Défense d'aimer

Esta frase dicha en una película dirigiéndose a una cama vacía, y además, en una película francesa, es toda una declaración de amor al cine. El tema no es nada extraño: un chico se enamora de otro y entonces entran todos los sentimientos, la pasión, los celos, la ansiedad, etc. pero esto está contado de tal forma que me ha parecido nuevo y muy bien hecho. Es una historia de un amor loco o una locura de amor que arranca pausadamente y va calando a la persona hasta no saber como sacarlo de su interior, de cada hecho cotidiano. Vivir en la proximidad y no poderlo ver en cada momento se convierte en una obsesión que lo hace buscar a toda hora, en cada lugar, o en las estatuas de Villa Médicis. Los franceses han sabido tratar siempre “l’amour fou” y conociendo al dedillo el cine americano, han sabido adaptarlo a su idiosincrasia y hacer para el resto del mundo un cine con personalidad. Algunas veces muy aburrido, muy pedante, pero en otras le han dado al espectador las imágenes justas para el tema, y muy especialmente para el tema del “amor”. Cuando arranca la película ya te das cuenta que el director tiene un nuevo concepto de la imagen fílmica y de la presentación de las escenas, y está probando a ver si funciona. Los planos entrecortados, los saltos mínimos en la historia, a veces de segundos, funcionan y con ellos te das cuenta que estás leyendo la historia y entendiéndola perfectamente. Particularmente me ha parecido efectiva esa forma de narrar en el acto sexual, y además porque me parece que el director ha sabido potenciar el erotismo del momento. La iluminación es natural pero el director de fotografía sabe colocar las luces naranja en determinados puntos de la escena para potenciar el aspecto romántico de la historia. En la decoración hay espacios claros y oscuros, muchas veces conseguidos con sábanas o trapos sobre los muebles y con ello consigue que el espectador también se interese por el lugar donde se está desarrollando la historia. Y por último hay que destacar la interpretación del protagonista, tan lejos del divismo, tan dócil y natural, hasta en el momento clave que el espectador descubrirá a su debido momento. Vale la pena verla y analizarla desde los dos aspectos fílmicos: el temático y el formal.