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Lo que sucedió aquella noche

Romance. Comedia Ellie Andrews, una joven y caprichosa heredera, consigue escapar del yate de su padre, que la había encerrado para evitar su boda con un hombre poco recomendable. En el autobús que coge, con destino a Nueva York, conoce a Peter Warne, un simpático y atractivo reportero, que busca una buena historia. El azar y las circunstancias unirán a Ellie y a Peter en un accidentado y divertido viaje. (FILMAFFINITY)
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Críticas 81
Críticas ordenadas por utilidad
22 de marzo de 2010
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sucedió en 1934, con la llegada del sonoro, con la llegada de los grandes clásicos del siglo XX, tanto actores y actrices como películas. Contextualizando esta crítica a la época que le corresponde debe decirse de la película que es una más que excelente comedia, un soberbio espectáculo cinematográfico y un hito con mayúsculas. Sucedió que se juntaron las casualidades más rocambolescas para que Gable, Colbert y Capra se unieran y dieran a luz una de las screwball comedys más perfectas que un servidor recuerda haber visto. Hasta esta película, Gable no era más que una joven promesa de la Metro, Colbert deambulaba por la calle de la mediocridad interpretativa desde hacia algún tiempo, y Capra, no encontraba la oportunidad que necesitaba para dar ese paso de calidad que dan muy pocos directores. Sucedió una noche fue más que un éxito para Capra fue un regalo para el cine en tanto en cuanto permitió al italo-americano comenzar su carrera como uno de los grandes.
Sucedió una noche es simplemente efectista apelando al amor entre clases y al ideario familiar embadurnándolo todo con un delicioso toque cómico. Gable demuestra que como mejor sabe estar es como cómico aunque desafortunadamente muy pocos papeles tuvo a parte de los de galán. Colbert está en su justa medida maravillosa y recatada. Pero lo mejor, sin lugar a dudas la dirección, en la que Capra estimula nuestro córtex cerebral para hacernos sentir emociones diversas y ricas en matices, todo un abanico de recursos técnicos y de guión que mantienen al cine negro como uno de los más exquisitos.
Por cierto, lo del bigote de Clark, resulta que fue a partir de Sucedió un noche que ese bigote a veces de pega se convirtió en tatuaje permanente del rostro de Gable, imponiendo una moda entre el americanito de clase media y dejando para siempre grabados en nuestra memoria su estampa.

Un saludo.
Victor M Lazaro
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23 de abril de 2010
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Capra instiló una generosa dosis de optimismo y de exaltación de los sentimientos. No se le cayeron los anillos al filmar la obra idónea, “Qué bello es vivir”, para festejar las Navidades en el calor del hogar. Toda una concepción y declaración de principios acerca de la suerte de estar aquí y de amar.
También se lució con aquellas comedias de los treinta y cuarenta, de humor centrado en disparates, personas excéntricas, conversaciones jocosas y aventuras sin cesar. El ingrediente imprescindible: el triunfo del amor.
Una espléndidamente conservada fotografía añade méritos a los buenos oficios del equipo de rodaje, situando el marco para el brillo de una estrella, Clark Gable.
Es raro que las comedias de este tipo envejezcan con total dignidad. Algunos de los espectadores que se topan con “Sucedió en una noche” siete décadas más tarde de su estreno notan ciertas arrugas, detalles muy pasados de moda. Sí, a veces está pasada de rosca, y un poco oxidada. El clásico papel del macho dominante, protector y mandón, y el de la hembra débil e indefensa, rechinan un poquito. Se realiza el esfuerzo de intentar verla con los ojos de un espectador promedio de hace setenta años, pero a veces cuesta trabajo y no se pueden dejar de advertir las características con fecha de caducidad. Un lastre con el que carga una gran parte de los filmes, que están pensados mayormente para su momento presente. No obstante, éste de Capra se defiende y sale mínimamente airoso de la prueba.
El idilio imprevisto entre una fugitiva millonaria y un periodista despedido en un chapucero y desastroso viaje, enarbola el encanto de la sonrisa despreocupada, del romanticismo de galantería trasnochada, y de la simple y llana diversión de dos personas que se arriman por necesidad o bien por interés, y que atraviesan por las situaciones más tontas, entablando una intimidad de kilómetros y noches de habitación compartida pero no revuelta (aunque no se carezca de ganas). La presencia de los tira y afloja de rigor, y de los malentendidos, añaden los recodos que siempre conlleva el retorcido camino del amor.
Otra declaración de Capra acerca de la alegría de vivir y de enamorarse.
Vivoleyendo
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12 de febrero de 2013
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la tranquilidad de haber fustigado sin ningún respeto a vacas sagradas como Orson Welles, John Ford o el propio Frank Capra, y a clásicos relumbrados de los 30, 40 y 50, como las recientes "El Extraño" (1946) o "Ninotchka" (1938), os puedo decir que "Sucedió una noche" es una buena película y una gran comedia romántica. Aunque algunos la cataloguen como "Screwball comedy", traducible como comedia loca, y tal vez, también como Road Movie. Sea como fuere, pese a ser del 1934, o sea, de hace casi 80 años, es una delicia verla. No ha envejecido para nada y el conjunto de chistes, gags, situaciones comprometidas y diálogos siguen tan frescos como cuando aparecieron. Película entrañable, inteligente, divertida, necesariamente romántica, ingeniosa y amena, su éxito se debe principalmente a la pareja protagonista, Clark Gable (en el papel de Peter Warne) y Claudette Colbert (en el de Ellie Andrews). Están fantásticos los dos y lo que es mejor, hay química entre ellos, tensión sexual y un tira y afloja permanente en el que se explota perfectamente la extraña situación en la que se encuentran.

A algunos les puede molestar el machismo que destila "Sucedió una noche". Cierto que hay momentos que te chocan. Peter llega a amenazarla de "romperle la cara", incluso al final, aconseja darle un par de cachetes todos los días lo merezca o no. Sin embargo, me temo que esto son meras expresiones fruto de la rabia. De hecho en el primer ejemplo se disculpa y en el segundo tanto él como el padre de la chica saben que ninguno lo va a hacer. Más discutible sería el tono general. Observad que ella es encantadora pero caprichosa, infantil y dependiente. Es Peter el que tiene que estar sacándole las castañas del fuego continuamente. Os confieso que esto hace que la relación sea mucho más interesante pero entiende a que los igualitarios les pueda ofender. Qué le vamos a hacer. Aunque más que machista diría que es atrevida. De hecho fue una de las últimas películas antes de la aparición del Código Hayes que por lo que ve dañó bastante al cine, pues costó recuperar el nivel de trabajos como "Sucedió una noche". Como anécdota, Clark Gable comiendo zanahorias inspiró la creación del famoso Bugs Bunny.
Reaccionario
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23 de julio de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los directores americanos deberían revisar esta cinta antes de abordar una nueva comedia romántica. Al menos para aprender como hacer que el ritmo no decaiga cuando se ponen melosos 15 minutos antes de que acabe su obra, De verdad, buscad una comedia romántica americana de los últimos 30 años y decidme una en la que no haya un bajón terrible en el último cuarto de metraje para volver a retomar un ritmo más fresco al final (algunas le dan tal frenazo que no consiguen levantarlo).

La mejor Colbert junto a un gran Gable, fuera de su registro habitual, logran una de las mejores parejas de la historia del cine. Secuencias memorables (como el autoestop, las murallas de Jericó o la discusión matrimonial), diálogos maravillosos y un director en estado de gracia consiguen una película redonda sobre un argumento 100 veces contado (chico y chica, de condiciones muy distintas, y que casi se detestan, pero con mucha "química" entre ambos; obligados a compartir más tiempo del que desearían, terminan liberando sus deseos por encima de sus prejuicios.

Sí, nos lo han contado 100 veces, tal vez 1.000, pero nunca con tanta perfección cinematográfica.
Cole Thornton
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31 de enero de 2014
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No importa el número de veces que veamos esta película, es más, debería ser de obligado estudio en las escuelas de cine. La química entre Clark Gable y Claudette Colbert seguirá intacta, fresca y efervescente, el trasfondo social mantendrá su vigencia y, sobre todo, en cada visionado se irá reforzando la impresión de que Capra no desperdició ni un solo segundo de película. Todo lo que ocurre, todo lo que nos cuenta y cómo nos lo cuenta, está pensado con el propósito de servir a una de las comedias románticas que más han hecho por establecer los cánones del género.

En realidad, cualquier otra película de las de: “chica conoce chico, no se soportan, están obligados a verse, acaban enamorándose”, que se hayan hecho después, no han inventado gran cosa, sólo han introducido variantes. Todo estaba en Capra. Y en Hawks, y en McCarey, claro. Pero sobre todo en Capra. Lo que diferencia a “Sucedió una noche” de otras de su estirpe, aparte de su condición canónica en la comedia moderna, es el subtexto de la historia, tanto social como sexual, que Robert Riskin apuntaló con un extraordinario guión. El argumento es de sobra conocido, pero si quiero apuntar que también es una divertida “road movie” que refleja un país en plena depresión. Capra se pone del lado de los vencidos y los humillados, pero sin despreciar a los ricos y triunfadores, pues su cine siempre simpatizó con la gente de espíritu libre y honesto.

A día de hoy, reconoceremos clichés que en su momento fueron todo lo contrario – la escena del auto-stop -, pero nos seguirá sorprendiendo por la picante sexualidad que respira la película, en diálogos chispeantes y miradas lascivas, por la capacidad de seducción de los personajes ante el capitalismo opresor y la franqueza de un guión perfectamente medido. Capra transmite su alegría de vivir con la despreocupada conducta de los protagonistas, en su viaje iniciático, no exenta de una soterrada crítica al puritanismo de la época.

La lucha de sexos con inexorable victoria del elemento femenino en todos los casos, unido al humor y la ternura, constituye el soporte fundamental de un genuino género llamado comedia. Y el amor como bálsamo reparador del alma humana. La película que ganó ese año los cinco Oscars principales de la Academia (película, director, actor, actriz y guión), un récord que se mantuvo durante cuarenta y un años, hasta 1975 en que los ganaría “Alguien voló sobre el nido del cuco” y unos años más tarde “El silencio de los corderos”.
Antonio Morales
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