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Érase una vez en el oeste

Western Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés, vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros los ha asesinado a todos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 205
Críticas ordenadas por utilidad
26 de octubre de 2011
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver algunos westerns llamados spaghettis me dispuse, tal vez, a contemplar uno más, pero mi sorpresa fué mayúscula al comprobar esta obra maestra en todos los sentidos. El argumento, el guión, las interpretaciones, la fotografía, la música (y qué música de Ennio Morricone), la dirección de Sergio Leone, todo fué magistral. Eran los años 6O, y después vinieron otras obras maestras del Western norteamericano, pero esta era distinta a lo conocido hasta esa fecha, por su producción europea y ese tufillo a spaghetti ya conocido en producciones anteriores más inferiores. A pesar de su largo metraje se disfruta de ella con interés y expectación.
Lástima que en aquella época no existiera el sonido Stéreo Digital, pues la música se habría enriquecido de una forma maravillosa, pero nos quedan las grabaciones sonoras originales para disfrutar de semajante partitura cargada de una nostalgia que no se acaba nunca. Y lo dice uno de los proyeccionistas que la estrenó en Madrid con llenos diarios de público durante mucho tiempo que estuvo en su local de estreno. No me cansaba de verla una y otra vez y disfrutar de su partitura y de sus imágenes.
Siempre recordaré el estuche que se regalaba a los espectadores con unas cuantas cajas de cerillas dentro con fotogramas de la película en la portada de cada una de ellas. Fúe un detalle para recordar junto a la gran calidad del film.
Imprescindible su visionado y su audición para todos los amantes del Western.

José Antonio ZG
Jose Antonio ZG
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7 de octubre de 2007
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antológico film de Leone, crudo, áspero, con un comienzo sin palabras en el que se imponen el silencio y los planos cortos. Y acto seguido la aparición de Franck ( Henry Fonda) acompañado por una desgarradora música de Morricone en la que se aprecia una guitarra eléctrica que acentúa aún más el desasosiego. Una escena brutal pero tratada con tanta maestría que adquiere un gran lirismo y deja ya claro desde muy temprano que un acto tan malvado e injusto no puede quedar sin venganza. Creo que Leone condensó en este film todo lo mejor de sus western anteriores. Las tres películas anteriores, de la llamada trilogía del dólar, desprendían un aroma más humorístico y resultaban más divertidas y dinámicas. Hasta que llegó su hora, sin embargo, ahonda más en los sentimientos de los personajes y ofrece una visión más pesimista de la condición humana, los personajes son taciturnos y a todos se les nota un poso de tristeza en lo más interno incluso al astuto Cheyene al que se le detecta cierta nostalgia por una vida tranquila de hombre de familia que no ha podido pudo vivir. Ambición, egoísmo y venganza se se unen en una única dirección posible que es la de la muerte. Pero al mismo tiempo el director quiere dejar una puerta abierta al cambio y a la esperanza que se representa es esa estación de ferrocarril naciente que es levantada con entusiasmo.Unos vienen y otros se van...
Una obra maestra.
gonzalo
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22 de julio de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu....

Imposible ver esto sin expresar una onomatopeya como ésta u otra por el estilo; Sergio Leone reinventó el western, y , tras su fantástica trilogía, nos regala esta soberbia obra maestra (en la que, por una vez, el título traducido no desmerece al original, C'era una volta il West). La peli es una maravilla total desde el principio: evidentemente, ningún estudio estadounidense permitiría a un artista dedicar cincuenta minutos a un prólogo, a la presentación de unos personajes que saldarán cuentas con su destino en casi tres horas de auténtico placer.
Empezaremos por Jill, la viuda McBain, o, lo que es lo mismo, la belleza personificada, unida a la fuerza que representa una mujer a la que arrebatan violentamente su sueño de cambiar de vida, una magistral Claudia Cardinale, demostrándonos cómo se debe sudar y ser sexy a la vez; por otro lado, Morton, el malvado magnate del ferrocarril, caballo de hierro que traerá una nueva realidad al desolado Oeste, asediado por una tuberculosis ósea que hace difícil cumplir sus sueños de unir dos océanos. Por ahí anda también Cheyenne, uno de los personajes característicos de Leone, el asesino simpático, interpretado por Jason Robards, y que, por sus particulares motivos, ayuda al héroe a llevar a cabo su venganza; pero todos los personajes bailan al ritmo que marca el dúo protagonista, por un lado Frank, el malo por antonomasia, que lo sería menos si no fuera por el trabajo realizado por un alucinante Henry Fonda, hastiado de sus papeles de santurrón y que transmite, a través de la gélida mirada de sus ojos azules, todo el desprecio, odio y ambición que mueve a su personaje; pero a Frank le llegará su némesis personificada en el inquietante Harmonica, un hombre misterioso, innominado, venido de lejos a cobrar deudas del pasado, a quien da cuerpo, y escasas palabras, un Charles Bronson marcado por el sufrimiento.
Todos estos personajes se mueven en un entorno fascinante, a medias entre Tabernas y Monument Valley, fotografiado con la pericia habitual de Tonino Delli Colli, y, sobre todo, inmerso en el alucinante trabajo musical de Ennio Morricone, que otorga un tema inolvidable a cada uno de los roles de la peli, complementando así la personalidad de cada uno, y rellenando los silencios narrativos de Leone con una apoteosis musical impresionante.
Y el ritmo; ese ritmo, lento, pausado, desasosegante, un tempo que nos habla de la espera infructuosa, de nuestra propia pequeñez ante la inmutabilidad del destino que nos espera...

Repito: Guauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
babayu
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28 de abril de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La famosísima primera secuencia de la mítica HASTA QUE LLEGÓ SU HORA (Sergio Leone, 1968) deja ya a las claras la importancia del ritmo, del tiempo en la película. Es posiblemente en HASTA QUE LLEGÓ SU HORA donde el estilo dilettante de Leone alcanza su punto culminante en la obra del majestuoso director romano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Endik Larsson
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22 de agosto de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se trata tanto de contar una magnífica historia de pistoleros buenos y malos y de venganzas y catarsis duelistas, que también, sino de embridar la epicidad de la quintaesencia del western a base de multitud de referencias de decenas de westerns consagrados con novísimas aportaciones de cosecha propia, para mi que eso de alambicar en una sola peli la tragedia y la esencia del western, lo consigue. Esta reseña no da para siquiera orillar los mil detalles excelsos que cimentan la obra. Sin más, meter a Henry Fonda de malo terrible con ese pasado mítico de héroe americano es simplemente un acierto genial, y Henry Fonda lo borda. El resto del reparto es inigualable, con un Jason Robards que juega a ser el malvado de maldad blanca que es en suma la mirada del espectador que quiere un desenlace justo o liberador y para ello hay que pasar por el rodillo del duelo y la muerte. Una Claudia Cardinale hermosísima y con un carácter entre femme fatale, bella dama y luchadora fuerte que muy pocas habrían encarnado así, un Charles Bronson con esa mirada gélida, con ese aparecer siempre hierático y como preternatural y un rostro que parece esculpido en madera y que apenas esboza una sonrisa para Cheyenne al que guarda simpatía no por lo que es, sino por su franqueza y su victimismo, Cheyenne es un forajido que se justifica, y eso tiene gracia porque es moral. La música, con el leitmotiv por cada personaje parece que existiera antes de que se inventara el western, como si siempre hubiese estado allí. Y esa opinión que a veces se mantiene sobre el exceso metraje en realidad se justifica porque Sergio Leone gusta del detalle minucioso y manierista, pero sobre todo de la elipsis lenta antes de la resolución del disparo rápido; es decir, toda la acción se trabaja y se preña en el lento y previo desarrollo de las secuencias que es un suspense que captura velocidad cinética antes del disparo o el golpe, que es rapidísimo y que da respuesta catártica a ese lento preámbulo que en realidad da forma y espesor a la escena ulterior. Sorprende la enorme cantidad de detalles esmeradamente recreados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Julien Tormá
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