El invierno de las anjanas

Para su ópera prima Pedro Telechea ha realizado un correcto melodrama ambientado en la época del desastre de Cuba que oscila entre lo nostálgico y el amor fou, en una apuesta convencional por el romanticismo y una recuperación del folletín no excesivo. Le falla un final de lo más forzado e inverosímil y le queda un producto aceptable, dónde los actores jóvenes no están todo lo bien que saben y pueden.

Floja película cuya única intriga es saber si al final acaba bien o no. Se pretende dar más autenticidad a la historia envolviendola levemente en un poco convincente periodo político español.
Noriega en su linea (más guaperas que actor). Lo mejor, los paisajes de la costa de Santander.

Por nada más, así de claro. Y de verdad que es lo único salvable junto a algún paisaje que otro. Los agujeros del guión son del diámetro de Júpiter y Noriega, que todavía no me explico lo alto que ha llegado. ¿No hay guapos que actúen mejor?

Sigo afirmando que Elena Ayana está sobrenaturalmente guapa en "Van Helsing" (2004), como la vampira Aleera, además de muy difícilmente reconocible. De hecho, cuando la vi al "natural" al principio negué que era la misma persona, pero sí lo es. Dicho lo cual, en "El invierno de las anjanas" no está mal, al menos físicamente porque lo que es la cabeza, su Adelaida está más tonta que una olla. Fijaos que sin leer el argumento, adiviné que la iban a meter en un hospital psiquiátrico. En cualquier caso, estamos a finales del siglo XIX, durante la Guerra de Cuba, (1895-1898), en algún lugar de la costa cantábrica.

Y ahora, tachán, tachán, llega el mismo esquema que hemos visto dos millones de veces, más o menos: ella es una joven noble y él un pescador pobretico, que encima es un revolucionario de la rama anarquista, de esos que se dedicaban a asesinar a sangre fría al prójimo, aunque ahora vayan de buenos e idealistas. Pero siendo esto malo, tendría cierto pase si la historia se desarrollara de un modo más espontáneo, coherente y sin tanto salto o agujero. Al final es un dramón romántico ínfimo, con concesiones lésbicas y un toque fantástico ridículo. Me temo que a las anjanas, las hadas cántabras, no les ha tenido que gustar.