del cine podía condensar con un resultado tan elocuente. Pues las virtudes de esta película, en mi opinión fundamental, no sólo en la historia del cine sino de la cultura, radica en su clasicismo, pero a la vez en su vanguardia, una obra adelantada a su tiempo. Una puesta en escena de un virtuosismo absoluto (en Spoiler explico detalles), con un sentido ceremonial y un homenaje a la pintura. La sobreexposiciones de la iluminación, los planos largos, el ritmo (no confundir con las prisas), los sutiles movimientos de cámara se unieron en un discurso que habla de sentimientos y emociones.

“Gertrud” es un homenaje a los recuerdos, a un amor pensante y reflexivo, la intolerancia, el amor no correspondido, la soledad, hay momentos en que los actores hablan pero no se miran. Porque en las grandes obras de arte no hay casualidades sino causalidades. Gertrud es el ideal del amor para llegar a la verdad, un canto a la libertad del ser humano, una reflexión sobre la verdad. La vida se nos escapa lenta e inexorablemente, los seres humanos buscamos constantemente la felicidad, tan difícil de encontrar y tan fácil de perder. Gertrud, mujer tierna y cruel, honesta e intolerante, cargada de dignidad y coherencia, profundamente humana. Dreyer había rodado una obra instalada en la memoria para siempre, y que sobrevive al paso de los años aumentando su prestigio.
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Antonio Morales
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15 de marzo de 2006
74 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver este bodriete se me ocurrió algún titular más: Gertrudis la cuarentona insaciable o... Me llamo Gertrud, soy pija y nada egoísta y lo único que quiero es ser feliz o... El insaciable mundo romántico de la pija Gertrudis, titulares todos que, según mi humilde opinión, harían más justicia con el insufrible muermo.

Cuando contemplas durante dos horas a unos actores que ni pestañean cuando les mandan a tomar viento... pues no es que sea ilícito, es que no te lo crees. Aparte, claro está, de que no entrecruzan sus miradas en ninguno de los planos de la película. Los muñecos de trapo y sus amigas hinchables emanan muchísimas más emociones que los actores mentados. El llamado cine intimista e introspectivo que culmina Dreyer en esta su peor obra está seguramente destinado a personas qué o bien piensan que la vida real es así, o que se sienten regaladas con algo fuera de lo común, ya sabéis... un cuadro negro en una galería de arte, y se paran y lo miran y dicen... ooooohhhhhh... juas juas. Y son los que no paran de reprocharte mientras te dan collejas que estás siendo obsequiado con algo imperecedero. Prefiero cualquier film de Bud Spencer y Terence Hill.

Tras su estreno en París crítica y público la pisotearon sin piedad. Normal, no? Y ahora que desde mediados de los 90 vivíamos un afortunado, aunque tardío, revisionismo del mundo del cine, en el cual se echaban por tierra más mitos que en la Irak de Sadam, parece que anda por ahí una nueva Generación del 98 que pretende recoger su testigo y encumbrar obras como ésta, como ya hicieran Unamuno y compañía con El Quijote en su momento. Y servidor no pasa por el aro. Simplemente. Y lo expone y lo argumenta generosamente para personajes que votan con diez estrellas a todas y cada una de las películas consideradas clásicas y que suelen costar en el kiosco de la esquina 10.95.

Y aunque me haya fugado del psiquiátrico que me ha mantenido recluido durante todo este tiempo, he de apuntar que Gertrud también posee momentos deslumbrantes y que Dreyer, al fin y al cabo, no era tan malo.
La secuencia del espejo me deja atónito por lo irreal de su belleza. También los particulares planos secuencia que embadurnan todo el film. Pero no puedo soportar la parsimonia cansina en planos medios durante el ochenta por ciento del metraje. No puedo. Y cuando vuelan por el tiempo y vuelven a sentarse por dos veces consecutivas treinta años después... me repatea. Y la historia del yo quiero ésto y si no nada, también. Éso también.

Y en el spoiler aclararé gustoso por qué me repatea este tipo de cine y de amiguismo:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Txarly
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17 de noviembre de 2016
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me quedé cautivado después de ver Ordet. Sus imágenes y la poesía de su narración me impactaron. Con Dies Irae no llegué a tanto, pero era reconocible el mismo buen hacer, algo más enrevesado bajo mi punto de vista, un producto en la misma línea pero algo más espeso. Vampyr me supuso un contraste de sensaciones. Por una parte está obviamente mal contada, presenta un montaje de escenas errático y el espectador se pierde un poco en la acción de la historia. Sin embargo, me dejó pasmado con la belleza de algunas de sus secuencias, los juegos de sombras en las paredes o su final. Hasta ahí todo lo que he visualizado de Dreyer. Me falta La pasión de Juana de Arco para completar su filmografía más conocida.

A todas las mencionadas hay que añadir Gertrud, a la que acudí pensando que sería una obra magna del autor que me quedaba por ver. Pero Gertrud sin embargo representa ese límite a partir del cual ya no puedo tolerar que me tomen el pelo. No culpo a Dreyer de su poética, de querer dramatizar la interpretación o de no mostrar absolutamente ningún corte en sus planos. Lo culpo de aburrirme. Un rotundo y absoluto aburrimiento. Inexcusable. Da igual que sea Dreyer, cine clásico, que tenga un 7.8 de media o lo que diga quien sea. Esta película es un auténtico coñazo de principio a fin. Nunca al amor se le hizo tan flaco favor como en esta película. Algo que debería estar ligado a la felicidad, el júbilo o la alegría; o por el contrario, al odio, a la desesperación, a sentirse solo, no debería relacionarse jamás con algo que lo denigra de esa manera, el aburrimiento. Porque el amor es de todo, menos aburrido.

Efectivamente, como algunas críticas aquí más apuntan, hay que desmitificar un poco determinadas obras. Contar historias era lo mismo hace 100 que ahora, y cuando una historia se cuenta mal, la película no puede ser considerada una obra maestra. Me sorprende la cantidad de críticas positivas. Si esta película se rodara hoy en día nadie la tragaría. El cine está lleno de demasiado prepotente.
Blodybono
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21 de enero de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para que mis amigos del colectivo-rousseau degustaran mejor Gertrud les invité a que vieran algunas imágenes del pintor danés Hammershøi .Dentro del libro de José Andrés Dulce conservo propaganda de la exposición del 2007 que se hizo en Barcelona en el CCCB. En esa exposición se pretendía, dar a conocer a dos autores muy reconocidos por la historia de la pintura y la cinematografía, y mostrar las fuertes relaciones visuales y creativas entre ambos artistas, así como en sus métodos, su comprensión íntima del arte y sus similitudes estéticas.
• Ambos comparten la convicción de que es en los espacios interiores (de una casa, de una imagen, de un rostro) donde se produce la mayor intensidad dramática.
• La forma de tratar la figura humana y, en concreto, la femenina: las enigmáticas mujeres de espaldas situadas en interiores domésticos remiten a la contemplación y el éxtasis del personaje, a su drama a puerta cerrada, incluso contienen el aroma de la muerte.
• El dominio de la luz sobre la escena es impecable en ambos artistas. Hammershøi sabe pintarla, Dreyer le concede ritmo.
• Los exteriores. Por un lado, están los paisajes, cargados de una atmósfera muy especial. Por el otro, los exteriores percibidos a través de las figuras esculturales, las ventanas y las puertas ajustadas de los espacios interiores representados.
Mi afición por Dreyer, y una vez que tuve conocimiento de que la exposición no se realizaría en Madrid, me llevó a pedir a un amigo,con novia en Barcelona,que me llevara para ver la exposición.La muestra contaba con 36 obras de Hammershøi y 12 montajes audiovisuales que mostraban fragmentos de las películas de Dreyer. La exposición presentaba igualmente fotografías y documentos procedentes de los archivos privados de ambos artistas,que me permitieron apreciar el proceso de reflexión y elaboración de sus creaciones.
He visto Gertrud por tercera vez, es este caso coincidiendo con una proyección en la sala Medinaceli de “El mismo amor la misma lluvia” del conocido Campanela y la pregunta de uno de los asistentes que tuvo la fortuna de asistir a ambas proyecciones era la siguiente: ¿cómo es posible que al que le gusta el cine, ante el tema del amor como eje en ambas películas, no llegue a disfrutar hoy día de Dreyer y sí lo haga con la comercial “El mismo amor…”? Lo dejamos así. Cada cual que se responda.
Gertrud nos cuenta las tempestuosas relaciones con una terna de hombres a los que ama o ha amado, recordándonos a cada momento el teatro nórdico, siendo los espectadores, puestos en situación desde la aparición en escena del abogado Kanning,señalados con todos los motivos que han de desfilar en la obra. En la primera conversación entre Gertrud y Jansson se da paso a la interpretación de de un Lied de Schumann, preludio del encuentro sexual que Dreyer resuelve con un hechizo de música y sombras.
Cuando Lidman acude a despedirse de Gertrud para intentar recuperarla, el poeta enciende la vela situada a ambos lados del espejo, y serán las mismas velas que apaga Gertrud cuando decide no avivar la llama del amor.
La película termina con la inesperada visita de Nygran, emplazados frente a frente, la imagen nos lleva a una habitación ya sin decoración, antesala de la muerte, que se visualiza con una puerta que se cierra y el toque de las campanas .El amor lo es todo.
félix alonso
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22 de enero de 2009
17 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el cine mudo lo podían ver los sordos, esta película la podría escuchar un ciego. Más que una película es una radionovela, y para colmo, muy aburrida.

El concepto de lo “audiovisual” se torna vago en este film donde lo visual no tiene nada que enseñar y lo sonoro es simplista. Carece por completo de altibajos, de algo de dinámica, ya no sólo en las imágenes, donde incluso la fotografía es mediocre y simple, sino en los diálogos, donde por momentos desearías que se callasen para no escuchar el monótono y melancólico tonillo de voz que desprende cada uno de sus personajes. Que ahí también puede ahondarse, porque un perezoso durmiendo la siesta tendría más expresividad que cualquiera de sus actores, y seguro que miraría más a los ojos, incluso con éstos cerrados. Si vendiesen estatuas de los personajes, éstas transmitirían más sentimientos que ellos mismos.

En sus casi dos horas de metraje, la cámara se limita (excepto en muy contadas ocasiones como la del espejo) a tomar planos que no sirven de nada, planos que si estuviesen en negro harían la misma función.

Y ya puestos, hablemos de los flashback. Si dividimos ese lindo anglicismo en las dos palabras que lo componen, el resultado podría ser: Flash (aquel héroe súper rápido) y back (vuelve). Pues no señoras y señores, no, Flash no vuelve, se ha quedado cojo. Son de los peores que se han creado en la historia del cine. Insulsos, sin sentido, nada justificados y que ni siquiera añaden ritmo.

He de decir que estaba sugestionado antes de ver la película, ya que la crítica recibida por ésta era bastante buena. Pero, pese a tener algunos elementos positivos –como la historia en sí, que no está del todo mal- el resto de cosas son pésimas. Es por esto que no entiendo ese esnobismo que profesan algunos, o esa falta de criterio a la hora de puntuar de otros, guiados, seguramente, por votaciones previas y sugestiones varias.

Esta película es mediocre y se ve a la legua. Dreyer en este caso no ha hecho una obra de arte, ha creado un monstruo.
Saúl
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