Escondidos en Brujas

Ante todo vaya de nuevo mi queja, por poner de cabeza de reparto al actor que menos minutos sale. Ya es moda, pero no por ello deja de ser menos cabreante.

Ralph Fiennes no asoma el hocico en un solo fotograma hasta los veinte minutos finales de película. Eso si, borda con encaje de bolillos su personaje de mafioso a la vieja usanza, con honor, palabra dada y todo eso.

El resto de interpretaciones alcanza un nivel altísimo, aunque el señor Gleeson es incapaz de hacer mal un papel aunque la peli sea un carajo (recomiendo verle en "El general" de Boorman), el Farrell clava su rol de tio poco ilustrado con tormenta interior, y el enano racista simplemente se sale.

El guión se sustenta en un argumento que, en realidad, no da para demasiado: pero aunque haya momentos demenciales que rayen el desfase, y alguna bajada de intensidad, la verdad es que es absolutamente sorprendente el buen hacer de los guionistas.

Humor negro a cascoporro, salvajadas sin límite, diálogos que firmaría el mismísimo Tarantino, y una puesta en escena digna de los mejores Coen. Los contrastes entre la belleza de la ciudad y el feismo interior del protagonista (que odia esa ciudad), son de una poesía extraña que da que pensar.

Sobra alguna escena (spoiler), y sobre todo alguna casualidad parentesca, pero entretenida lo es por completo, deja buen regusto de boca, y se aleja con originalidad del cine que nos publicitan como novedoso, porque esta vez ciertamente que lo es.

Una vez más, Caith acierta con una recomendación... y ya van ¿cuantas?

Ray y Ken son dos asesinos a sueldo que tras un trabajo complicado en Londres, son enviados a descansar a Brujas por su jefe. En esta ciudad, como sacada de un cuento de hadas, se hacen pasar por turistas. Pero mientras Ray no consigue olvidar las brutales imágenes de su último trabajo, Ken descubre el efecto positivo que tiene el lugar en su mente y alma. Cuando llega la llamada del jefe para conocer el siguiente movimiento, sus vacaciones se van a convertir en una lucha por su supervivencia.
Vaya amor le tienen los americanos a Europa. Pero sin malos rollos, que el director Martin McDonagh es un dramaturgo inglés y sabe de lo que habla. Presentada en Sundance, "Escondidos en Brujas" no es la típica película de asesinos en serie fría y despiadada que tiene la singularidad de ambientarse en Bélgica. Nada de venganzas personales, ni Scorsese, ni Tarantino, ni Mamet ni nada. Comedia ácida, intriga, drama y un bonito tono de cuento de hadas versión negra son los componentes de esta singularísima película.
Y es que los asesinos también hacen vida normal. De vacaciones, a Ken (Brendan Gleeson) le gusta lo clásico: las visitas imprescindibles de la guía. Ray (Colin Farrell) pasa de rollos culturales. La vida nocturna y las bellas chicas belgas. Pero el trabajo llama y un pequeño giro cambiará una historia algo gris (dos personas como cualquier otra -salvo el pequeño detalle de su profesión- que se sienten fuera de lugar a una lucha por la supervivencia, al embate entre los principios y el deber, las circunstancias y el devenir de las cosas) a una trama apasionante.
Escondidos en Brujas tiene grandes virtudes: los gags cómicos están muy bien encajados y la trama, levemente repetitiva y a ratos inverosímil, engancha y está bien rematada. Los ácidos diálogos están bien diseñados para personajes complejos encarnados por grandes actores. Del trío protagonista indudablemente destaca Brendan Gleeson. Cuesta creer que este maduro hombretón de aspecto afable sea un asesino, de hecho, es un hombre muy agradable. Personajes de contrastes. A destacar también la bella fotografía de Eigil Bryld y la estupenda música de Carter Burwell.
Escondidos en Brujas, debut en largo de Martin McDonagh es toda una sorpresa y muy digna de ver. Para reír y pensar, desconcertarse, sorprenderse y pasar un buen rato. Una propuesta muy interesante.

Brujas parece, a simple vista, una ciudad preciosa. Así es como nos la presenta McDonagh, con su pequeña dosis de encanto, y junto a unos personajes con los que a uno dudaría si visitar la ciudad europea, porque pese a ese deje cómico que los rodea, cualquiera intuye bien pronto debido a la situación y el modo de actuar que no serían la clase de tipos con las que pasar unos días de visita por una ciudad tan preciosa como la belga.

En sus primeros minutos, el debutante que ya ganara el Oscar al mejor corto en 2004 con su "Six Shooter", demuestra que posee cierta pericia para dar pie a una presentación bien trazada y lograr que dentro del tono formal que presenta la obra, no molesten los tintes humorísticos ya mentados y, además, se transformen en una herramienta para ayudar a hacer de "In Bruges" una distracción que no sólo alcanza agradables momentos de lo más jocosos, sino también ayuda a que estos construyan la personalidad de los dos tipos alrededor de los que se armará la historia que nos sirve McDonagh con buen trazo y pulso firme.

Así, sin medias tintas y desvelando con rapidez el meollo de la cuestión, el inglés hace un perfecto uso del tempo para ir introduciendo cada situación en el momento idoneo y cuadrando así los múltiples conflictos que se darán en "In Bruges", logrando con mucho acierto que ir empapándose con ese relato sea, además de un placer, una experiencia que obligue al espectador a permanecer atento a todo lo que acontece en pantalla durante el nudo tan bien hilvanado por un guión sin fisuras.
Gran parte del mérito, está también en las figuras de los dos intérpretes, que consiguen encauzar unos papeles de los que es difícil desvincularse y arman con pulso dos personalidades que saben como cuajar entre el público, sonsacándoles su mejor sonrisa... y sus peores temores en cuanto aparece un aplastante y acojonante Ralph Fiennes, porque lo de este actor, es de órdago... Que le den papelones, y los asuma, es fantástico, que sepa llevar el peso de una peli y, sin despeinarse, cumpla, es un lujo, pero que le den un papelillo secundario y que sepa llevar el peso de unos últimos tremendos 20 minutos, es como para hacerle un monumento en la mismísima Brujas.

La perfecta ejecución de su conclusión, y unos minutos finales bien trenzados, los dejo en manos de cualquier otro que quiera hablar sobre ellos, sólo por observar a Ralph Fiennes marcándose una actuación de las que quitan el hipo, ya merece la pena este notable debut de un tipo que depara mayores peliculones... a no ser que se esconda en EEUU.

Es "Escondidos en Brujas" una película extraña e inquietante. La película comienza con los personajes ya ubicados y de esta manera nos ahorra un buen puñado de explicaciones sobre el pasado de los mismos. Tan sólo sabemos que son sicarios de tres al cuarto abocados a un tour vacacional forzado. Personajes desterrados en una ciudad fuera del tiempo en el que viven: Brujas es claramente la co-protagonista de la cinta y parte de su encanto.

Cuando en una película, dos de sus escenas mas memorables tienen motivos tan diversos como un cuadro de El Bosco o el discurso apocalíptico de un actor enano puesto de cocaína hasta arriba en un prostíbulo, la consecuencia es la constatación de que en cine no está todo visto para un director que prima la creatividad narrativa por encima del contenido de lo que se narra. Y es que "Escondidos en Brujas" es una brillante narración dentro de una historia que no termina de funcionar, sobre todo en su tramo final cuando asistimos a una mera sucesión de persecuciones y tiros a diestro y siniestro sin demasiado interés.

Los actores, en su humor tan negro como la ciudad donde se alojan, están magníficos. La apuesta de "Escondidos en Brujas" es digna de mencionarse entre los mejores intentos de crear algo nuevo en el panorama cinematográfico europeo. Algo parecido al discurso de Tarantino en un infierno donde cae el sol a la hora de comer. Lástima que todo se quede en un simple "interesante" por la ineficaz y precipitada manera de acabar una historia que se merecía algo más.

Es curioso que las razones por las que hay que recomendar Escondidos en Brujas, son las que hacen que el film de Martin McDonagh no sea completamente redondo.

Quizá sea algo imposible ya que la película es una completa extravagancia, para lo bueno y lo malo. La historia podía haber caído en un montón de escenas o chistes baratos sobre asesinos a suelo. Vamos, las versiones baratas y cutres de Pulp Fiction que hemos sufrido desde el estreno de la obra de Tarantino. Pero Escondidos en Brujas no es así. Principalmente porque es una película bien escrita, especialmente unos estupendos diálogos. Eso si dichos por unos actores excelentes que, quizá, sean lo mejor de la película. A destacar un Colin Farell con una estupenda vis cómica (aunque su personaje es realmente trágico) y, como no, el gran Brendan Gleeson . El actor irlandés (incomprensiblemente desaprovechado en la industria del cine) vuelve a llenar la pantalla con una gran interpretación. También destaca esa gran belleza que es Cleménce Poésy .

La película, por cierto menos cómica de lo que apuntaba su estupendo tráiler , es pura extravagancia, una rareza que evita lo obvio. Y eso se agradece, pero también es verdad que, en ciertos momentos, la película debería calmarse algo. Coger un camino, ya sea el cómico, el dramático o trágico. Esa indefinición hace que Escondidos en Brujas tenga un estilo algo irregular y no se disfrute plenamente.

Y al final la ciudad de Brujas no acaba tan mal. Nos quedamos con la sensación de ser una ciudad de cuento de hadas. Y su papel en la película es crucial, sus monumentos, sus calles, sus edificios... Aunque el personaje de Ralph Fiennes encuentra el único inconveniente de la ciudad belga cuando dice: “El único inconveniente de Brujas es que está en Bélgica”.