Los muertos no mueren

¿Una comedia de zombis? Tienes mi atención. ¿De un director reconocido y con un reparto repleto de actores conocidos? Claro que sí, joder. Estoy seguro de que estos fueron los primeros pensamientos de muchos de los que nos hemos decidido a ver "Los muertos no mueren". ¿Hacía falta algo más que esas premisas para interesarse por ella? ¿Qué podía salir mal...? Pues todo. En serio, pero TODO en mayúsculas. No sé cuál será la opinión después del visionado de los que se sintieron atraídos por esa propuesta inicial, pero a mí me cuesta recordar alguna ocasión en la que haya salido tan abochornado de una sala de cine. Un despropósito.

Es curioso, porque sus primeros minutos no son malos. Más que de primeros minutos quizá sea más correcto hablar de primer tercio, porque la verdad es que por momento esta introducción se hace pelín larga, por mucho que sea correcta. Tampoco quiero confundir a nadie, no es precisamente una maravilla, pero sirve su propósito de presentar lo que parece vamos a ver luego. Además te deja la sensación latente de que en cualquier momento la trama va a "arrancar" e irá hacia arriba sin remedio. Mentira. Nada de eso. Al contrario, después de ese inicio que se antojaba el preludio de algo grande, todo va cuesta abajo. Y sin frenos.

No me voy a explayar demasiado, porque sinceramente pienso que "Los muertos no mueren" no lo merece. La falta de ritmo es una constante durante todo el metraje. Un ritmo lento y cansino que se hace especialmente insoportable en las escenas de diálogos. Porque sí, los diálogos son insulsos y sin ninguna chispa, por lo tanto recrearse en ellos es poco menos (o poco más, si me apuras) que una tortura china. De su "humor" ni hablemos. ¿Dónde está el humor negro, gamberro del género? Sé que es muy subjetivo esto de la risa, pero sin ningún tipo de acritud, si alguien ha esbozado siquiera una ligera sonrisa con cualquier instante/escena/frase de esta película... que me diga en base a qué tipo de estupefaciente fue semejante logro. Son dignos de comentar dos de los momentos más ridículos que recuerdo haber visto nunca en una película (sin hacer demasiados spoilers: la torpe y patética rotura de la cuarta pared por un lado y el sinsentido "estelar" por otro). Y bueno, también anda por ahí alguna que otra referencia de brocha gorda a referentes del terror como George Romero o Psicosis. Para rematarlo todo, y como guinda a este bochorno, en el final nos quieren colar un alegato metafilosófico en clave social que no hay por dónde cogerlo, aparte de no tener ni una pizca de originalidad. ¿Los zombis verdaderos están en la sociedad real y su consumismo? ¡Wow! Qué mensaje tan poco manido y tan transgresor.

No me quedan ni ganas para hablar del desaprovechado reparto, ya que también es cierto que defender papeles así no debe ser tarea fácil. En "Los muertos no mueren" hay actores consagrados como Bill Murray o Buscemi que deberían brillar y no lo hacen. Sencillamente porque es imposible. Mención especial a Adam Driver, actor al que nunca he tragado y que de un tiempo a esta parte lo tengo que soportar más de lo que debería, debido al boom mediático de la "Disneystar Wars". Sigo sin verle la calidad interpretativa, sigo sin verle el carisma y sigo, por supuesto, sin verle esa etiqueta de tío atractivo e interesante que quieren meternos con calzador en muchas ocasiones (entre ellas en esta película). En fin, una pena desperdiciar en este bodrio un reparto con actores como los ya nombrados al inicio, Tom Waits (probablemente el único que cuenta con un personaje medio decente) o Chloë Sevigny.

Por último, solo quiero hacer un apunte sobre la banda sonora. Poca cosa, no hace falta más realmente. Para ello tiraré del sabio refranero popular: "lo poco agrada, lo mucho cansa". A buen entendedor...

Qué les debe haber pasado al gran Bill Murray, Danny Glover y Steve Buscemi para aceptar semejante trabajo?
No lo sé, ni me importa...
55 minutos iniciales soporíferos que no cuentan nada, con escenas infumables que no despiertan el mínimo interés al que lo visiona.
Realmente es un despropósito como la copa de un pino.
No pierdan el tiempo, por favor.

Creo que ésta será mi última critica. Y me da pena porque yo no podré decir pensando en ser recordado lo que dijo el ilustre Sheridan Le Fanu: "Me voy, y tras de mí, dejo mi fama", como otros, aquí, lo dejaron impreso. Y lo digo después de leer la primera crítica clasificada refiriéndose a un usuario muy importante que hacía críticas y lo dejó porque un impresentable le insultó. Ya ves, se enfadó al ver su buzón inundado de improperios y dijo: ya no escribo. Si tuviera yo que hacer caso de esas cosas, con la de veces que me envían amables misivas insultándome, pues eso, tendría que dejar de escribir cada dos por tres.

Pero, es verdad, a mí no creo que nadie me recuerde. Y tampoco se recordará esta crítica y supongo que la película tampoco es para guardar en la memoria. Aunque no es mala. Lo que pasa es que puede que no sea la película que uno espera. No es de terror, es, sencillamente, una película que aprovecha los zombis para criticar la sociedad, y así lo dicen: “Qué jodido está el mundo”.

Se trata de buscar el mensaje, o un mensaje cualquiera, o varios... Tal vez una denuncia sobre el cambio que se está produciendo, el cambio social o la violencia que existe que se observa como los policías ven a los zombis, sin ganas. Cuando la policía va por la calle entre tanto zombi, de noche, es la realidad que vivimos, no difiere nada de ver una calle en pleno botellón, por ejemplo, esas imágenes que salen en los telediarios grabadas con móviles agrediéndose unos a otros, okupas drogatas, bandas latinas... Esa es la denuncia, la violencia zombi.

Bueno, en concreto, es una película interesante para darle al coco, con un sentido soterrado de personajes que no quieren decir nada, ni dicen nada, porque no pueden más que callar y resistir en esta era de gilipollas a la que nos conduce la globalización, que es el método de hacernos verdaderos zombis sin personalidad. Se copian conductas y comportamientos y cuando más se etiqueta peor, más zombi se es. Sí, tenlo por seguro, Mr Jarmusch sabe algo del tema... Algo más de lo que dice.

Ahora hay mucho zombi vegano. Supongo que esos no se comerán a sus semejantes.

Pues lo que decía, ésta será mi última crítica...

Por esta semana. Hasta el lunes.

The dead don't die, aviso, es una película que tiende al engaño, pues no podemos olvidar que su papel es de parodiar el cine de George A. Romero, entre otros. Para ello, se sirve de la excusa de que los muertos vuelven a levantarse, con hambre de cerebros humanos, y un variopinto grupo de policías y habitantes del pueblo de Centerville tratarán de afrontar el problema. Para ello se sirven de ingenio y de buenas dosis de humor, con conversaciones que rozan lo absurdo y una banda sonora que saldrá por la ventanilla del coche.

LOS MUERTOS NO MUEREN tiene, en algunas de sus mejores partes, toques muy explícitos de gore, pero su mayor metraje trata de intentar adivinar qué es lo que intenta proponer Jim Jarmusch como director. Lo cierto es que no sabemos si nos hemos perdido algo, pero queda muy desdibujada y parece que el gran elenco de actores deben habérselo pasado genial, eso sí. Entre ellos Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swilton, Steve Buscemi, Danny Glover...

En definitiva, LOS MUERTOS NO MUEREN no debe engañaros. No es una película en la que os podáis divertir viendo cómo matan a zombies ni tampoco tiene un guion sólido como para disfrutarla. Es, sencillamente, un pasatiempo con un humor muy particular que, por desgracia, no convencerá a casi nadie. Advertidos estáis.

Películas de zombies hay realmente muchas y pocas que valgan la pena, por estas alturas ya vimos en todas las formas y en todo tipo de situaciones a los zombies es por eso que este film resulta realmente innecesario no aportando absolutamente nada a un trillado género. Realmente me asombra que tantos actores conocidos se hallan prestado para esta tontería en donde ni siquiera la comedia aprueba. Deambulan sin saber que hacer un avejentado Bill Murray, una caricaturesca Tilda Swinton y unos aburridos Steve Buscemi y Danny Glover. Desechable.