Ander y Yul

Ópera prima de Ana Díez, es una película de temática muy arriesgada (aborda el irresoluble "conflicto vasco") y de tono cinematográfico también osado (apuesta por un tono tenue, cadencioso y tranquilo fuera del ruidoso tratamiento posible de un conflicto tan dramático y violento a la vez). Por ello ya sería como mínimo interesante y hasta casi insólita en la fecha de su realización. Está interpretada por actores desconocidos y transmite una válida condición de verosimilitud. Lo más singular resulta lo mejor: el guión, obra de nada menos que un crítico de cine (Fernández Santos), la directora y el productor (Ángel Amigo), sin que haya parecido que no se hayan entendido, sino que han logrado un guión claro y equilibrado.

Uno de los títulos clave del cine vasco de los 80, en aquella época en auge gracias a la política de subvenciones del Gobierno Vasco -que posibilitó títulos tan emblemáticos como "Segoviako ihesa", "Tasio", "Akelarre", "Mikelen heriotza", "27 ordu" o "Ehun metro"-. La película cuenta el reencuentro entre dos viejos amigos y ¿amantes?, cuya relación ahora se ve cuestionada por ser uno un militante de ETA y el otro un traficante de drogas. Ambos parecen unirse a un trágico destino donde muerte y autodestrucción se dan la mano. Con un tono intimista, ambigüo y crepuscular (ayuda la voz de Amaia Zubiria), huye de la típica historia de héroes y villanos. El reparto está plagado de actores imprescindibles del cine vasco: Joseba Apaolaza, Aitzpea Goenaga, Ramón Barea, Isidoro Fernández, Ramón Agirre o Mikel Garmendia sostienen muy bien la trama. Cine invisible a recuperar.

Película curiosa que retrata con naturalidad los convulsos tiempos en que ETA estaba en activo como marco para mostrarnos las raíces de una vieja amistad que se verá adulterada por las circunstancias de la lucha armada y la delincuencia de sus protagonistas. Se deja ver. Aunque se reconoce la valentía por tratar la temática, le falta bastante fuelle. Supongo iría pisando con cuidado cuando elaboró el guión.