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Comer, rezar, amar

Romance. Comedia. Drama Tras varios fracasos sentimentales, una mujer decide encontrarse a sí misma a través de un viaje por Italia, la India, Bali e Indonesia. Liz Gilbert (Julia Roberts) tenía todo lo que una mujer puede soñar, un marido, una casa y una brillante carrera, pero se encontraba perdida, confusa, insatisfecha. Una vez divorciada, y tras un periodo de reflexión, decide abandonar su acomodada vida y lo arriesga todo, emprendiendo un viaje alrededor ... [+]
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Críticas 134
Críticas ordenadas por utilidad
23 de septiembre de 2010
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guste más o menos, no cabe duda de que Julia Roberts ejemplariza lo que significa ser una de las pocas grandes estrellas que le quedan al cada vez más terrenal mundo del cine. Roberts es una de las pocas actrices capaces de iluminar un plano cualquiera con su sola presencia, de sostener una escena con el simple brillo de su sonrisa o de salvar de la quema una producción tan insatisfactoria como esta ‘Come, reza, ama’, un film fallido que languidece en tierra de nadie y especialmente cansino que de no ser por la presencia de la siempre eficiente Roberts, o en su defecto de las aportaciones ocasionales de unos episódicos James Franco o Richard Jenkins, resultaría poco menos que digno de ser considerado hasta tortuosamente doloroso.

No, ni soy un fan de Roberts ni nunca lo he sido, pero cabe reconocerle a la actriz un carisma que para si quisieran la gran mayoría de los intérpretes de nueva hornada incapaces de sobrevivir en la mayoría de casos a los papeles que les pusieron nombre a su rostro. Y ya son 20 años, que se dicen pronto. No es menos cierto que el factor riesgo de 'Come, reza, ama' es más bien nulo, que su carrera se ha forjado con producciones tan encorsetadas y blandas como ésta, herederas del "made in Hollywood" más conformista y puesto al servicio de la presencia de una gran estrella en torno a la que condicionar el relato, en este caso una Roberts sin un verdadero reto al que hacer frente, y por más que la producción intente en vano y sin fundamento aparentar ser un gran drama dotado de una épica aureola trascendentalista o de venderse como una ligera comedia romántica con marchamo inteligente e inofensivo. Nada más lejos de la realidad.

Hasta cuatro son las películas que conviven dentro de los 135 excesivos (y cabe decir que eternos) minutos de metraje de una de esas cintas que en ningún momento parece saber hacia dónde va, que resulta totalmente inoperante a la hora de sumar los distintos elementos de su narrativa y cuya credibilidad como trascendental relato cargado de emotividad salpicado con algo de bienintencionado humor ligero se ve revocada por un superficial, manipulador y disperso discurso dramático sin personalidad ni sustento. Puede que sea por culpa de su propia naturaleza y su carácter episódico, donde la interacción entre capítulos chirría tanto que entorpece sobremanera el intento del espectador por entrar en una narración distante y fría; puede que las limitaciones que impone una duración digamos que "razonable" aunque insuficiente para dar cabida al desarrollo de cada una de sus partes tenga algo que ver en la falta de una profundidad que de sentido a su palabra. El caso es que esta suma de relatos carecen de un soporte común, más allá del personaje de Roberts, que sirva de nexo y unifique su discurso en una sola voz común que dote algo de consistencia a un relato fraccionado y un tanto soberbio que navega con simpleza por muchas aguas sin decantarse por un puerto en el que atracar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Wanchope
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8 de octubre de 2010
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una filosofía muy zen y un argumento muy lineal, este filme nos da respuesta a una pregunta muy frecuente: ¿Qué hacer cuando no encuentras el camino?Y la respuesta es clara: pensar en uno mismo.
Aunque no es una película demasiado original, a pesar de lo que pudiera parecer en un principio, es muy directa y cala hondo (aunque no con toda la profundidad que yo esperaba).
Todos llegamos tarde o temprano (unos antes que otros) a ese momento en el que nos cuestionamos qué hacer, qué esperamos de la vida, cual es nuestro camino a seguir. Nos sentimos perdidos, confundidos, desorientados... Nos estrujamos la cabeza buscando soluciones enrevesadas o imposibles, cuando tenemos la respuesta delante de nuestras narices. Y, para el o la que no encuentre ese camino, esta película puede dejarselo bastante claro. Con ideas sencillas y concisas, no necesita nada más.
La interpretación de Julia Roberts de la típica mujer de mediana edad que tiene ganas de vivir pero que no se atreve, es buena, pero no pasa del aprobado. La aparición de Bardem, en mi opinión, casi inexistente. Podría haber dado mucho mas de sí, o al menos era lo que yo esperaba.
Por lo demás, no esperen mucho más. Simplemente dejar la mente en blanco, intentar disfrutar y estar receptivos ante ideas fáciles de entender y que te aportarán una visión diferente de la vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alicia
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28 de julio de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier comentario negativo es no poder ver que es el "manual para lograr la autoestima" y más después de una ruptura traumática.
1º Paso: Cuidarse, mimarse: Comer, disfrutar, etc.
2º Paso: Tranquilizarse, meditar, conocerse, analizar errores.
3º Paso: Experimentar sin caer en los errores del pasado.
Es realista, cuidada en detalles, enseña a personas que necesitan de ayuda para poder levantar cabeza a ver la luz. Y esas personas: existimos!!!
kikonx
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25 de octubre de 2010
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la línea de Vicky, Cristina, Barcelona. Una película con grandes pretensiones de dar lecciones sobre la vida, que se queda en un infumable catálogo de banalidades.

Para empezar, volvemos a lo mismo que el mencionado filme de Allen, un abanico de personajes difícilmente creíbles. Nadie trabaja ahí, pero tienen una Visa con tantos ceros que asusta, por lo que pueden permitirse realizar asombrosos viajes en busca de los placeres de la vida. Podemos seguir con un guión paupérrimo, que en ocasiones te hace sentir una vergüenza ajena difícilmente controlable. Las conversaciones tratan de ser serias y profundas, pero nada más lejos de la realidad, no son más que incongruentes intentos de cómo vivir una vida plena. La película, basada en la homónima novela, es considerada de autoayuda, pero más que una ayuda para buscar la paz interior, como pretende, es un dietario para los snobs ricos que no saben qué hacer con sus vidas, ni cómo despilfarrar su dinero.

Una buena promoción para destinos turísticos como Bali, la India o Italia. Una historia irreal, que hace imposible identificarte con ningún personaje, que te pega al sillón sólo para adoptar la clásica postura de "echar una cabezadita", mientras piensas cómo es posible que te hayan engañado para pagar por algo, que debería ser visionado en televisión, un sábado a las 4 de la tarde para dormir una buena siesta.

Cosas como esta, hacen que te pienses dos veces el ir al cine. Supongo que la Roberts está en un momento de no encontrarse en este hostil mundo, porque elegir un guión como este es muy complicado de entender. Sólo espero poder borrar el recuerdo del peor largometraje que he visto este año, con mucha diferencia.

En conclusión, una interminable colección de malos tópicos, pésimo brotes de humor, diálogos exasperantes, e historias imposibles de encajar en la vida real. Si hubiese puntuación 0, se la daría sin dudarlo.
maestrotiziano
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22 de febrero de 2011
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que llama la atención de “Come, reza, ama” es que hayan sido necesarios 133 interminables minutos para desgranar esta mínima, tópica y vulgar historia de un hecho tan común como no ser feliz en el matrimonio, enrollarse con otro y acabar huyendo hacia un viaje físico y emocional.
En vista del resultado de semejante mamotreto cinematográfico y siendo evidente que las penas del amor solo el amor las puede redimir, se debiera haber comenzado con el amar y así ahorrarnos el comer y el rezar.

La premisa de la que parte la historia y el posterior reencuentro personal es harto convencional. Su hipotético atractivo, en la originalidad del viaje por esas tres fases, falla al ser todo una excusa para insertar folclore local y localizaciones exóticas en una historia carente de pasión.
Uno de sus fracasos es a nivel de imágenes, pues Ryan Murphy filma cualquier fase de la historia con la misma vulgaridad, sin dejar que el escenario donde se desarrolla la historia integre las adecuadas emociones al proceso de búsqueda de la protagonista.

La fotografía es repetitiva, con parecidas fugas de luz, parecidos contraluces y el mismo brillo en las escenas en que se come, se reza o se ama. Así mismo los complejos movimientos de cámara y los complicados encuadres sirven tanto para la intrascendencia de ver a alguien comiendo una pizza o cortándose el pelo como para la posible intensidad poética que quien accede a “la cueva de la meditación” para ensimismarse ante Dios.
El guión es una autentica pesadilla de verborrea inacabable, salpicado de frases irritantes y de destellos de humor tan banal como inadecuado. El recorrido físico de la protagonista está filmado como una retahíla de postales turísticas, en el que el director nos va colocando algún inoperante flashback que no aporta nada a la historia. Se llega incluso al masoquismo femenino, cuando en un diálogo, de banal trascendencia, Julia Roberts es instada a perdonarse a sí misma para liberarse… ¿Perdonarse de qué, de haberse casado, divorciado y escapado de un jovencito que la follaba cada vez menos? Demencial!!!
Las interpretaciones tampoco ayudan, ni la cautivadora mirada melancólica, de brillante sonrisa eterna de Julia Robres, ni sus esforzados comparsas de turno (Bardem llorando porque su hijo de 19 años se va de viaje… ¿Cómo pudiste interpretarnos eso Javier?) y los secundarios están de un artificio asombroso.

Lo único que se salva de este engendro, transformado en penosa letanía de falsas emociones, es mi más que admirado Neil Young (no entiendo por qué “Heart Of Gold” mientras los tragones hacen la siesta), pero, cerrando los ojos y escuchando, una cierta paz y armonía llega al espectador.

“Come, reza, ama” es una historia mínima, a partir de una nadería se estira pomposamente hasta hacerse irritantemente inaguantable, para no decir nada con sus tópicas imágenes y tener que recurrir a esa palabra que degenera en verborrea, más allá del aburrimiento.
Manu_el_Ruiz
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