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Tournée

Drama Apenas cumplidos los cuarenta años, Joachim, un exitoso productor de televisión parisino, lo deja todo (hijos, amigos, enemigos, amores y remordimientos) para comenzar una nueva vida en América. Algún tiempo después, regresa con el grupo de bailarinas de striptease New Burlesque, cuyas mentes ha llenado de fantasías románticas sobre Francia. De ciudad en ciudad, el humor de los números y el atractivo de las chicas conquistan tanto a ... [+]
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
2 de junio de 2010
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mathieu Amalric, más conocido por su carrera como actor (“La escafandra y la mariposa”, “La cuestión humana” o como adversario de James Bond en “Quantum of solace”), también se apunta a dirigir (además de “Le Stade de Wimbledon” de 2001, también había realizado “Mange ta soupe” en 1997 y “La chose publique” en 2003).
El resultado es digno, aunque la condecoración con el premio a la mejor dirección en Cannes quizá sea una excesiva recompensa. La película es muy original, pero pierde por momentos al espectador en ese “tour de Francia” de un productor decadente del “New Burlesque” con su grupo de actrices (que no son actrices de cine), cada cual más alocada.
Son interesantes algunos de los números que se van representando a medida que avanza la cinta, y poco a poco ésta se va completando además con golpes de humor. Sobre todo, por la presencia de Joachim, el personaje de Amalric, quien parece dirigir la película dentro y fuera de la pantalla. A parte de productor desventurado es padre (que no de familia) y, sin quererlo, ha de ir afrontando poco a poco su pasado, presente y futuro. Queriendo volver a sus orígenes como el príncipe que nunca fue, quedándose tan solo en un príncipe rana.
hpbordon
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28 de diciembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo largo de Amalric apostó por un drama de personajes y atmósfera. Nos metemos en el equipaje de ese grupo compuesto por unas strippers entraditas en carnes, estrafalarias y sexys, un par de ayudantes y el productor, y vamos deambulando por la geografía francesa en un viaje quizás excesivamente errático. Joachim deja al descubierto sus encantos y sus miserias, porque eso nos permite acercarnos a los aciertos (los menos) y errores (los más) de su vida de fugitivo que regresa al punto del que se fugó. Temeraria decisión, pues dejó un matrimonio roto, dos hijos, deudas, amigos resentidos y contactos que lo mandarían al infierno con mucho gusto.
Su figura de paternal manager que va de puerto en puerto con su pequeña troupe de artistas del escenario no oculta sus vulnerabilidades ni sus batacazos. Odia el ruido de fondo de la televisión y el hilo musical en los hoteles, fuma constantemente, es rechazado penosamente por sus antiguas amistades o viejos conocidos a los que pide ayuda, se lleva algún golpe que le deja un ojo a la virulé, pasa un par de días bastante movidos con sus hijos trasladándolos de un sitio a otro junto con su compañía (dedicándose a ellos cuanto puede dada su vida trashumante), y va viendo cómo las puertas se le han cerrado en su lugar de origen. Sus chicas actúan con éxito de pueblo en pueblo, los locales se llenan de público hasta la bandera, pero parece que el sueño de París se hace trizas, porque uno recoge lo que siembra, y él sembró discordias al dejar plantada a mucha gente.
Joachim es un pobre infeliz simpático, caótico y soñador que intenta tirar adelante, y en su tournée de fracasos personales le siguen sus fieles chicas cargando con sus maletas, sus ropas llamativas, sus shows picantes, sus charlas medio desnudas en los camerinos y bromeando en los salones de los hoteles.
Llegar o no a París no será lo más importante, a fin de cuentas.
Vivoleyendo
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14 de julio de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que divagan entre su discurso interno y externo con una devoción tan sepulcral como meritoria. El filme de Mathieu Amalric me parece tan cautivador como sorprendente desde un punto de vista referencial y cultural ya que eleva el choque cinematográfico a un extremo de agradable anestesia y proyección al etéreo al espectador. Obviamente el choque es cultural en el amplio sentido: idiomático, ya que en algunas secuencias se emplea tanto el francés como el inglés incluso en la misma frase; cinematográfico, ya que divaga entre el cine de Casavetes con ese personaje sacado de “The Killing of a Chinese Bookie” (se permite alguna auto-referencia para quitarse peso crítico por parte del espectador) y el cine francés con secuencias extremas a lo Arnaud Desplechin; musical, ya que emplea bailarinas de striptease paridas del New Burlesque y una banda sonora con The Sonics o Screamin' Jay Hawkins filmados desde una perspectiva netamente francesa como primogénita a nivel cinematográfico.

“Tournée” es el choque de lo viejo y lo nuevo. De dos continentes que entendieron el cine y el espectáculo de maneras distintas y aparentemente antagónicas pero que formularon propuestas conjuntas bebiendo de los mismos elixires. ¿No se puede entender, acaso, el cine de Casavetes como una respuesta americana a la nouvelle vague utilizando su libertad de rodaje e impulsando al cine independiente que vendría después?
El filme de Mathieu Amalric se ciñe a una propuesta muy interesante con la filmación, similar a un documental, con planos largos de seguimiento a las artistas y personajes y secuencias muy largas que pasan por el filtro censor de la tijera pero añade esa esencia del guión y la ficción como hilo conductor en la figura del cineasta. No esconde su propia devoción por el espectáculo ya que arranca desde las bambalinas y vibra desde sus títulos de crédito para hacer una obra de seguimiento de sus protagonistas y esa gira que protagonizan como almas errantes en busca de un destino que nunca llegará.

Hay dobles identidades como esa filmación del espectáculo desde el interior del mismo y el propio Joachim une ambos mundos y planos (el personal y el artístico) con nefastos resultados.
Pero el show debe continuar y Mathieu Amalric lleva a sus habitantes a un hotel deshabitado y espectral para alcanzar esa elevación del espectador a un plano mayor, que le ubica en la órbita de cineastas orientales o Sofia Coppola. De nuevo el choque de continentes está presente y con resultados sumamente notables.
Maldito Bastardo
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14 de mayo de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine y la televisión nos devuelven la imagen de un mundo diferente al nuestro que posiblemente sea mejor. Se trata de evadirse, imaginarse cosas imposibles y volar por unos momentos a una dimensión desconocida. Ese viaje es el que permiten los actores con sus actuaciones. Y Mathieu Amalric, que ahora se pone detrás de las cámaras, es consciente de ello. Por eso se siente tan atraido por unas voluptuosas americanas, bailarinas de streaptease burlesque, y la fascinación que despiertan en el público: sus contorsiones provocativas, sus formas renacentistas, la culminación de lo bello con lo cutre. Encima Amalric se reserva el papel de productor musical, la persona que dirige a esas mujeres por una Francia desconocida. Y con eso, Amalric sigue alimentando su mito: vuelve a interpretar a un ser contradictorio, con un pasado turbulento, frágil, delgado, consumido, de humor melancólico, de un atractivo tan bizarro como sus majas desnudas. Representa, pues, la soledad del artista.

Tournée es eso: la crónica de la gira de un espectáculo grotesque, evento de variedades que ha ideado un hombre desencantado con el mundo de la televisión (en otras palabras, que quiere volver a recordar los espectáculos de hace un siglo para afianzar su condición de marginado). La película es en realidad el descenso a los infiernos del Joachim que da vida Amalric: el film empieza en una sala oscura y un público entregado a las rarezas de las artistas, y acaba en un hotel de lujo pero vacío, recordando ese mismo espectáculo cuando los focos ya se han apagado. Poco queda de esos streaptease que obnubilaban a los machos y hacían gracia a las féminas. De la misma manera, la existencia de Joachim queda rota en pedazos cuando el espectador es consciente de que es un amigo pésimo, un padre pésimo y un domador de fieras igual de malo. Amalric nos dice que la vida es igual de burlesca que esos espectáculos: burlesca por lo que tiene de festiva y jocosa, también porque invita a la burla o a la chanza (definición misma del DRAE) cuando alguien decide tomar un camino secundario.

Tournée nos devuelve esa imagen deformada y al mismo tiempo muy lúcida de la vida. Si todo es un circo, más vale que disfrutemos del poco tiempo que estamos montados en la atracción. Una reflexión muy madura planteada con una estética muy estudiada. Será que Amalric no es un principiante. Puede que a pesar de todo le vaya grande esa Palma de oro en Cannes al mejor realizador, pero Tournée es muy sólida, tal vez el principio de otras giras en forma de interesantes películas.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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20 de agosto de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Tournée” encarna lo bizarro y estrambótico. Pero no piensen mal, son las señas de identidad de un largometraje de calidad que contempla multitud de registros. Un viejo representante de la televisión gala, que cansado de este medio y viviendo un particular bache, viaja a USA, encontrando a unas voluptuosas y peculiares “bailarinas” con las que podría cosechar un gran éxito en su país natal. Unas artistas del New Burlesque que atraviesan el Atlántico para cruzarse Francia con París como destino soñado.

Mathieu Amalric es el director y protagonista de “Tournée”. Buen guión, buen ritmo que quizás decrece al final con una caída de intensidad provocada por la intrusión en la intimidad del personaje de Mathieu. Y es que “Tournée” es el viaje de lo banal hacia lo íntimo. Es un trayecto redentor en el que el protagonista debe atar los cabos sueltos del pasado.

Pero las actrices del New Burlesque, algunas salidas de los cánones renacentistas, le dan el brillo necesario a la película. Sus actuaciones de streaptease tanto para hombres como para mujeres con números de lo más dispares que no te dejarán indiferente.

El caos le da valor a lo nuevo de Amalric. Cuando precisamente renuncia a ello y prefiere calmar su obra es cuando Tournée decrece como producción. Una obra, quizás, muy personal del director. Podría ser una road-movie, un cine de cámara a cuestas, una gira de precariedades, pero el director y las actrices la hacen especial. Fue reconocida por Cannes y por siete premios César. Merece la pena verla, tiene encanto, aunque sea un tanto excéntrica.

puntoencuentrocomplutense
Organillero
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