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De ilusión también se vive

Comedia. Drama Durante un desfile navideño organizado por los grandes almacenes Macy de Nueva York, el hombre que encarna a Santa Claus es sustituido porque se encuentra indispuesto. Un anciano llamado Kris Kringle es contratado para el trabajo, pero todo se complica cuando asegura que es el auténtico Santa Claus. (FILMAFFINITY)
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
27 de diciembre de 2012
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doris es una buena madre que educa a su hija Susan sin mentiras y sin engaños, pero también sin ilusión y sin imaginación. Sin embargo, el mundo y las ideas de ambas comenzarán a tambalearse cuando Doris contrate a un anciano para que haga de Santa Claus en los grandes almacenes donde ella trabaja.
Magnífica película de George Seaton llena de aciertos (notable guión, notable dirección, grandes interpretaciones de todo el reparto sobresaliendo un inmenso Edmund Gwenn tan asombroso como cautivador). Pero, sin duda, el mayor de los aciertos del film es rebajar el tono sensiblero mediante el humor (en esto tienen mucho que ver unos espléndidos secundarios liderados por un genial Gene Lockhart). Esto hace que el espectador se 'crea' lo increíble, que lleguemos a aceptar con naturalidad la mascarada. Es decir, que nos ilusionemos como Doris y Susan. Como leí una vez: " Iremos viviendo la vida y tratando de hacer felices a cuantos nos rodean y, cuando nos salga al paso la fantasía, la saludaremos y trataremos de que se quede con nosotros para siempre".
el chulucu
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5 de enero de 2011
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para el diccionario, Realista es la persona que trata de ajustarse a la realidad e Idealista es el que propende a representarse las cosas de una manera ideal. Pero una de las acepciones de ideal es: excelente, perfecto en su línea. En este orden de ideas, caben dos preguntas: ¿Y qué es la realidad? La RAE dice que, es lo que ocurre verdaderamente… pero, ¿sabe alguien, con exactitud, qué es lo que sucede realmente? Dos muchachos ven pasar un auto rojo descapotado. Eso es “real” porque ambos lo vieron, pero enseguida uno de ellos añade: ¡Qué piernotas las de la rubia que iba al volante!, ¿Cuál rubia? –Exclama su amigo- ¡Era un melenudo que llevaba pantaloneta!. Sucede a diario en las más variadas circunstancias… Y así, llegamos a la conclusión de que los seres humanos no poseemos realidades objetivas sino meras percepciones. Y, cabe decirlo, el idealista podría estar mucho más cerca de la realidad, porque quizás ve, y comprende, cosas más avanzadas a las que el “realista” no ha tenido acceso.

Así pues, soy de los que creo que, la Realidad, no es precisamente esto que vemos con nuestros limitados sentidos, y probablemente, es algo más diáfano y, yo diría, que es también más grandiosa y más admirable de lo que podemos suponer.

Por todo esto, soy de la corriente del abogado Frederick Gailey, quien anima a la pequeña Susan para que se acerque al Santa Claus que ahora está en la cadena Macy’s, y además, le abre las puertas de su apartamento al amable anciano para que viva con él. Y lamento que, Doris Walker, la madre de Susan –como tantas otras personas- piensen que la realidad es, exactamente, aquello tan escaso que consiguen ver.

“DE ILUSIÓN TAMBIÉN SE VIVE” es, para mi, un filme entrañable porque habla de creer para poder ver, expone con holgura la máxima “has con los demás como quieras que hagan contigo”, propugna por dar a la navidad su verdadero significado, aboga por el servicio antes que el beneficio, y hace de la causa espiritual la razón de ser de la humanidad entera.

George Seaton, ha logrado un filme que complace a toda la familia y a buena parte de la humanidad, y con una historia limpia, sin complejidades y sensiblemente actuada por todos sus intérpretes, nos lleva por un sendero que pone luz en los corazones, permitiéndonos sentir el lado dulce de la existencia. Se respira orgullo de ser humano y algo, muy hondo, nos convida a vivir como aquellos seres que propugnan cada día por la dignidad, la solidaridad y la justicia.

Especial aprecio por Edmund Gwenn, un efectivo Santa; por Gene Lockhart, excelente como el juez Harper; y por Maureen O’Hara, porque siempre entusiasma, en alto grado, mis sentidos.
Luis Guillermo Cardona
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27 de diciembre de 2015
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fascinante principio e incluso primera parte de desarrollo, pero la película pierde muchísimo fuelle. Lo que empieza siendo una gratificante experiencia navideña acaba convirtiéndose en un pequeño despropósito que le baja considerablemente la puntuación.

Cuando vemos esta película, queremos realmente ver esa primera parte. Ese Santa Claus infiltrado -tampoco es que se dedique a camuflarse mucho- que acaba mejorando la vida de los que le rodean. Incluso me encantó toda esa subtrama de la estrategia comercial de los grandes almacenes "humanizados" de casualidad. Todo iba bien, hasta que todo se metió en camisa de once varas.

No hay cosa menos interesante que el juicio para determinar la existencia o no de Santa Claus. Un juicio que se sale de lo surrealista para adentrarse en demasiadas estupideces, y que para colmo tiene una resolución digna de risa. Sí, la película tiene un punto de comedia, pero no es ése el sentido que lleva. Si fuera por esto tendría un pase, pero desgraciadamente los actores -o quizá los personajes- se transforman a media película y nos dejan unas escenas que quedan más que ridículas, con actuaciones vergonzosas y poco creíbles que chocan con las decentes -tampoco maravillosas- cualidades que veíamos al principio.

En cualquier caso, aunque se me viniera abajo con el paso de los minutos, es una decente película con un extra de encanto si se ve en fechas navideñas.
NeoJ
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25 de enero de 2010
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película amable y tierna con una Natalie Wood niña y una buena propaganda para los grandes almacenes Macy's en este cuento navideño. Maureen O'Hara luce su gran belleza en una interpretación sin pretensiones. Es de destacar la buenísima actuación de Edmund Gwenn que le valió un Oscar de la Academia en 1.947. Película ideal para consumo infantil y navideño aunque un poco trasnochada para los tiempos actuales.John Payne cumple discretamente que es lo que hizo a lo largo de su corta carrera.
Se ha comercializado en DVD con dos versiones en el mismo disco, en blanco y negro original y colorereada artificialmente, lo cual es de dudoso gusto aunque esté bien realizado, pero no respeta el derecho de su autor. Recomendable la versión en blanco y negro original.


José Antonio ZG
Jose Antonio ZG
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3 de marzo de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que no pasa Navidad sin que Hollywood nos castigue lanzando una película que es siempre la misma, eterna y aburrida, o parte al menos de la misma premisa: Santa Claus (Papá Noel, en Argentina) existe en el mundo real. Sin embargo, suele suceder, la que inició el fenómeno era (es) una muy buena comedia fantástica, que en Latinoamérica se conoció como MILAGRO EN LA CALLE 34, y digamos de paso que el mayor milagro fue en realidad que dicho título fuera fiel al original, MIRACLE ON 34th STREET: no sucede muy a menudo. Claro que el milagro, en la ficción cinematográfica, es de índole bien distinta: es época navideña, y cuando Doris Walker (Maureen O'Hara, empleada de cierta categoría en los almacenes Macy's en Nueva York, descubre que cierto empleado que debía personificar a Santa Claus está más borracho que una cuba, emplea, para sustituirlo, a un tal Kris Kringle (Edmund Gwenn, quien por este papel recibió el Oscar en el rubro Mejor Actor de Reparto), un anciano que está convencido de ser el auténtico Santa Claus y se muestra indignado por la embriaguez de quien asumió la tarea de representarlo. Ahora bien, el desempeño de Kringle como Santa Claus en Macy's demostrará ser poco ortodoxo, ya que no vacilará en remitir a la gente a la competencia si sabe que en ésta hallará el juguete que no encontraron en la tienda. Pero esa actitud cautivará a la clientela, persuadida de que Kringle obedece órdenes de los dueños de Macy's y que éstos, infundidos por el espíritu navideño, prefieren anteponer la felicidad de los niños a eventuales subas en las ventas. Pero de hecho, al expandirse la noticia, los clientes premian esa hipotética generosidad comprando más en Macy's.

Simultáneamente, Susan, hija de nueve años de Doris, empieza también a persuadirse, como muchos otros, de que contrariamente a lo que su madre le inculcó, Santa Claus existe y es precisamente Kringle. Pero la propia Doris, en el mejor de los casos, considera a aquél un enajenado mental, y de hecho cierta cadena rival de Macy's intentará demostrar que lo es.

MILAGRO EN LA CALLE 34 (no me acostumbro al otro título) es un entretenido y divertido clásico del blanco y negro, ingenuo, sí, pero de una ingenuidad agradable, llevadera y, por qué no, encantadora si no se consume en exceso. Seguramente, Hollywood seguirá sacando infinitas copias, recopias y recontracopias de la buena idea que esta película supo capitalizar. Cerremos los ojos a ellas para no odiar al original... Que, por cierto, no merece las silbatinas con que sí merecen ser castigadas sus burdas imitaciones.
EKELEDUDU
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