El hombre que plantó árboles

Soy docente, profesor, pedagogo o maestro, dependiendo del país en el que se entienda la labor de compartir conceptos, experiencias, aprendizajes, valores, miedos y esperanzas con un grupo de estudiantes. Ser docente es una de las carreras más complejas y subvaloradas que existen, al menos en todo el mundo menos en Finlandia (eso dicen). Incluso en Colombia, ser profesor está visto como una perdedera de tiempo porque no ofrece ningún tipo de riqueza, ni económica, ni personal. Sin embargo aquí estamos.

Cuando me preguntan sobre la razón por la cual escogí esta profesión suelo recordar este cortometraje. Son treinta minutos de sencillez y hermosura completamente indescriptibles y de un mensaje absolutamente profundo y esperanzador. En épocas en el que la inmediatez y el afán de conseguir lo más rápido que se pueda el éxito, ¿qué sentido tiene dedicarse pacientemente a una empresa como lo es plantar árboles en un desierto? La respuesta no será comprendida sino varios (muchos) años después. Por eso soy docente, porque mi riqueza no la encontraré ni hoy, ni mañana, ni posiblemente en uno o dos años, sino muchísimo tiempo después, pero estoy seguro que algún día llegará. ¿Y si no llega tal riqueza? La respuesta es simple, toda gran obra en el mundo comenzó con un pequeño paso y en palabras de Gandhi: “Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”.

Para todos aquellos que crean que el mundo puede ser un lugar diferente este video será toda una joya, para los que no, encontrarán un gran ejemplo sobre cómo hacer buenos cortometrajes.

Media hora de metraje que me pasó en un suspiro, en un segundo.
Un dibujo hermoso y muy colorido ayuda a contarnos una historia amable y hermosa de un hombre que planta árboles con el único afán de ser feliz con ello. Y que gracias a ello, y sin darse cuenta, cambiará una parte del mundo. De su mundo para ser más exactos.
Maravillosa fábula, una persona sola puede cambiarlo todo. Y como en este caso, siempre hacia mejor.

Ya hay muchas críticas contando las bondades del relato, por lo que no comentaré más.

Probablemente os sorprenda el cinco que le he puesto al corto, el cinco es sencillamente porque el corto se limita a narrarnos el relato de Jean Giono añadiéndole unas imágenes algo toscas pero que captan la esencia del cuento. Entonces ¿Cuál es el problema? Pues para mi, que el relato es un relato para ser leído, las imágenes realmente no me ofrecen nada que no hubiese podido imaginarme por lo que se hacen completamente innecesarias. Además nos encontramos ante una voz en off larga que por momentos se me hizo agotadora y monótona, siempre es mejor coger el relato y leerlo a nuestro ritmo releyendo los pasajes que más nos interesen.

Un hermoso alegato en defensa de los árboles y de los actos humanos constructivos figura en la lista de los cortos de animación más prestigiosos.
Basado en un cuento de Jean Giono, narra la extraordinaria constancia de un solo hombre que a lo largo de décadas planta decenas de miles de árboles y va transformando gradualmente un paraje estéril, desértico y abandonado, en otro fértil, rico y repoblado. La labor constante de una única persona, la determinación de dos manos y un corazón sembrando pacientemente, modifica espectacularmente un ecosistema entero. Es increíble el misterio de una pequeña semilla de la que brota vida y con perseverancia y paciencia va dando lugar a un majestuoso árbol que, sumado a otros muchos, crean un equilibrio medioambiental fundamental para todo el ciclo vital de la Tierra. Ahí está la esencia de la Naturaleza, en la que hasta lo más diminuto e insignificante tiene su función.
Un relato instructivo con mensaje sobre ecologismo y generosidad, que forman un continuo: sólo si el hombre venera su entorno, éste le dará sus mejores frutos.

...pero tampoco es para tanto.

Veamos. He leído el resto de críticas y estoy de acuerdo en esencia con lo que dicen. No tengo ninguna queja respecto al mensaje, es más, la sola presencia de una moraleja tan hermosa y necesaria, que nos habla de superación personal, un profundo respeto a la naturaleza y dignificación del trabajo humano, embellece la obra hasta puntos impresionantes. Tampoco tengo nada en contra de la animación, me gusta ver técnicas diferentes cuando se tiene una base con la que trabajar, y en este caso el estilo utilizado es inmejorable para la narración. Y el tono en el que se narra, tan lírico y emotivo, resulta casi siempre muy placentero.

No. Me quejo de que me deja frío. Que una historia tan bella no me cale, veo algo que se supone debe fascinarme por completo y no logro compenetrarme al cien por cien con ella.

Y es que, en mi opinión, el principal problema se encuentra en la situación del contexto histórico, que es pobre, no del todo bien narrada, e innecesaria. Sí, ya sé que lo explican convenientemente, que Elzéard vive aislado del mundo y mantiene su particular cruzada vital, muy bien... Pues precisamente por eso. Yo quiero saber más sobre este hombre, sobre su vida y su lucha, no me interesa -en este caso- que me metan en un berenjenal histórico que ocurre por completo al margen de su existencia. En la medida en que esto es producto de la narración de un segundo personaje, lo encuentro justificable e incluso puede resultar efectivo al resaltar la labor de construcción del protagonista paralela a dos de los mayores desastres que ha vivido la humanidad, pero en mi opinión no permite que la historia fluya como debería (una crítica menciona la idea de la amistad "a prueba de todo" entre el narrador y Elzéard, pero, aunque existe, yo no veo que se centre en exceso en este punto; la de "El hombre que plantaba árboles" es más una historia de admiración por una persona extraordinaria que un análisis de la relación íntima entre dos individuos) ni que llegue a conocer al tipo tanto como quisiera. O lo que es lo mismo, la emoción de la misma se ve truncada por la presencia de situaciones intercaladas que se sienten ajenas al contexto, como pertenecientes a otro cuento.

Mi segunda queja viene por ese "casi" que mencionaba en el primer párrafo. Efectivamente, el tono poético es todo un acierto, y reitero, lo es "casi" siempre. Porque es un arma de doble filo, no se puede evitar en algunas ocasiones quedar en exceso recargado, alargar las descripciones y detener la narración en un punto incorrecto. Y, a pesar de que el nivel general es muy meritorio, logrando una sensibilidad y una belleza increíbles, hay pequeños bajones en los que se estanca.

Con todo esto no digo que el resultado final sea malo, en absoluto. Es más, a mí me parece, con sus fallos, una obra preciosa e inspiradora. Pero las hay bastante mejores.