Los pequeños privilegios

No sé si los directores que hicieron cine en México en los años setenta pensaron que en sus obras, el discurso perduraría y seguiría tan actual, tantos años despúes. Revisando cintas de esa época me encuentro con la reflexión de que los temas tratados, en muchos de los casos, siguen actuales. El cine, como cualquier obra de arte, refleja una época; en esta película retrata las diferencias de clases desde un punto de vista abismal. En la dicotomía rico/pobre, el primero dispone para su comodidad del segundo, incluso de deja entrever que es algo establecido. El pudiente se maravilla y disfruta de lo novedoso, de lo actual; mientras el rezagado acude a los remedios tradicionales, a lo alternativo. La clase alta observa al mundo en la comodidad de su sala en compañía de familiares y amigos (sus viajes, sus aventuras filmadas con cámara en mano); la servidumbre, en soledad, mira por la ventana de la cocina su pueblo, sus gentes, su cultura y su historia, pues ese es el lugar que le corresponde ancestralmente.

La verdad que desconocía la existencia de esta estúpenda película, no esperaba tanto simbolismo ni un retrato tan exacto del país, resultó toda una agradable sorpresa encontrar una crítica dura a los cánones sociales. Lo malo es que ya pasaron más de cuarenta primaveras. Y la historia se repite... Y quizá las escenas crudas que se muestran siguen ocurriendo, las ideas retrógradas, los duros prejuicios, no han cambiado mucho que digamos y seguimos en una sociedad que se deja arrastrar por los mismos paradigmas y como dice la canción del final: "esto de jugar a la vida es algo que a veces duele".