Operación final

La verdad es que siempre he considerado a (sir) Ben Kingsley un muy buen actor, pero en sus últimas películas parece haberlo olvidado y es una pena. En esta ocasión interpreta a Adolf Eichmann, uno de los responsables del Holocausto y es lo mejor de la película, que es muy buena ya de por sí, pero lo mejor, insisto, es el papelón que borda Kingsley: lo odias, te cae bien, empatizas con él, te emociona pero al final sigue interpretado a un monstruo.
La película sigue la estela de films como “Munich” (2005) y “La Deuda” (2011) y toma prestada un poco de la tensión de esa (al menos para mí) genial película que es “Argo” y unas pinceladas de la franquicia “Misión Imposible”. La historia de la película es real, pero esta obviamente dramatizada y en algunas escenas exagerada, pero aun así no deja de ser una película muy, muy interesante y además engancha.
Otra de las mejores cosas del film es el duelo interpretativo entre Oscar Isaac, in crescendo el tío, en mi opinión un gran actor, y Ben Kingsley, las escenas que comparten ambos están cargadas de autentica tensión y mala leche. Pero la verdad es que Isaac esta genial en el papel de sufrida y traumatizada víctima colateral del Holocausto y agente del Mossad.
Mélanie Laurent siempre estupenda y magnifica, es un gustazo verla siempre en una película, porque es una actriz increíble.
Una pena que la película no se estrenase en cines, porque creo que merece muchísimo la pena, muy recomendable y especialmente disfrutable para fans del británico (sir) Ben Kingsley.

El enfoque de este film incide en un hecho de tantos consecuencia de la barbarie nazi, modo thriller, con un ritmo ágil aunque, soprendentemente, con escasas pinceladas de acción y violencia. No llega a ser aburrida ni mucho menos, pero le faltan escenas enérgicas y alejarse de la previsibilidad con el uso de clichés clásicos ya repetidos hasta la saciedad.
También le falta profundidad en los pensamientos reales de Eichmann, así como en su relación con Peter. Se dibuja al nazi como una persona digna y razonable, cuando en la realidad era un personaje cobarde y ciertamente patético. No dejan de ser adornos cinematográficos.
El casting es casi incontestable, ya que las caracterizaciones e interpretaciones son buenas, sobre todo la de Kinsley como Eichmann, aunque desde otro enfoque yo hubiera escogido a alguien como John Turturro para darle ese toque veraz al personaje.



Filme interesante y correcto, aunque aporta poco o casi nada al género o al retrato histórico. Tan recomendable como olvidable.

Acabo de ver esta película en mi plataforma VOD Netflix, que en su día se me pasó por alto a pesar del elenco de estrellas que la protagonizan, y tras visionarla no parece que sea una producción de la denostada calidad Netflix, podría ser la mejor película de la captura del criminal nazi Adolf Eichmann.

Lo primero por lo que destaca son los protagonistas, en primer lugar Ben Kingsley, el contable judío en "La lista de Schindler" ahora metido a criminal nazi en el papel de Adolf Eichmann, del resto destacaría a Oscar Isaac, el protagonista muy conocido por su papel de piloto en la última trilogía de Star Wars, o a Mélanie Laurent, también conocida por su papel de heroína judía contra los nazis en "Malditos bastardos" de Tarantino. El guión se toma algunas licencias cinematográficas, sobre todo en cuanto a la convivencia de los captores y al poder de la ultraderecha en Argentina en connivencia con los criminales nazis refugiados en este país, esto probablemente no fuese como aparece en la película, en cualquier caso algo de eso también sigue existiendo en Argentina, es lo que se desprende tras lo ocurrido en la investigación de los atentados contra la Embajada de Israel en 1992 y el edificio de la asociación AMIA en 1994 por parte de Irán y su satélite Hezbolá. El resto del argumento sí se basa fielmente en la captura por parte del Mossad para llevarlo a juicio en Israel, con un guión centrado en la captura, el resultado es mucho más entretenido que el relato centrado en el juicio de la reciente versión para televisión The Eichmann Show.

Se trata de una película muy recomendable, un producto de Netflix de los que podría pasar por una clásica producción de Hollywood.

Seguro que han visto, en esos refritos de vídeos antiguos, imágenes de un delantero fallando un gol cantado delante de la portería rival. La voz del narrador suele encargarse de acentuar el dramatismo del patinazo. Algunas de las ocasiones son tan claras que la carrera del futbolista queda marcada por ese error. Exceso de confianza, demasiadas opciones, falta de temple… cada cagada tiene su motivo, pero lo que está claro es que cuando la gloria se desvanece el aroma de vergüenza que queda flotando en el ambiente es difícil de emplumárselo a otro.

Alguien pensará, ¿todo este preámbulo para decir que Operación Final es un truño de cuidado? Bueno, es que la película tiene más delito que habernos hecho perder dos horas de nuestra vida. Era una historia con posibilidades. Podría haberse tirado por el camino de la acción pura y dura y haber salido un trabajo digno. La opción de la confrontación psicológica entre verdugos y victimas también podría haber alcanzado un buen puerto. Incluso, aunque hubiese seguido con rigor la senda meramente histórica, se hubiera conseguido una cinta respetable. Pero la indecisión y mal gusto de los señores Orton (guionista) y Weitz (director) han parido un producto al que difícilmente se le pueda catalogar como película, en el sentido bueno de la palabra.

A la historia, como ya he adelantado, se le apagaron las luces al pisar área. La cantidad de caminos por los que podría haber avanzado el argumento ha abrumado al guionista que, a la tercera escena, ya solo espera que alguien de su esquina tire de una vez la toalla. El miedo a equivocarse que tiene el escritor se condensa de cada línea del guion y eso ya no hay director que lo seque. Lo más honrado que podría haber hecho Weitz es haber tirado de dignidad y dejar que otro se bebiese ese cáliz; aunque el estómago y la cuenta no hacen buenas migas con los remilgos idealistas y eso hay que respetarlo.

El resto de la producción ya es un hondar en la herida sin miramientos. Parece más un sabotaje o una venganza grupal que un intento serio de hacer una película. ¿Ejemplos? El protagonista es un George Clooney de Aliexpress totalmente prescindible que podría ser sustituido por un gato de escayola en cada fotograma sin que nadie se diese cuenta. El resto de compinches también son intercambiables por cualquier objeto inanimado que tenga usted a mano. Y luego llegamos a Ben Kingsley y sus contornos. Por contornos me refiero al niñ@ de seis años encargado de maquillar al Eichmann de retirada, así como al creador del guiñol del Eichmann nazi a tiempo completo. Si esto del cine no le sale a cuenta al maestro del látex seguro que encuentra su sitio en algún museo de cera desde el que seguir tomándonos el pelo.

Pero vayamos al turrón. ¿Era necesario contar con Ben Kingsley para esta película? No ha sido ni bueno para él ni para la producción. ¿No era mejor buscar un actor con parecido a Eichmann al que no hubiera que dedicarle cuatro horas de maquillaje cada mañana antes de rodar? ¿Y qué ha ganado sir Kingsley con participar en este proyecto de fin de curso que ha subvencionado la Metro? Un tío con su pegada cinematográfica deforestando su legado como ya hicieron otros infames pirómanos como son Robert De Niro, Morgan Freeman y Tommy Lee Jones.

¿Pero la veo o no la veo? Mi consejo es que si a los que hicieron esta película no les importó una mierda el resultado no veo motivo para que tú malgaste tu tiempo viéndola.

Operación final es un thriller basado en hechos reales dirigido por Chris Weitz, director de American Pie, La brújula dorada, y La saga Crepúsculo: Luna nueva.

Un equipo de agentes israelí liderado por Peter Malkin (Oscar Isaac) planea capturar a Adolf Eichmann (Ben Kingsley), uno de los principales responsables de organizar el Holocausto, y llevarlo a juicio en Israel.

Oscar Isaac y Ben Kingsley tienen una química increíble, y sus interacciones son muy interesantes y especiales de ver. Estos dos hombres que se odian y son de bandos opuestos, se sientan a cara a cara a mantener una serie de conversaciones desgarradoras, durante las cuales es imposible no emocionarse.

Este thriller consigue mantener la tensión hasta el final, añadiendo elementos de intriga y suspense a lo largo de la trama para mantener al espectador en vilo. Además, saber que está basado en hechos reales hace que la historia resulte de lo más sobrecogedora.


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