Rivales secretos

Cuando uno se dispone a ver una película de estas características, al menos en mi caso, la historia y casi todos elementos que buscaría en otro producto convencional pasan a un segundo plano, si me apuras hasta un tercero. Hay belleza y sobre todo mucho deleite en sonrojantes escenas de peleas con puñetazos y patadas que golpean a más de un metro del rival, además de tramas y montajes con menos coherencia que una sopa de vinagre. Siendo una de las primeras apariciones del legendario John Liu no esperaba menos, pero estaba equivocado.

Buscando cobre encontré oro, aunque casi casi también cobro lo mío por desvergonzado. La realidad es que nos encontramos ante una película con una historia clásica e interesante, sin controles mentales de la CIA (Made in China, 1982), sin marcianos y con solo un gigante ruso de extra, pero bastante molón. Tan clásico es el asunto para que se figuren, que incluso hay espacio en la cinta para un triángulo amoroso.

El punto más destacable de la cinta son las actuaciones de los protagonistas, los cuales son muy carismáticos, por lo que tengo entendido esta obra fue uno de los motivos para catapultar sus carreras. Especial mención hay que hacer a Zorro Plateado (Jang Lee Hwang), el cual se come a los demás con patatas a cada plano que le dan.

Como ya he dejado caer, las coreografías en la lucha se alejan de dar la vergüenza como otras películas contemporáneas del género. Este punto sumado a conseguir alejarse de extravagancias y birlibirloques han hecho que envejezca perfectamente y no se le vea el cartón. No me extraña que la saga continuase porque uno se queda con ganas de más.