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¿Y si vivimos todos juntos?

Comedia. Drama Para no ir a parar a una residencia de ancianos, cinco viejos amigos deciden empezar a vivir juntos; a ellos se une un joven estudiante de etnología cuya tesis se centra en el estudio de la población anciana. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
1 de junio de 2012
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando aquel genial e irreverente humorista galaico-catalán -en paz descanse- hablaba del hecho de hacerse mayor y de los suculentos panoramas que esto ofrecía, jamás podía evitar esbozar una sonrisa socarrona al hablar de aquella gran mentira que son los planes de pensiones para la vejez. A su modo de ver -y razón no le faltaba-, el trato con su querido banco consistía en ir acumulando dinero en una cuenta que no tocaría hasta llegar a la insignificante edad de, pongamos, ochenta años. Ni falta hace decir que este era el momento en que se dejaba ver la sonrisa. No era para menos, pues la perspectiva de un octogenario viviendo a lo loco, matando el tiempo a base de la santísima trinidad compuesta por sexo, drogas y rock and roll, era precisamente esto, algo ciertamente risible.

No hay dudas respecto al cruel engaño de sacrificar los mejores años de nuestra vida en pos de un retiro supuestamente dorado, que debería ayudar, quizás no a borrar, pero desde luego a compensar todas las penurias vividas a lo largo del camino. El caso es que la patraña se confirma cuando se encadenan cada vez con más frecuencia aquellos engorrosos síntomas que delatan que uno, más que hacerse mayor, se ha hecho viejo, que duele más. Las visitas a un hospital cuyos pasillos y personal se antojan más y más familiares; la maldita memoria, que viene y se va a su antojo; el miembro viril, al que ya hace tiempo que se le da por clínicamente muerto.

Y un larguísimo etcétera que conduce igualmente a una depresión más profunda que las legendarias cabezaditas de la tercera edad delante de los programas televisivos de sobremesa. Un estado melancólico que usa el director Stéphane Robelin como punto de partida para '¿Y si vivimos todos juntos?', título sacado de la pregunta -más bien propuesta- que se plantean un grupo de amigos entraditos en edad, al darse éstos cuenta de que han llegado al punto de no retorno a partir del cual no les queda otra que asociarse para superar los pequeños / grandes -ahora grandísimos- obstáculos que les va planteando aquello que parece dar sentido a todo: la odiosa ley de vida, por definición, la más jodida de todas.

Los protagonistas de la historia, un grupo de individuos en el amargo invierno de sus existencias, ve como el sabor del aburguesamiento y consiguiente potenciación del individuo tan típica de la me-generation, no es nada comparado con la mieles de los dulces años sesenta / setenta, en los que los conceptos de comunidad y solidaridad todavía no habían perdido su valor. Tenemos pues un retorno semi-obligado a las raíces, a los tiempos pasados, que por supuesto, siempre fueron mejores que los actuales. Un viaje en el tiempo que dará como resultado una especie de, sobre el papel imposible, comunidad hippie poblada por ancianos que se han acostumbrado, les pese más a unos que a otros, al alto standing.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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12 de junio de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Et si on vivait tous ensemble?" (¿Y si vivimos todos juntos?) es el segundo largometraje de Stéphane Robelin, guionista, realizador de cortometrajes y de documentales para TV.
Se trata de un discurso sobre la dicotomía entre juventud y vejez, salud y enfermedad, vida y muerte. Su estilo muestra esa seductora mezcla de comedia y drama en la que el cine francés se muestra casi siempre muy acertado. La historia está bastante suavizada ya que muchos aspectos de la vida real son bastante más crueles y amargos que la forma en que vienen representados en este relato de ficción, de manera que predomina un cierto tono optimista y benevolente fruto de una visión tan generosa e irónica sobre el ser humano con sus virtudes y sus flaquezas, subrayando aspectos como la amistad, el sexo, la comida, el amor, etc.

Robelin confiesa haber hecho este film -una coproducción franco-germana- movido por dos razones fundamentales: reunir en un relato coral a un grupo de conocidos actores maduros y recordar con afecto a sus propios abuelos en su progresivo envejecimiento, poniendo de relieve que son pocas las personas que se preparan, tanto física como psicológicamente, para vivir felizmente a partir de la jubilación y, sobre todo, en la ancianidad. Un hecho agravado en los últimos tiempos cuando los hijos ya no suelen ocuparse personalmente de sus padres incapacitados por diversos motivos.

"¿Y si vivimos todos juntos?" aborda también un tema generalmente silenciado como es el de la sexualidad de los ancianos y lo hace con realismo y valentía ya que los personajes no son inválidos sino seres afectados por los años o por alguna grave enfermedad. Con escenarios y decorados que evitan todo rasgo de modernidad, de un estilo burgués acorde con la edad y la clase social de los protagonistas, la película es a la vez un testimonio del declive vital de los seres humanos y una propuesta esperanzadora -dominada por el humor- dirigida a atemperar los aspectos más tristes de la existencia.

Pero no sin razón se podría acusar al film de ser excesivamente idealista ya que revivir el espíritu libertario y comunitario de los revolucionarios años 60-70 en personas que queman la última etapa de su vida es un argumento utópico que no encaja con la dureza y exigencia del mundo actual.
Marius
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3 de junio de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, solo he encontrado cinco razones por las cuales merece ver este largometraje, la primera y principal, es las tablas y veteranía que aporta el elenco protagonista con un amplio registro interpretativo, sin menospreciar al siempre correcto Daniel Brühl. Otra de las razones seria por la buena sensación que se te queda al terminar su visionado. Una razón personal es por qué a mí en cierto momento me llego a tocar la fibra sensible, y una película que te hace sentir algo positivo o negativo merece un punto por ello. Otro motivo por el que recomendaría la elección de esta película es por el tema que trata, la convivencia en ese momento de la vida que por ley natural todos deberíamos pasar, la vejez con sus respectivos problemas y sus miedos. Y ya por último y no menos importante por qué entretiene, que al fin y al cabo es lo que se le pide al cine, que sea entretenido.
AYUDANTE DE SANTACLAUS
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13 de junio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de la baja crítica en general que ha tenido esta película a mi me ha resultado de lo mejorcito de lo que va de 2012. Buenos puntos de humor, personajes entrañables y su pequeña dosis de lágrimas. Te hace salir del cine con una sensación muy positiva. Quizás no pase a ser un clásico del cine nunca, pero sin duda enternece y entretiene, que es más de lo que se le puede pedir al cine últimamente.
Avernys
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14 de junio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tragicomedia geriátrica que toca con delicadeza y sensibilidad un tema que molesta a muchos, empezando por mí: la vejez y los problemas derivados de ella: soledad, impotencia, pérdida de la memoria, incapacidad de valerse por sí mismo, el desesperado aferrarse a la vida cuando menos puedes disfrutar de ella, y así sucesivamente. Robelin se acerca con pudor pero sin concesiones (¿cuántas veces se habla en el cine del sexo en la última edad?), arropado con unos actores en estado de gracia (esos ojillos ilusionados de Rich cuando ve a la puta acercarse por la calle), con un momento de gloria para cada uno. Creo que recuperar a Jane Fonda, con su francés de delicioso acento, ha sido uno de los grandes méritos de esta película. Alguien objetará que son burgueses bien aposentados, siempre con vino, champagne y excelentes manjares en la mesa, la casa con jardín y piscina, todo resuelto. Bien, ahí están al principio de la película, oponiéndose a una carga policial para desalojar a unas personas a las que no conocen. Y sí, ya no habría sido una tragicomedia de girar en torno a pobres de solemnidad, sino un dramón de tomo y lomo, porque en ese caso habría transcurrido entre las cuatro paredes de una residencia cutre (¿hay alguna que no lo sea?). Agradezco de nuevo este cine francés que tantas alegrías me está deparando en los últimos años, y espero que entréis en la sala dispuestos a ver una gran actuación coral y una historia que, detrás de su ligereza, apenas oculta que ya queda poco para ver las tinieblas al final del túnel.
Eduardo
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