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Día tras día

Drama El padre José intenta enderezar la vida de dos feligreses de la parroquia del Rastro, Anselmo y Ernesto. Una muchacha, Luisa, se enamora de Ernesto. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
22 de agosto de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película simpática que ha envejecido mal, pese a ello mantiene un cierto interés como documento de la sociedad española de principios de los cincuenta, pero le falta la garra y determinación de otras cintas más ambiciosas como “Surcos”, muchísimo más lacerante. Un relato costumbrista y bienintencionado con cierto tono de melodrama, sobre los problemas de la juventud de entonces, un retrato social del Madrid de la época pero sin molestar demasiado al dictado imperante. El personaje del sacerdote (un excelente José Prada) bueno y humano me ha recordado al Bing Crosby de “Siguiendo mi camino” o “Las campanas de Santa María”, pero sin canciones, ese pastor que se preocupa por sus corderos descarriados, o en vías de que ello suceda para ser más exactos, que quizá influyeron en los responsables de “Día tras día” por su temática en cierto modo parecida y que tanto éxito habían tenido ambas cintas religiosas norteamericanas.

La introducción que abre la película ya nos transmite ese tufillo de adoctrinamiento latente en todo el film, encauzando al distinguido público por el camino de las buenas costumbres de los hombres de bien, siempre bajo la tutela de los cánones establecidos, “Hombres de provecho el día de mañana”. Los avatares de dos jóvenes algo desorientados que intentan abrirse camino, en un caldo de cultivo poco favorable, sólo que si en otras películas los jóvenes salen adelante por ellos mismos, aquí son tutelados y ayudados por un “ángel de la guarda”, encarnado en el padre José de la parroquia del Rastro. Buenos secundarios, gran ambientación del maestro Gil Parrondo, buena fotografía sobre todo de exteriores naturales excelente dirección de Antonio del Amo, quizá su mejor trabajo, al parecer poco conocida en los jóvenes aficionados por sus pocos comentarios.

Hay quien emparenta el film con “El ladrón de bicicletas”, incluso “El limpiabotas”, yo no iría tan lejos, aunque no cabe duda que el neorrealismo imperaba por Europa y todo era susceptible de trasladar a cada país. En todo caso se presta a muchas lecturas pero excesivamente dulcificadas y sentimentales, en mi opinión. Gracias a quien tenga el interés de repasar este puñado de detalles opinables que me ha producido este film que desconocía como tantos otros que permanecen en el desván del olvido, y que nunca está de más revisar.
EL ALBATROS
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18 de julio de 2016
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película de género social, que quizás sea moralizante en el plano religioso, con la Iglesia Católica como salvadora de almas perdidas, personificado por un sacerdote de barrio que más que un hombre es un verdadero santo (bueno, con sus cosillas, que "el fin justifica los medios").
Describe muy bien la vida de los barrios de la gran ciudad de Madrid de principios de los años cincuenta (Siglo XX), y lugares emblemáticos como el Rastro, con sus diversos personajes tratando de sacar unos dineros con los que seguir lo mejor posible "Día a día" en este valle de lágrimas.
Buenas interpretaciones, con mi admirado Manolo Zarzo, aquí un adolescente, excelente en su papel, así como diversos intérpretes de esos llamados "característicos" tan buenos que poblaban el cine español de la época (José Prada, Jacinto San Emeterio, Manuel Requena...).
Se sigue bien, resulta amena en todo momento, hay humor, costumbrismo, diálogos fluidos y la ambientación gracias a la muy estimable dirección artística del maestro Parrondo es perfecta.
Puede que sea una "peliculita", pero el paso del tiempo no le ha hecho daño-

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es/
Constancio
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25 de agosto de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión, hay cuatro largometrajes rodados y producidos en 1951, y ambientados en la ciudad de Madrid, que por su interés y calidad marcan un momento de cambio en el cine español, un momento clave en el que parecía que las cosas se empezaban a mover: "Cielo negro", de Manuel Mur Oti, "Surcos", de José Antonio Nieves Conde, "Esa pareja feliz", de Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem, y "Día tras día", de Antonio del Amo. "Día tras día", más optimista que "Surcos", comparte con este film de Nieves Conde dos miembros de su reparto, Marisa de Leza y José Prada, y destaca por su rodaje en escenarios exteriores de Madrid -el Rastro y otras calles céntricas-, lo que obligaba al equipo técnico a un mayor grado de improvisación, ya que en los estudios la iluminación, la fotografía, el encuadre, o los movimientos de los actores, están sujetos a un control que en la calle es mucho más complicado. La calidad de los aspectos técnicos, y en especial de la fotografía en blanco y negro, a cargo de Juan Mariné, dice mucho acerca de la pericia de este equipo técnico.

Es muy interesante el reparto, en primer lugar por aparecer en él Manuel Zarzo, que fue "descubierto" por Del Amo, y que debutó en el cine con esta película, en un inolvidable personaje de chico cojo, interpretado con mucho brío. El verdadero protagonista es Mario Berriatúa, un buen actor que mereció mejor suerte y más fama, y que encarna con fortuna a un joven pintor, más bien atormentado, que fracasa en todo lo que hace, ya que no vende sus cuadros, y tampoco mantiene ningún trabajo de los que consigue: agobiado por las estrecheces económicas, y obsesionado por la libertad, por su libertad personal, no acepta ataduras ni compromisos, mientras sueña con aventuras y se junta con amistades peligrosas. En fin, es un auténtico rebelde sin causa. El personaje de Marisa de Leza -una joven que trabaja y que vive de su trabajo- es también muy curioso, por su carácter sumamente independiente. En cuarto lugar, el cura interpretado por José Prada, con su interés constante por Mario Berriatúa y Manolo Zarzo, es, con su paternalismo, el representante de un sistema que vela por su "rebaño" y se preocupa por las injusticias, los fracasos, la mala suerte y, por supuesto, por la pobreza, evitando así que los jóvenes caigan en la delincuencia, y procurando que reine la armonía social, incluso en un contexto tan duro como el empobrecido Madrid de las clases populares de los años de la posguerra.

En suma, se muestra la pobreza, pero hay una solución para la misma: es más, creo que no se hubiera podido mostrar la pobreza si las imágenes no plantearan, desde el principio y con claridad, una solución, o una salida, que en este caso es la solidaridad y la acción benefactora de la Iglesia Católica, pero también la iniciativa propia y personal. No olvidemos que los intentos de neorrealismo en el cine español están lastrados por guiones que no pueden mostrar la realidad con entera libertad; guiones que a veces plantean a la Iglesia, representada por un sacerdote, como el gran remedio contra la pobreza, como en este mismo film o en "Cerca de la ciudad" (1952), de Luis Lucia.

En cualquier caso, la destreza técnica, la unión del documento social con el drama, la riqueza de los personajes y el ritmo de la historia hacen que esta película de Del Amo sea una estupenda obra. Es interesante constatar la frecuencia con la que aparecen en la filmografía de este director personajes independientes, que van a contracorriente, que viven a su aire o que muestran algún tipo de rebeldía: compárese esta película, por ejemplo, con "El huésped de las tinieblas" (1948) y con "El sol sale todos los días" (1956).
Pedro Triguero_Lizana
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2 de octubre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estampas costumbristas cuyos protagonistas son los emigrantes de las oleadas de aluvión que recalaban en la gran ciudad a mediados del pasado siglo XX.
Con su moralina incorporada, su didáctica vocación y un regusto a retrospectiva de casi setenta años, la película produce una tierna impresión por su planteamiento dramático pero cargado de ingenuidad.
Desde el punto de vista cinematográfico el trabajo resulta, en su sencillez, muy correcto y está tratado con esmero, las escenas aparecen cuidadas, los diálogos resultan convincentes, los encuadres aspiran siempre al cumplimiento de un criterio estético y combina con agilidad las distintas tramas.
Nostálgica y facilona.
ABSENTA
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26 de abril de 2019
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El padre José intenta enderezar con infalible éxito la vida de dos feligreses de su parroquia del Rastro. Muy dificílmente soportable por su pastosa carga de moralina con ese párroco para todo ejemplar, inmaculado y sabio pero realmente inverosímil, lo mejor de la película de Antonio del Amo es el reflejo de la vida en el legendario Rastro madrileño y los leves apuntes costumbristas y pícaros, claro que todo tamizado por el mensaje moralista y canónico del padre José con lo que, aunque cinematográficamente no está mal del todo, es fatigosa y casi estomagante.
kafka
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