Ángel

He de reconocerlo puede que la película no sea tan mala como la nota que le he puesto y que incluso a alguna gente puede que le parezca pasable está historia almibarada y desfasada (nada que ver con la maravillosa Expiación) pero lo que me ha llevado a escribir está crítica es la horrible, espantosa, horripilante fotografía de la que hace gala la película perpetrada por Denis Lenoir (casualidad que sea el mismo director de fotografía de la deleznable 88 minutos del antaño semi-dios Pacino)
Solo puedo recomendar su visionado a aquellas personas que tengan un mínimo interés en la fotografía de cine y observen una secuencia de Sam Neill y Romola Garai yendo en carruaje que debe ser uno de los peores cromas de la historia del cine, el resto puede que aguante el nivel fotográfico (no en vano el director de foto tiene ya unas cuántas películas en su haber) pero esa secuencia en concreto es para sacarse los ojos...
Increíble que con este nivel de medios se cometan errores tan garrafales aunque me viene a la memoria otra película de presupuesto más que holgado con una secuencia de persecución en un desfiladero perseguidos por dinosaurios que entra también en el podio de la vergüenza ajena (King Kong, la de jackson of course).
Definitivamente Ozon ha perdido el norte y el gusto...


PD: Hay otra secuencia realmente divertida por llamarla de algún modo a nivel fotográfico y es una escena de discusión en una plaza que empieza en día soleado y luego empieza a llover pero la luz no cambia un ápice, especialmente patente en el rostro de la actriz...trabajo desafortunado donde los haya...

Fijaos en cómo somos. Empiezo a ver «Angel» y a medida que le van pasando cosas a la protagonista me digo: ¡tanta felicidad no es imposible! No puede ser verdad tamaña suerte, con dinero, fama, respeto y, por si fuera poco, encima de todo... ¡Michael Fassbender!

Con los ojos como platos me encontraba ante el éxito de Angel, y es que hay algo en nuestra naturaleza que parece decirnos que todo no puede ir tan bien en la vida, que te la van a cobrar tarde o temprano. Poco puedo decir al respecto, pero está claro que, entre ese pesimista fatalismo del Hombre al que a veces nos agarramos y la bobería de Angel, la cosa puede empeorar a marchar agigantadas. La historia de esta escritora con aires de reina, siendo una corriente del montón, nos cuenta algo muy importante: el peligro de vivir ajena a la realidad. Está bien recurrir a la fantasía para embellecer el mundo, incluso ser una crédula o tener una imaginación portentosa, pero el riesgo es no saber diferenciar mentira de verdad, o dejarse llevar por impulsos que idealizan un mundo de falsedades en el que, no sólo te destruyes tú, sino que destruyes a los demás, porque los demás no pueden contar contigo para sus penas y alegrías, puesto que tú, encerrada en la mentira de tus deseos, no llegarás a verlas ni a comprenderlas.

Desde este punto de vista, «Angel» tiene un mensaje inteligente, haciendo que la película vaya de menos a más, con una factura artística y técnica que suena bastante a novelón romántico, de esas en las que sale en la portada un cachas medio desnudo y una damisela entre sus brazos, y con fondo rosa, por supuesto. En parte creo que el director lo busca a conciencia, porque de eso va la película, de una escritora de novelas de amor que vive como en una de ellas, así que la idea de pintar la biografía de Angel Deverell con esos colores no es una mala idea; de hecho, tiene todo el sentido. De nuevo Fassbender lidera el reparto, con un personaje que parece insípido pero que se irá desvelando con un trasfondo inmenso y un desarrollo brutal, mientras Romola Garai luce vestuario y temperamento endiosado.

Normalita.

No soy fan de las historias románticas tal y como las conocemos; es decir, nada de obras de Johanna Lindsay, Kathleen Woodiwiss o Julia Quinn, por poner un ejemplo. Son historias que, aparte de ser demasiado bonitas y azucaradas para una chica como yo, no me parecen nada realistas y redundan en tópicos cargados de machismo en los que no quiero meterme. Pero oye, si tienen seguidores será porque tiene que haber de todo en este mundo.

Con esta película me pasó tres cuartos de lo mismo. Empieza con cierto aire a La Joven Jane Austen: Una jovencita romántica y soñadora deposita todos sus esfuerzos en escribir una maravillosa novela rosa que deslumbra por su estilo atrevido y apasionado. Automáticamente se convierte en un best seller y la joven Angel se hace dueña de una inmensa fortuna.

El problema viene en lo larga y aburrida que es. Angel me cayó bien al principio, cuando era una chiquilla dulce pero orgullosa y decidida, pero luego se transforma en una petulante de nariz respingona a la que le importa un pepino que su doncella llore porque su prometido ha tenido que alistarse para la guerra. Angel evoluciona hasta convertirse en un personaje frívolo al más puro estilo María Antonieta (llega a decir del pobre jardinero alistado en el ejército "pues más le vale volver cuanto antes si quiere conservar su empleo"). Se entrega a sus pasiones hasta límites desmedidos, de tal forma que a veces resulta grotesco verla. La premisa de la película parece ser la de mostrar a una mujer que desea vivir en su mundo literario, donde las pasiones triunfan y todo es feliz y de color rosa, pero la perra vida acaba por destruir nuestros sueños un día u otro.

Sinceramente, no me pareció bonita más que por el vestuario. La ambientación me ha parecido edulcorada y abarrotada en ocasiones, rozando el horror vacui; los actores, desproporcionados: Angel sobreactúa demasiado hasta parecer una completa pirada, y los otros simplemente están por estar; el argumento se me hizo largo y aburrido, y a mitad de película ya estaba deseando que acabara de una vez. Y total... no fue para tanto.

En fin, poco más que añadir. Recomendada para chicas (y chicos, por qué no?) a las que les guste la novela romántica, el amor sin fronteras, el sacrificio de la mujer por su amado, las pasiones sin final... Para personas más cínicas, como yo, tal vez se haga algo pesada de más.

Adaptación del relato homónimo de Elizabeth Taylor, pero no la archifamosa actriz británica como creía sino de la escritora inglesa que me temo que no conoce tanta gente. La película narra el ascenso, y veremos a ver cómo sigue, de una joven bastante boba y con muchos pájaros en la cabeza, tan creída de su talento y alcurnia que te cae simpática, Angel Deverell (Romola Garai) que sueña con todo pero en especial con ser una gran novelista. La muchacha me ha recordado a la heroína de "Megapetarda" (2008) si bien esperas una evolución del personaje a mejor que nunca se da. Antes de seguir, para aclarar equívocos, la obra es pura ficción porque no retrata la vida de ninguna narradora de verdad, ni cosa igual.

"Angel", que está ubicada temporalmente en la Inglaterra de las primeras décadas del siglo XX, es rara porque parece una parodia de novela rosa, con esas fotografías de exteriores más falsas, paseos en carruaje o vacaciones en oriente, o ese arco iris tan oportuno. Pero no, es así, cosa que si sabes de antemano puede que te produzca vergüenza ajena en algún momento por lo "ideal" de esta trama que parece de opereta. Pese a todo, a los veinte minutos sabes que va ir a peor, con la enésima relación interclasista y la degradación de la mujer moderna, independiente y emancipada. Sin embargo, a pesar del mal gusto de Angel y sus absurdeces lo que fabula no es mera tontería sino una forma de embellecer la realidad.

Un director siempre interesante como Ozon sorprende en este ejercicio de estilo a todas luces admirable, con un reparto de campanillas. La belleza de Romola Garai es un cuerpo espléndido al que viste mucho, tal como lo exige la época, y lo desviste por partes, nunca del todo, pero sugiere la sexualidad desbordante que nunca ha de vivir en plenitud la propietaria de ese cuerpo: la mujer que inventó la escritora Elizabeth Taylor en 1957, y sobre la que Ozon juega como ella lo hiciera en el papel.

La Taylor (que nada tiene que ver con la actriz) imita el estilo del folletín romántico de comienzos del siglo XX, con su lujo, sus apariencias y su decadencia, respetando la teatralidad de su protagonista. Francois Ozon hace lo propio realizando una preciosa película pastelosa y romántica en sucesión de situaciones no por previsibles menos encantadoras, pero al mismo tiempo "ejecuta" una distancia en la puesta en escena, apoyándose en gran medida en los excelentes actores aquí con papeles secundarios: Charlotte Rampling y Sam Neill, por ejemplo.

El drama, la belleza de los ambientes, la sensualidad de sus situaciones va desgranando una historia de poderoso atractivo si el espectador de hoy se deja de llevar por el amaneramiento y las sutilezas del folletín antiguo y la virulencia de la pareja protagonista, incapaces de adaptar sus fantasías a la realidad. Hay un diálogo perfecto respecto a lo que quiso hacer y logró el director:

—¿Por qué no escribes sobre su vida, tú que la conoces tanto?

—¿Qué vida? ¿La vida que vivió o la vida que soñó?