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Trabajos de construcción suspendidos (C)

Animación. Ciencia ficción La guerra entre las constructoras y la selva, la técnica y la naturaleza, va a caer con todo su peso sobre un empleado... ¿Quién controla a quién?
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
28 de octubre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A través de los corredores oscuros de un mundo situado entre la vigilia y la pesadilla, seguimos a una niña y a su gordo gato, desde la función circense que presenta pliegues retorcidos y esculturas de piedra humanas hacia universos de violencia y máquinas, de futuros inimaginables, de aventuras imposibles...

Y en sus entrañas nos vamos a adentrar de la mano de tres de las mentes más innovadoras del anime clásico: Shigeyuki "Rintaro" Hayashi, Katsuhiro Otomo y Yoshiaki Kawajiri. El gran proyecto en que se iban a embarcar a mediados de los '80 no era nada inusual en la industria (mítica es la serie de televisión "Manga sekai Mukashi Banashi", donde se adaptaban cuentos tradicionales), pero sí un esfuerzo bastante importante, tal vez algo que aún no apreciaba el sr. Haruki Kadokawa cuando propuso al primero de los tres adaptar en animación algunos de los relatos de la leyenda de la ciencia-ficción y la fantasía Takuji Murakami, uno de los autores más prolíficos de la Historia de la literatura nipona.
Con "Rintaro" a cargo de la planificación los dos restantes llegaron solos; Otomo, aunque ocupado con los dibujos de "Akira", no dudó en colaborar de nuevo con él tras la experiencia de "Genma Taisen". Kawajiri, ajeno todavía al cine, fue el reemplazo de Mamoru Oshii, y si bien el presupuesto de Kadokawa no era muy alto, las ideas y el entusiasmo del equipo hicieron que se elevara considerablemente. Así, cada uno quedó a cargo de tres historias sin ninguna relación entre sí influenciadas por el imaginario del autor pero a la vez tomaban sus propios caminos.

Tras la interesante "Hashiru Otoko", que realiza Kawajiri, saltamos a la parte más densa y complicada de "Mekyu Monogatari": "Koji chushi Mere", basada en el relato de mismo nombre de Murakami, escrito dos décadas antes, y que luego comprendería una saga; Otomo, ajeno a la animación aquel entonces, realiza un magistral trabajo siguiendo la temática del relato previo: nuestra dependencia de las máquinas, pero esta vez el elemento humano no se deja dominar por ellas.
Entre la incongruencia narrativa de las dos obras anteriores el director crea una historia con principio y final, situada en un país sudamericano donde una enorme construcción que cuesta millones a una empresa japonesa debe ser detenida. Entre la espesa jungla se levanta un mundo robótico que se derrumba debido a sus fallos mecánicos, que asfixia y destruye el entorno; asimismo, frente al menudo supervisor Tsutomu se encuentra un obstinado robot encargado de dirigir las obras sin importar las pérdidas ni los accidentes. Tanto la habitación en la que el primero es confinado como los monólogos continuos del segundo resultan irritantes y producen una enfermiza sensación de angustia.

Otomo sale victorioso con su oscuro argumento sobre la incapacidad de los humanos para manejar sus propias creaciones y sus estructuras y coloridos paisajes diseñados al milímetro, bellos en su ruindad, su suciedad y triste decadencia viscosa...
Un interesante discurso y un final épico que redondea esta genial rareza de la animación ochentera que tardó unos años en ver la luz por ser "demasiado extraña", según Kadokawa.
Chris Jiménez
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