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Mientras duerme Nueva York

Intriga. Cine negro Los periodistas del Sentinel están a punto terminar la edición del periódico. En los pasillos y en las mesas se conspira y se intriga para hacerse con la dirección del diario. Mientras tanto, un criminal que se dedica a matar mujeres jóvenes, tras cada asesinato, deja a la policía un mensaje escrito con pintalabios. En el periódico se establece una feroz competición: el primero que consiga la noticia de la captura del asesino "del ... [+]
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
20 de agosto de 2014
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me extraña que "Mientras Nueva York duerme" fuera una de las películas que más apreciaba su mismo director, principalmente porque por lo visto le dieron libertad absoluta a la hora de hacer y deshacer, a la hora de montarla y dejarla tal y como creyó oportuno, sin que los productores cambiaran ni una coma. Si a un cineasta se le deja hacer su trabajo sin presiones y tiene experiencia contrastada, el resultado sólo puede ser bueno.

De "Mientras Nueva York duerme" me quedo con muchas cosas, se trata de una película con dos líneas paralelas en su narración, por un lado es cine de ambiciones (que nace del resultado de cubrir una vacante laboral) y por otro es cine negro. Me quedo con la parte que tiene que ver con el periodismo y la descripción de una profesión que se apoya en muchas ocasiones en el lado malo del ser humano, cuando la realidad es lo de menos y la noticia es lo primero, con deslealtades, traiciones y cuchillos clavándose en las espaldas. Y si hay un puesto de trabajo en juego el derroche de estrategias es demencial. Fritz Lang retrata una profesión que en parte ha cambiado mucho y que a la vez no creo que me equivoque mucho al opinar abiertamente sin complejos que todo sigue funcionando igual. Hay rastreros y hay jefes sin escrúpulos que hacen que los que quedan por debajo sigan las mismas pautas de conducta profesional.

En esta película además se observa el maravilloso caso de tener delante a una enorme cantidad de personajes que interactúan entre ellos y todos tienen un peso significativo en la historia. Mi admiración siempre es mayúscula por Vincent Price, cuya presencia aquí puede que sea de actor secundario, pero su actitud es clave. Hay líos de mujeres, una policía incompetente y un final que no me convence. Pero la huella de Lang, de un director al que dejaron hacer, hace de esta película un entretenimiento que llega a nuestro siglo de manera fresca.
Luisito
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28 de diciembre de 2013
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que apunta a ser un policial .Luego la película se deriva a problemas de alcoba entre los protagonista varios y la trama policial quede como deshilachada se la aborda por momentos y luego se la deja .Fritz Lang no se decide entre el policial y el conflicto insípido entre hombres y mujeres corrientes.
sam34566
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28 de abril de 2009
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien, aquí sí. Una de las películas más exuberantes, completas e incisivas de Lang.

El modo que tiene de armonizar géneros es pasmoso. Por una parte, inyecta dosis de gran suspense con la historia del asesino. Por otra, incrusta el drama en tus sienes componiendo un corrosivo y sarcástico retrato de la codicia humana y de la miseria laboral. Y por otra, ofrece un aluvión de diálogos propios del cine negro más agudo y caústico.

y como broche, un reparto formidable, con el siempre fascinante Vincent Price derrochando carisma, con un correctísimo Dana Andrews, con un inmenso Thomas Mitchell y con un George Sanders siempre cautivador, aunque quizá algo desaprovechado.

El desenlace es un poco complaciente, debo admitir, pero yo le absuelvo.

Curiosamente, una vez más, el propio Lang rompe una lanza en su favor y la considera una de sus películas favoritas.

Ahora sí, definitivamente, que alguien me pase el teléfono de este hombre, a ver si quedo con él para comer torreznos y beber cerveza.
Barfly
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22 de mayo de 2012
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo la trama de un "thriller" de aires psicológicos y ciertos aires a cine negro, el realizador de origen alemán Fritz Lang nos ofrece un film que no es más que la lucha de poder entre los miembros de una corporación de comunicaciones. Aprovechando la presencia de un peligroso asesino de mujeres en la ciudad, el flamante nuevo presidente Walter Kyne (Vincent Price) promueve un ascenso al que consiga detenerlo entre los tres jefes visibles de la corporación, Mark Loving (George Sanders), director de la agencia de noticias, Griffith (Thomas Mitchell) director del periódico y Harry Kritzer (James Craig). Cada uno se servirá de cualquier estratagema para conseguir sus propósitos. Así, Kritzer trata de exprimir al máximo el hecho que es amante de la mujer del presidente (interpretada por Rhonda Fleming), mientras que Loving y Griffith pugnan por hacerse con los servicios de Edward Mobley (Dana Andrews) periodista que cuenta con el prestigio de tener un Pulitzer.
Aunque Lang nos muestra al psicópata asesino de mujeres en el prólogo del film y en breves flashes a lo largo del metraje, lo importante para el realizador no es tanto su detención, sino la guerra que se establece entre las tres cabezas visibles de la corporación para conseguir el ansiado puesto. Cada uno utilizará las armas que crea más convenientes dejando de lado cualquier ética o moral, y centrando el interés en detener a un asesino, no precisamente por un gran ideal de justicia. De esta forma, el realizador alemán ilustra las miserias humanas, con un componente de notable pesimismo. Y es que no hay apenas ningún personaje positivo. Los hay que utilizan a su mujer (interpretada por Ida Lupino) para conseguir sus propósitos. El propio personaje de Vincent Price está cargado de connotaciones negativas. Incluso el que podría ser el único personaje positivo de la película, el periodista Mobley, comete conscientemente actos reprobables (el asesino y él utilizan la misma técnica para acceder a un domicilio, utiliza a su novia como cebo). El retrato que Lang hace de las personas en este film es descorazonador y muestra su profundo pesimismo, por más que el relato tienda hacia el "happy end".
Aunque se ha encasillado el film dentro del cine negro, lo cierto es que aunque argumentalmente no desentonaría, tampoco se puede decir que esté totalmente dentro de la ortodoxia del género. La puesta en escena es mucho más convencional. Pero bajo esta apariencia "convencional" circula un film preciso como el mecanismo de un relojero y lleno de matices y una historia negra, muy negra.
Qué se puede decir de un reparto como el de este film con excelentes actores y actrices. Todos ellos nos ofrecen unos registros de altura que elevan aún más si cabe la labor del guionista (Casey Robinson) y por extensión la del propio realizador que en su penúltimo film en tierras americanas nos mostraba de forma sutil y elegante el cinismo y la bajeza moral de la que somos capaces los humanos.
manulynk
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20 de febrero de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay en “Mientras Nueva York duerme” dos tramas claramente paralelas, a grandes rasgos, pero bien diferenciadas: el asesino del lápiz de labios y la lucha por el poder dentro de un periódico. Quizá la segunda es más interesante, más rica en matices, con más peso específico dentro del film, pero personalmente, me atrae más la primera.

Con reminiscencias a “M, el vampiro de Dusseldorf” –para mí, una de las tres mejores películas de Lang-, tiene un genial comienzo, alta tensión e intriga y momentos de pavor protagonizados por el asesino (“¿Quieres que te demuestre cuanto quiero a mi madre?”), con una mirada absolutamente perdida y una incontinencia para la violencia.
Lang demuestra que sus asesinos con problemas psíquicos son la creme de la creme. Quizá sea una “boutade”, pero a mí me ha hecho pensar en el Norman Bates de “Psicosis”, al menos en una escena concreta muy impactante.

En la historia del periódico, el director de “Los sobornados” saca a la superficie todo el mundo de vanidades y miserias morales imaginables. Si el fin es escalar un peldaño, bien sea una exclusiva que te lleve más arriba o un puesto de mayor grado, casi todo está permitido. Cuando muere el viejo Kyne, una suerte de moderno Hearst, Ed Mobley (Dana Andrews) no duda en dar la noticia en su programa, y su hijo cogerá las riendas, creando un nuevo puesto, con lo que la veda se abre.

En cuanto a los actores, celebro el papel de Dana Andrews, un cuasi héroe imperfecto que le da a la bebida y, por cierto, hace muy bien el borracho, cosa poco habitual en muchos grandes, por sobreactuados. Otra cosa son los besos (qué mal besa).
Hay algo especial en la mirada de John Barrymore. Quizá excesivo, encarna perfectamente al asesino desequilibrado.

No me canso de elogiar a Ida Lupino, una magnífica actriz que lo da todo. Se suele decir que es la ladrona de escenas más grande de la Historia del Cine. En esta ocasión se muestra especialmente atractiva y sensual. “Todos los hombres son polígamos”, dice después de coger llamativamente un cigarrillo ante Dana Andrews.

El tema que plantea, de plena actualidad. Podría trasladarse a cualquier periódico o grupo multimedia de hoy las luchas intestinas por alcanzar las cotas más altas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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