Sólo se vive una vez

El cine americano de Lang era infinitamente superior al europeo. Infinitamente superior ya que tenía muchas y mejores películas. Y la más fascinante de todas es Sólo se vive una vez. El falso culpable nunca fue tan cruel con el individuo. Y el destino nunca le jugo tan mala pasada al Juan Nadie de turno. Enumerar las escenas geniales de Sólo se vive una vez es realmente complicado. Elegiré la de las ranas. Dichas ranas están en el estanque en donde se están reflejando las caras de Sylvia y Henry; y Sylvia dice que si muere una rana la otra también. Hermosa premonición. Los amantes de la noche, Dillinger 1945 y Bonnie and Clyde son algunas pelis que no hubieran visto la luz sin la influencia del vienés. Y ya iba siendo hora que tremenda obra de arte tuviera una crítica con un 10. Va por ustedes ranitas el 10 que sería un 100 si lo hubiera.

Cada vez que el mundo te lleva por un camino de fatalidad, recuerdas que la vida es una o ninguna, no quedan más oportunidades.

Cada vez que sales de la cárcel esperas una nueva oportunidad con ciertas reticencias conociendo cual es la realidad.

Cada vez que ella te mira con ojos de admiración, deseas que aquella fuera la última vez que pudiste decepcionarla, mentir para evitarlo no es lo más duro que tengas que tragar.

Cada vez que se busca un culpable, eres el dueño del sombrero perfecto para no permitirte respirar tranquilo nunca más.

Cada vez que el mundo te traiciona, decides que huir es el único modo de seguir vivo. No hay hogar sin dirección, pero existe el calor humano en contra del frío en los huesos, el techo de un coche es todo lo que necesitas para continuar.

Fritz Lang, madre, agárrense que vienen curvas... Conociendo su currículum, una podría esperar una obra maestra de no te menees. Pero donde me convenció en “Furia” (en la que sí que hizo que me rebullera esa rabia de la injusticia), aquí me quedo medio fría. En parte porque veo a Sidney en esa escena en la que, sabiendo que el marido es inocente y ha escapado por los pelos y sabe que si lo atrapan lo condenarán a muerte sí o sí, va la muy pánfila y le insta a que se entregue. En un estado con pena capital no puedes decirle a una persona inocente que se entregue libremente a la justicia sabiendo, porque no se puede ser tan rematadamente ingenua, que le van a condenar de todas formas (con sus antecedentes de ladrón ya lo tienen fichado y una vez que te fichan ya no te quitan la etiqueta jamás, por más que les restriegues ante la jeta tu voluntad de redimirte), y que una vez que haya atravesado las rejas del penal ya no tendrá marcha atrás, sobre todo porque cuando te fríen en la silla eléctrica luego viene el inconveniente de que ya no te puedes defender, porque has estirado la pata. Todavía si como mucho te condenaran a cadena perpetua, al menos tienes la certeza de que estarás vivo para pelear por tu inocencia, con lo cual es viable considerar la opción de entregarse por propio pie al brazo de la ¿justicia? Pero si hay cien a una de que frían a tu maromo, entonces anímalo a sobrevivir como sea, aunque tenga que huir hasta el fin del mundo.
Pero vamos, que para mí la Sidney ahí echó bastante abajo la película. Se le puede disculpar un poco porque, como crecemos creyendo que la justicia vela por todos, nos da por imaginarnos que si nos entregamos voluntariamente por muy inocentes que seamos, ahorrándoles el latazo de echarnos el guante, ya nos van a poner hasta una alfombra roja por delante.
Lo realmente concluyente fueron los siguientes detalles:

A esto yo lo llamaría nacer estrellado más que con estrella. Henry Fonda da vida a un pobre diablo que tiene puesto en la frente el sello de su destino, así naciste y así acabarás. Él lo sabe, lo sospecha, y no se equivoca, su intento por reinsertarse en la sociedad apenas es un gesto, queda en nada. Sin embargo lo que más vida le otorga a la película de Lang, y en definitiva aquello que da forma al contenido, es el frenético sentimiento humano que transmite la pareja. También es cierto que parece más enamorada ella que él, qué le vamos a hacer, pero la devoción de la chica hacia Fonda transmite un entusiasmo que sólo soy capaz de percibir como romanticismo puro y duro.

La mano de Lang está detrás, él decide limitar a menos de noventa minutos la película, claro que sí, para qué más?? Con eso es suficiente para contar lo que él quiere, para enseñarnos un mensaje imperecedero, esa imposibilidad de evitar llegar a otro lugar que no sea el que te toca, con un dramón como un piano, eso también es verdad, fiel a lo que busca, a ese objetivo final de mostrar la tragedia de un desdichado...

Por cierto, a Fonda aún le quedaba mucho, pero muchísimo por dar al cine, esto es sólo una pequeña muestra de los inicios de lo que para mí, sin duda, es uno de los mejores actores de la historia del cine.

Jamás consideraré civilizada a una sociedad que, ante un hombre que aspira a regenerarse, hace cuanto sea necesario para que no pueda lograrlo. Pero, paradójicamente, jamás creeré que, un hombre, que desde el fondo de su corazón ansíe rehabilitarse, no vaya a poder lograrlo. Porque la sociedad juega su papel como instrumento probador de cuan profundos son tus deseos, y cada ser humano, en estas circunstancias, debe hacer bien su papel resistiendo y perseverando.

No consigo sentir demasiada simpatía por Eddie Taylor (Henry Fonda), porque lo sentí como un hombre débil: se venga infantilmente cuando lo rechazan en un hotel y se desespera en la primera ocasión en que es botado de un empleo. Es demasiado primario, pues lo abandona toda lógica en su estancia en la prisión, y carece absolutamente de esa fe que, contra todo, preserva la esperanza. Así, se vuelve obstinado y no indaga cuando oye decir que todo está a su favor. Ha reincidido tres veces y cuando tiene la ocasión de una dura lucha en pro de su inocencia, renuncia a creer en alguien dejando bordado un trágico destino del cual, queda la sensación, de que fue él el único responsable.

Creo que el director, Fritz Lang, apuntaba a mostrar lo imposible que es, en ciertas ocasiones, luchar contra el destino. Muchas veces he sentido esto y puede ser que obedezca a esa ley de karma de que hablan los hindúes. Y, reconociendo que no he podido establecer claramente la frontera entre una cosa y la otra, en otras situaciones siento que es la incoherencia, la renuncia y/o la falta se solvencia moral, lo que convierte en tragedia irredimible cierta clase de existencias. Y para mí, Eddie Taylor ha sido recreado como un hombre de este estilo.

“SÓLO SE VIVE UNA VEZ” hace bien posible la doble o quizás la triple lectura, pues también podría verse como una denuncia del sistema judicial que, con tanta frecuencia, condena a hombres inocentes hasta hacer “imposible” su redención. Incapaz de creer ya en las palabras de los hombres uniformados, Taylor termina desoyendo lo único veraz que le dicen en algún momento y se convierte así en otra víctima de una “justicia” que es sólo venganza.

De otro lado, el romance entre Eddie y Joan, es de esa suerte de amores que, como el de Romeo y Julieta o el de Bonnie y Clyde, resultan bordados con un lazo de eternidad, pero con el sello de imposible tallado en sus espaldas.

Fritz Lang nos ha dado pues, un filme que no deja indiferente. Queda en cada uno optar por el tipo de lectura que le fluya de su propia alma.

Título para Latinoamérica: “SÓLO VIVIMOS UNA VEZ”