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Colegialas violentas: destrucción total

Acción La violencia y el terror se apodera de la universidad. Una banda de delincuentes se enfrenta a los estudiantes universitarios desarrollándose una sangrienta batalla. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
9 de noviembre de 2016
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La película se centra en los alumnos de un instituto japonés el cuál, una vez al año, recibe la visita de una panda de gamberros que se dedican a pegar ya robar a todo el que se les pasa por delante. Así que dichos alumnos contratan a un grupo de mercenarias adolescentes (las Madonnas) que les ayudarán a enfrentarse a los quinquis motorizados.

No es un peliculón pero es bastante curiosa y tiene un final muy curioso que nos dejará con el culo torcido.
CineDomingo
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6 de julio de 2018
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Es de esas películas flojas y cutres que curiosamente me he imaginado muchas veces de niño. Guerra y peleas en el colegio y espacio para motos, explosiones y cosas que pasaban por mi imaginación en aquella época.
No tiene buenas interpretaciones.
No tiene buenos efectos.
No tiene mucha calidad visual, posiblemente debido al año de la producción.
No tiene muchas cosas buenas, no nos engañemos. Pero la base del argumento atrae y despierta la curiosidad por ver a qué clase de monstruo nos encontramos.
Seguro que hay gente que la ve con buenos ojos.
Jon
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29 de noviembre de 2019
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El instituto, con sus más y sus menos, bien puede ser un maravilloso lugar para aprender multitud de cosas, tener muchos amigos y vivir algún que otro romance...
O convertirse en un escenario de violencia donde la única diversión disponible es sobrevivir a cualquier precio. ¿Qué se puede hacer en una situación así?

Iniciándose como asistente del escandaloso realizador Koji Wakamatsu, Genji Nakamura se convertiría al cabo del tiempo en una de las figuras fundamentales del "pinku-eiga" en los '80 (sobre todo gracias al éxito de "Akai Shofu: Tsukisasu"), si bien su filmografía se extendía con más de cien títulos desde comienzos de la década anterior. Sería su deseo de distanciarse del cine tan sórdido y provocativo que había marcado su carrera o tal vez de intentar acomodarse en el aceptable terreno del cine comercial, o vaya usted a saber por qué, el caso es que se tomaría un descanso de sí mismo en esta obra, con la que cambia de estilo radicalmente.
"V Madonna Daisenso" fue el título original del proyecto en el que se embarcaría junto al veterano guionista y autor Hisashi Nozawa (quien firmaría "Shinku" o "Violent Cop", debut de Takeshi Kitano) en una época en la que las películas de acción conseguían arrastrar a los cines a tanto público como las de adolescentes; ahí está el origen de esta maravilla del "trash" japonés donde los estudiantes de un instituto llamado Hope Hill (¡han oído bien!) se ven acosados cada año por una banda de salvajes motoristas. La situación ha llegado a un punto límite: o dejan el centro o se enfrentan a ellos a muerte.

Pero ahí está Satomi, hermana del presidente del club de alumnos (que ni estudia allí ni nada) con una idea fantástica: contratar a unos matones para acabar con los malos. Si por casualidad esta premisa le resulta familiar a alguien nos aclara la duda la misma chica preguntando a los demás si conocen "Los Siete Samuráis" o (¡atención!) "Los Siete Magníficos"; como ya está todo dicho Nozawa no precisa de ocultar sus influencias y va presentando no a siete hombres, sino a siete chicas que defenderán el centro y a sus pobres moradores...¡por el módico precio de 20.000 yens por cada una! (lo que les sale más caro que seguir pagando a los moteros, la verdad).
Una primera y aburrida parte de presentación nos indica que aquí es mejor rendirse ante los pliegues de lo ilógico y aceptar lo que se está viendo sin pedir explicaciones; qué importa si en el instituto sólo hay alumnos y ningún profesor a la vista, y si no les vemos tocar un libro durante todo el film, y de dónde narices sacan todo ese arsenal militar (minas incluidas), y cómo consiguen reunir 3 millones de yens en un suspiro. Nozawa y Nakamura cambian a los ronin y el siglo XVI por féminas y un escenario que bien podría ser la psicotrópica mezcla de "Rebeldes", "The Warriors", la saga "Sukeban Deka" y "Mad Max".

Todo ello con un guiño a ese cine "exploitation" y tan propio de los '70 plagado de preciosas y peligrosas mujeres que podían resolver cualquier problema sin necesitar al sexo opuesto; de hecho, el grupo que comanda Saeka está más próximo al de las chicas de la saga "Stray Cat Rock" que a los samuráis de Kurosawa. Esa es la tónica del film: mientras ellos se muestran como cobardes o patéticos maltratadores ellas les aleccionan con su valentía, ingenio y autoridad (y más aún cuando descubrimos que el líder de los motoristas es...¡una mujer!); acto de reivindicación por parte de Nozawa llevado al paroxismo más absurdo, para qué mentir.
Un segundo acto en el que las heroínas son capturadas y torturadas deja entrever el estilo tan característico de Nakamura, quien conduce al film a su reverso más sádico y sombrío, para acabar sirviéndonos un festival de acción por acción; ya hemos esperado bastante y todo lo que queremos ver es el instituto convertido en un escenario de guerra, donde por fin los hombres y las mujeres (aunque sean éstas las que les insuflen el valor necesario) parecen hallarse en el mismo plano, luchando mano a mano contra los villanos. El disparate alcanza su cenit con las explosiones, los disparos y los cadáveres sucediéndose al son de un "techno-pop" chapucero y empalagoso. Sogo Ishii desde luego lo disfrutaría.

Poco o nada se puede decir de los actores, que sin esfuerzos encarnan a unos personajes por los que el film no se preocupa ni lo más mínimo, superficiales, detestables o, simplemente, tontos de remate; destacar a las guapas Yukari Usami, Yuko Watanabe y Rikako Murakami (por su belleza) y a Shigeyuki Nakamura, el único aceptable pese a su cara de alelado; a Kozue Saito, por su parte, dan ganas de cruzársela cada vez que aparece. El director tuvo que divertirse en esta mediocre producción de "mensajes feministas" y rebeldía juvenil que apunta al entretenimiento puro y duro, pero lleno de carencias y que se queda a mitad de todo...
Puede ser un breve disfrute para los amantes del "asian trash" y el cine de serie "B" de los '80, y más aún si se consigue en su versión original, es decir, la no censurada (que marca muchísimo la diferencia con la estrenada internacionalmente). También se le podría dar mejor nota (sin pasarse) si no fuera por la brillante decisión de Nakamura de rematarla con uno de esos desenlaces sorpresa que desearías que nunca hubiesen existido. En fin...
Chris Jiménez
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