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Dolor y gloria

Drama Narra una serie de reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, y otros recordados, como su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad, así como el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitante, la escritura como única ... [+]
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Críticas 294
Críticas ordenadas por utilidad
25 de marzo de 2019
635 de 1020 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hola Pedro:
Te escribo para despedirme.
Sí, sé que hace tiempo que nos conocemos. En realidad, soy yo quien te conoce a ti. Yo sólo soy uno de esos que ayuda a pagar tus facturas, aunque tú ni siquiera sabes que existo. Uno de tantos que permitimos que sigas haciendo eso que tanto te gusta, y nos gusta, que se llama cine.
Hace tiempo, sí, desde aquellos maravillosos 80. Ambos los vivimos, ambos los sobrevivimos y nos hemos adaptado, como hemos podido, a los tiempos venideros. Eso que se llama madurar.
Te disfruté en esa década, incluso más allá de ella. Pero es hora de dejarte ir.
Si lo pienso, son muchas más las películas tuyas que no me han gustado que las que sí lo han hecho. Y Un puñado las que me han enamorado. Pero uno ya está en esa edad en que no regala devociones. En que se compra los calzoncillos porque le gustan y no porque se vea la marca en goma, o que lleva polos sin que tenga que verse la etiqueta. En que quiere, o no, a las cosas y a las personas por lo que son, no por su status, no por su marca, ni por quien las firma. Hace ya demasiadas películas que no te encuentro. Son tantas decepciones que apenas te busco. En el fondo intuía que no iba a ser distinto con ésta. En el fondo sabía que sólo te veía porque había que verte, no porque deseara verte.
No me equivocaba: me has desinteresado y me has aburrido tanto que lo único que deseaba es que acabase tu plañir burgués de niño mimado e irme a casa a cenar. Tu lamento me ha sonado tan ligero y tan lejano que ni lo he escuchado. Tu dolor no me duele, no me inmuta y mucho menos me conmueve. Te veo con la misma frialdad con que te muestras.
Y por cierto, tu álter ego me parece aún peor actor ahora que en los ochenta. Apenas te reconozco como ese gran director de actores y de actrices que otrora fuiste. La artificiosidad que te hizo tan grande es resulta casi paródico. Un momentazo de Asier Etxendía, una enorme Julieta Serrano, una Penélope aceptable…poco más.
Me alegro mucho que te hayamos servido de terapia, que hayamos ayudado a ahuyentar tus fantasmas y que además no sólo hayas tenido que pagar a un psicólogo (como tendríamos que hacer el resto de los mortales), sino que encima hayas ganado dinero con ello. Me alegro de verdad. Pero hasta aquí he llegado.
Ni te conozco ni te quiero tanto como para seguir compartiendo tus neurosis aburguesadas ni tus confesiones a medias. No me despierta ninguna curiosidad saber qué parte de tu película pertenece a tu vida vivida, a tu vida reimaginada, o es fruto de tu literatura. No me interesa tu vida; no me importa tu vida y no quiero seguir siendo otra plañidera de tus lamentaciones ni quiero jalear tus pataletas o tus delirios. Somos muchos los que te hemos convertido en un niño mimado, los que no hemos sabido decir NO cuando era evidente el NO. Yo me descuelgo de ese ejército de consentidores. Tienes ya suficientes sin mí, y te seguirán siendo fieles, no te preocupes; tu marca está afianzada. Te dejo, ya sabes, no es por ti, es por mí. Sigue triunfando por donde vayas, te lo deseo de corazón, que a mí no me necesitas. No nos necesitamos. Es más, creo que ya ni nos caemos bien
piensaencines
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24 de marzo de 2019
227 de 346 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conste que era fan de Almodovar desde sus inicios pero creo que hace años y películas que está viviendo de los réditos de su primera etapa.
En concreto "Dolor y gloria" me parece tediosa, reiterativa en cuanto al "universo almodovariano",con una historia que en ningún momento me llega a interesar ni me conmueve.
Antonio Banderas hace una interpretación muy contenida pero que me deja absolutamente frio y Penelope Cruz hace de Penelope Cruz haciendo de madre de un Almodovar cinematográfico, no me la creo en ningún momento; es como si vieras a la imagen de Chanel disfrazada de Jacinta, Raimunda o la mujer manchega que toque .El resto de interpretes correctos sin más.
Me cuesta entender tanta crítica calificando esta película de obra maestra.
Rodrigo Vallina
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22 de marzo de 2019
184 de 266 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedro Almodóvar se abre en canal, desnuda su alma y nos regala una maravilla de película que emociona hasta límites insospechados y que cierra una trilogía que (sin quererlo) empezó en 1987 con "La ley del deseo" y continuó en 2004 con "La mala educación". Salvador Mallo es un director que echa la vista atrás en su pasado y se enfrenta a su futuro. "Dolor y Gloria" narra una serie de reencuentros, algunos físicos y otros recordados después de décadas, de un director de cine en su ocaso. Salvador Mallo tiene mucho de Pablo Quintero (Eusebio Poncela en "La ley del deseo") y de Enrique Goded (Fele Martínez en "La mala educación") también incluiría yo aquí aunque en menor medida a Mateo Blanco / Harry Caine (Lluis Homar en "Los abrazos rotos) por aquello de que es director de cine, pero al dotarlo de heterosexaulidad queda excluido, y no deberíamos, hay mucho de Pedro en el.
Y Salvador tendrá de P. Quintero y de E. Goded, pero sobretodo Salvador Mallo tiene mucho de Pedro, el piso del realizador manchego en el madrileño Paseo de Rosales se ha reproducido según me cuentan en un estudio con los mismos muebles y obras de arte hace las veces de vivienda del director. Antonio Banderas luce el corte de pelo y la ropa del realizador. Mi paisano no le imita, Pedro dijo que si lo veía oportuno en algún momento lo imitara, pero no, Antonio dijo que no, aunque en algunos momentos juegue con sus inflexiones de voz. Su composición es deslumbrante. Pedro dice (y se lo oigo a todo el mundo decir) que es la mejor interpretación de Banderas.

Su 21a película será recordada como la más valiente, la más desnuda y la más reveladora de Pedro Almodóvar, una especie de "ocho y medio (8½)" de Fellini, un director de cine que, a una edad madura de repente no sabe para donde va a tirar, el personaje que interpreta Antonio, protagonista absoluto de la historia está sumido en una crisis creativa, como el cineasta bloqueado del 'Ocho y medio' felliniano, "Dolor y gloria" es pura catarsis. Salvador Mallo, su alter ego, va mucho más allá que otros personajes de su filmografía. Según el cineasta, su nueva película no es una historia de mujeres como sus grandes films, al igual que las dos anteriores de esta trilogía esta película está marcada por el protagonismo masculino. "Al contrario que Julieta, Dolor y Gloria será una película con protagonistas masculinos, Antonio Banderas y Asier Etxeandía, donde también recupero a dos actrices que adoro, Penélope Cruz y Julieta Serrano, en personajes secundarios esenciales", afirmó Almodóvar en un comunicado de su productora, El Deseo.
Esta película está plagada de autoreferencias que tanto me encantan, vamos a encontrar a Mina, a Chavela Vargas, a Alaska y Dinarama (bravo Pedro), sus rojos y azules saturados y en contraste. Referencias y símbolos que nos llevan hasta "La mala educación", "Volver" o "Todo sobre mi madre", en "Dolor y gloria" como siempre y tanto me gusta ese colorido pop y se mezcla con momentos rurales y también con la soledad y la enfermedad.

Julieta Serrano y Penélope Cruz interpretan (con permiso de Chus Lampreave) a la madre de todas las madres de la filmografía de Almodóvar, como no puede ser de otra manera, el papel de la madre es Imprescindible y omnipresente, la madre sigue siendo uno de los personajes clave en la filmografía de Almodóvar. Son muchas las actrices que han tenido el privilegio de darles vida. Jacinta, así se llama la madre en la película, como Chus en "La flor de mi secreto", Almodóvar con este papel hace una declaración de amor a su madre, es quizás lo más íntimo que puede haber en la película, ellas están maravillosas, y si, aunque se denomine una película "de hombres" ellas están estupendas, no solo Julieta y Penélope, también Nora Navas grandísima actriz que trabaja por primera vez con el director, Cecilia Roth que vuelve a casa una vez mas, Rosalía que debuta en el cine con un pequeñito papel y la ganadora del Goya a la mejor actriz Susi Sánchez, tremenda actriz que vuelve a repetir con Pedro, de hecho sale en las pelis del manchego ininterrumpidamente desde "La piel que habito" en 2011.

Una película que emociona, te llega y te traspasa.
No puedo dejar de citar la magnífica intervención de Juan Gatti en la película. Además del cartel, y los posters de películas que se ven en ella (maravillosos "Sabor" y "Adicción" que recuerda al "Entre tinieblas" que hizo Zulueta), suyos son los títulos de crédito iniciales, toda una maravilla. Un film de Almodóvar.
javi rojo
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20 de marzo de 2019
152 de 236 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los personajes más destacados en la cinta es el de Asier Etxeandia, que da vida a un actor con el que Salvador no se habla desde el estreno de su película varias décadas atrás. Una relación donde el perdón tiene mucha importancia y donde también surgen las enemistades en el sector de la cinematografía. Una estrella en caída libre y con problemas de adicción, al que el protagonista de La novia interpreta como si fuera real y que funciona como un coprotagonista brillante.

Reconocidos cameos

Otras de las apariciones más esperadas en Dolor y Gloria son los de Rosalía, Susi Sánchez, Cecilia Roth, Raúl Arévalo o Julián López, entre otros. Parece que Almodóvar ha aprendido de la integración correcta y adecuada de estas apariciones, un hecho que en Los amantes pasajeros le pasaba factura.

Destacan dos jóvenes intérpretes que darán mucho que hablar. Uno de ellos es el pequeño que da vida a Almodóvar de niño: Asier Flores. Un jovencito cuya pasión por la vida y el amor a su madre traspasa la pantalla. Una regresión al pasado inmersiva. De la misma forma, el personaje de César Vicente, un albañil analfabeto, señala uno de los momentos más polémicos de la cinta y que sin duda es una delicia para los seguidores del realizador.

A esta posible polémica se le añade la del hombre casado, interpretado por el actor argentino Leonardo Sbaraglia, que supera su drogadicción y se reencuentra muchos años después con Salvador, el gran amor de su vida. Un hombre que sin duda sigue escondiendo sentimientos por el protagonista, a pesar de que ha rehecho su vida con diferentes mujeres y una familia.

Dolor, Gloria y Deseo

La primera premisa que surge tras visionar la cinta es que en el título falta una palabra: deseo. El despertar del nacimiento sexual y sentimental, el deseo por los recuerdos perdidos, por lo que fue y por lo que puede ser, el deseo de superar los problemas… Un sentimiento que aparece repetido a lo largo de toda la cinta. Un anhelo expresado en la película que en ocasiones se presenta con metáforas cuidadas y elaboradas, que recuerdan a otras en las cintas de Almodóvar, como las de Hable con ella.

El dolor es mostrado a través de los propios achaques de la edad de Salvador, pero también de las heridas abiertas más allá de lo físico. La película presenta la contraposición de la alegre infancia y la infelicidad de una vida adulta. Señala una serie de cuentas pendientes que hacen que el protagonista no pueda continuar adelante y que tendrá que revertir. Un estancamiento personal que afecta en su vida profesional y acrecienta sus dolencias y sus adicciones. Esto lleva a una reconciliación consigo mismo del personaje, pero también del propio Almodóvar.

Pero no todo siempre es malo, Almodóvar también presenta la gloria. Ese estado en el que los homenajes, las paces con los trabajos antiguos y las personas del pasado están presentes. Pero esta gloria está algo envenenada, pues supone la perdida de la intimidad, con la consiguiente fama, las constantes preguntas y curiosidad del público, o la falta del entendimiento de qué es lo que sucede, que mucha veces se convierten en acciones incoherentes del protagonista y una personalidad complicada.

La deliciosa técnica almodovariana

Es indudable que el estilo de Almodóvar es muy singular y diferenciado: personajes llenos de complejidades y secretos, encuadres y colorimetrías vivos, composiciones bellas pero naturales, el uso de metáforas visuales… El montaje de la cinta continúa en esta línea pero aporta mucho más. La estructura es distinta a la habitual a las que no tiene acostumbrados el manchego, debido a que los personajes aparecen y desaparecen de la nada. Un hecho que a priori puede resultar extraño pero que funciona a la perfección.

La historia de Dolor y Gloria se centra en todo momento en Salvador y presenta golpes de efecto, con cápsulas de narraciones relacionadas que se insertan en la película, pero funcionarían perfectamente de forma individual. Este es el caso de los monólogos o las animaciones. Después de la muerte de José Salcedo, montador de las películas de Almodóvar durante más de 20 años, la duda de lo que vendría era una incógnita. No obstante, la riqueza expresiva visual y narrativa sigue presente en la edición, con ese nexo de cortes entre el pasado y el presente.

No sólo la parte más visual y fotográfica de la cinta esta cuidada, sino que el nivel de sonoridad se trata con mucho cariño. La voz de Antonio Banderas evoca los recuerdos en todo momento en distintos planos, meciendo al espectador. De la misma forma repite en la creación de la banda sonora el compositor Alberto Iglesias, un habitual en el cine español y especialmente en el de Almodóvar, y que hace que la cinta se convierta en todo un ensamblaje perfecto.

Conclusión

Probablemente nos encontramos ante una de las mejores cintas de la carrera de Pedro Almodóvar. El manchego se mueve como pez en el agua en el drama, contando esta historia con rasgos autobiográficos. Antonio Banderas da vida a un personaje a imagen y semejanza del realizador, con el recuerdo a su madre, interpretada por Penélope Cruz. Ambos con actuaciones sublimes y junto a la presencia de otras grandes actuaciones como la de Asier Etxeandia. Actores que se entremezclan con cameos profesionales y jóvenes artistas nuevos en una simbiosis perfecta.

El realizador continúa con su exitosa y singular visión del cine, aportando una mayor austeridad, pero como un gran narrador que nos lleva por un viaje emocional a través de un guion y un montaje excepcionales. Almodóvar cura de esta manera sus viejas heridas, donde el dolor y la gloria han estado muy presentes, pero también el deseo.

Escrito por Miguel Angel Romero
https://cinemagavia.es/dolor-y-gloria-critica-pelicula/
Cinemagavia
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31 de marzo de 2019
114 de 160 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo varios años con la sensación de que durante toda su filmografía, Almodóvar se ha dedicado a contar lo mismo una y otra vez. Podría decirse que sus películas son un conjunto de lugares comunes en donde, a veces, su discurso consigue desarrollarse con más o menos acierto. Tras años como espectador considero que poco tiene ya que decir. Que sus incansables traumas, anhelos y desamparos se han plasmado en la pantalla durante décadas hasta perder el ritmo y la frescura.
Almodóvar, como director, ha sido siempre incapaz de vivir varias vidas, poder del que suelen gozar los creadores. Aún así, siempre es posible aplicar la teoría de que si la rueda gira, no hay motivos para cambiarla. Y creo que esa es la razón por la que los espectadores de fidelidad irregular, siguen acudiendo a escuchar al director manchego. En mi caso, siempre he tenido predilección por los personajes abandonados y ahogados por la soledad, sentimiento arraigado a sus coloridas obras.
Podría decirse que Dolor y Gloria es como el gazpacho que tanto gustaba a Iván en Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios y que Pepa preparaba con resentimiento. Son los ingredientes de siempre, ya tan familiares y fácilmente reconocibles después de veinte años. Pero ésta vez el director no los camufla bajo la tragedia de alguna dama dolida, ahora es él el protagonista. Y esto no hace si no que me acuerde de que aquel gazpacho elaborado durante la edad de oro de su filmografía contenía una caja entera de ansiolíticos. Y languidezco yo, y languidecemos algunos espectadores más, cerrando nuestros ojitos e incluso dejando escapar algún ronquido furtivo en la oscuridad. A ninguno parece importarnos el desazón que persigue a un personaje grisáceo y triste. No hay sentimiento, no hay sabor. Solo un regusto amargo, autocomplaciente, e indudablemente agotado.
sswango
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