Exorcismo negro

Jose Mojica Marins, más conocido como su alter ego ¨Zé do Caixao¨, vuelve en esta película, algo distinta a sus otras producciones, donde se interpreta a sí mismo, haciendo una especie de ¨metacine¨.

La película es barata, como suelen ser sus producciones, y algo cutrecilla, pero al mismo tiempo tiene cosas bastante interesantes, y durante la mayor parte de su duración, mucha intriga.

Nuestro protagonista está pasando unos días en el caserón de unos amigos, donde quiere encontrar la inspiración para su próxima peli, y en dicha casa no paran de ocurrir hechos extraños: posesiones repentinas de los miembros de la familia, visiones varias, algo de poltergeist por medio...

Poco a poco se nos va revelando algo de la trama, donde el prota se mantiene bastante secundario, y es entonces cuando se le va la olla al director y nos ofrece un tremendo aquelarre que uno no se esperaba.

¿Es una buena película? No, realmente no lo es. Y la acción tiene unos cuantos altibajos. Pero la verdad, las cosas que molan de esta producción, molan lo suyo, y eso la hace digna de verse.

Un Mojica Marins aún relativamente popular en Brasil y que empezaba a cosechar algún reconocimiento en los círculos menos comerciales del "primer mundo" pero cabreado con el hecho de que en Brasil su personaje de Zé do Caixao fuese más conocido que él mismo, con ciertos problemas económicos y con dificultades con la censura a la hora de sacar adelante sus obras más personales (4 años después de rodado, su proyecto más ambicioso, "El despertar de la bestia", seguía secuestrado por las autoridades de la dictadura) se sacó de la manga este "Exorcismo negro", un refrito de las ideas plasmadas en sus anteriores películas y elementos "prestados" de "El exorcista".

Mojica se interpreta a sí mismo, pasando unas vacaciones navideñas en casa de unos amigos...y a Zé do Caixao (el enterrador filósofo y asesino que, de una manera u otra, aparece en casi todas las películas de Mojica), que se dedica a importunar, con la ayuda de una bruja que le venera, al director, a sus amigos, y a la familia de estos. El bueno de Mojica, empeñado en creer que nada de aquello es real, tendrá que ceder a la evidencia y enfrentarse a su alter ego, ejerciendo de improvisado exorcista.

El apartado técnico es, como siempre, modesto, tal vez con un aspecto algo más profesional que en otras ocasiones, pero sin alardes de ningún tipo. Eso de por sí no es un problema, lo que sí es problemático es que el rollo satánico/esotérico no acaba de pegarle al personaje de Zé do Caixao, que el ritmo es bastante cansino y que el desarrollo de la historia, bastante convencional, acaba aburriendo. Las apariciones de Zé do Caixao son bastante sosas, sus discursos son menos incendiarios y menos convincentes que en otras películas, las escenas de los rituales pagano-satánicos están faltas de chispa, y el enfrentamiento entre el director y su personaje, el uno blandiendo un crucifijo y el otro lanzando relámpagos, roza el ridículo peligrosamente. Hay algo de ese entrañable y primitivo gore setentero de sangre espesorra y fosforita, y una atmósfera a ratos inquietante gracias a un uso hábil de efectos de sonido primarios pero efectivos, pero poco más. El conjunto no acaba de funcionar ni como película de exorcismos y posesiones al uso ni como parte del peculiar universo narrativo del cineasta brasileño.

Solo para seguidores incondicionales de Mojica Marins. Y aún así esta no será de sus favoritas.