¿Y... dónde están los Morgan?

Quien vaya a ver esta película esperando ver Los Puentes de Madison es que no se entera de la misa a la media. Con los preliminares, ya uno intuye que es una comedia romántica tontorrona, protagonizada por Hugh Grant, que siempre hace de Hugh Grant... y Sarah Jessica Parker, que vuelve hacer de Carrie Bradshaw. A poco que hayas leído sobre la película, sabes que el guión tampoco va a dar mucho de si...

Entonces, si finalmente se acude al cine para ver esta película, es porque apetece pasar un rato agradable y entretenido. Hay veces que el cuerpo te pide una sesión de encefalograma plano, un poco de optimismo y algo de humor (que bastantes disgustos da la vida real...) Y "¿Qué fue de los Morgan?" cumple con este cometido.

Si además eres fan de Sarah Jessica Parker, será un plus añadido para disfrutar de una historia muy divertida. Un cosmopolita matrimonio neoyorquino a punto de divorciarse se ve obligado a compartir una semana en la profunda América rural al acceder a un programa de protección de testigos.

Apta para todo tipo de públicos excepto cineastas.

Me imagino que Hugh Grant se ha quedado ya para ésto. Para el granero del ofertón. Igual que su compañera de reparto. Pero bueno, no está mal, de algo hay que vivir y éste es un género tan digno como otro cualquiera. No porque sea más reposado es más fácil, al revés, es muy difícil lograr un pleno en una comedia romántica.
En ésta de los Morgan la música es acertada y el entorno elegido muy bonito para contemplar: el rodeo, los vaqueros… El humor es fundamental y aquí hay que aceptar que prácticamente brilla por su ausencia. A pesar de ello mantiene un nivel que no se atraganta.
La pareja discurre con sus problemas matrimoniales en un plan muy suave. Bien, se acepta sin problemas.
La cuestión de la nueva identidad para estar protegidos como futuros testigos en un caso de asesinato y tráfico de armas se mantiene ahí, válida como argumento para que la pareja tengan que seguir juntos, pero no da para mucho más.

Supongo que no se le puede dar más que un aprobadillo y menos con un final tan poco trabajado; yo se lo doy por Sam Elliott, el vaquero del viejo rancho de La Rosa Amarilla, que cumple sin mover el bigote siquiera, sabedor de lo flojita que es la peli que están rodando. Y por su frase después de oír a la rubia de turno decir una tontada: “Nunca hay un buen incendio cuando más se necesita”.

Hugh Grant vino a España a promocionar el estreno, y lo entrevistaron en directo en el telediario de Telecinco. Cuando le preguntaron acerca de la película, todos esperábamos ver como nos vendía la burra. Sin embargo dijo: “Viene a ser un más de lo mismo”. Admito que no me lo esperaba.

El principal argumento para criticar (en lo negativo) una película de Hugh Grant es aquello que él no se molestó ni en disimular. Es decir, que siempre hace lo mismo. Sin embargo no será una pega para aquellos a los que les guste el género. A ellos es a los que vende lo que produce ¿Para qué ocultarlo? Y no sólo es el mismo tipo de comedia romántica, también hace el mismo papel de bonachón, mitad tontorrón, mitad caradura, algo ególatra, algo inseguro, con la misma sonrisa picarona de siempre y hasta el mismo tartamudeo (al menos del doblador). Está claro que encontró un filón haciendo este tipo de papel que le ha permitido ser durante dos décadas el rey del género. Además sabe elegir los guiones resultones en taquilla, una virtud imprescindible para todo actor que quiere seguir en la palestra ¿Para qué cambiar? En todas sus entrevistas parece obligada la pregunta de cuando cambiará de registro, y él lo admite y asegura que quizá la próxima vez, pero en el fondo parece lo suficientemente listo para saber que la gallina de los huevos de oro no se encuentra dos veces en la misma vida, y que a estas alturas no parece que nadie le vaya a ofrecer un papel dramático para un guión de altura (Aunque eso nunca se sabe. Cosas más inverosímiles ha hecho Tarantino).

En este episodio (Porque más que película parece un nuevo episodio de una misma serie), le acompaña la Jessica Parker, con la que forma una pareja de neoyorquinos acomodados que se ven obligados a abandonar la city por ser testigos de un asesinato. Se acogen a un programa de protección del gobierno, cambian de identidad y los trasladan a un pueblo de Wyoming. No hace falta explicar mucho más. Los chistes propios de dos urbanitas en el campo, de cómo se integran con sus nuevos vecinos y de cómo arreglan sus problemas de pareja. Está ligeramente por debajo de la media del estándar de comedia romántica estilo Hugh Grant, pero algunas situaciones cómicas funcionan y tiene el mérito de entretener lo suficiente para el aprobado. Los que aborrezcan “la serie”, manténganse alejados. Además los clásicos chistes de “chica de ciudad ordeñando vaca” y “oso atacando a Hugh” puede provocarles sarpullidos. El resto no se aburrirá, pero no pasa nada si la dejan para cuando la pongan en la tele.

He tenido la oportunidad de ver el preestreno de esta película y os recomiendo que no perdáis vuestro tiempo viéndola, ya que aun sin verla ya la habéis visto. Los mismos chistes típicos de siempre, el mismo guión repetido en cientos de comedias románticas, y también veréis al mismo Hugh Grant y Sarah J.Parker de sus ultimas cinco películas.

En fin, una película mas del montón que se olvidara en unos meses.

No se pueden pedir peras al olmo. Cada año una infinidad de productos de cualquier género nos llegan a las pantallas con el único afán de entretenernos. Pueden ir de tiros, de amor, o de lágrimas, pero son películas que en ningún momento tratan de ser originales, de innovar o de quedar para la posteridad. De hecho, sean comedias románticas o películas de intriga, parecen hechas con plantilla, siguiendo los pasos de las anteriores y dirigidas siempre a su público específico.

¿Qué fue de los Morgan? No es, ni mucho menos, una excepción. Es, sin más, una comedia romántica entretenida y del montón, que al menos no molesta. No se pasa de azúcar ni tampoco subraya la estupidez. No insulta a la inteligencia y se hace liviana y dócil como una mañana de sábado.

Quien deteste a Hugh Grant (entre los que me incluyo) que no vaya a verla. Quien deteste a Sarah Jessica Parker (entre los que no me incluyo) que no vaya a verla. Porque los dos actores (¡ejem!, Grant), vuelven a realizar, con su comodidad habitual, a ese inglés inseguro pero romántico; y a esa neoyorkina independiente pero romántica, que tantos disgustos les han dado a muchos.

Por lo demás, una intrascendente comedia en la que el contraste campo/ciudad y sus gentes dan lugar a gags al menos graciosos, como hace diez años en la película “A las duras y a las maduras”, pero sustituyendo a la comunidad amish del filme con Kirstie Alley, por un pueblo de votantes potenciales de Bush, Palin, y compañía.