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Mr. Roberts

Comedia. Bélico Ensign Pulver es miembro de la tripulación de un buque mercante norteamericano que navega por las aguas del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de la travesía, la convivencia no es fácil, sobre todo, porque los oficiales están enfrentados entre sí. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
23 de marzo de 2007
31 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta del todo sorprendente que hasta el día de hoy nadie haya escrito nada, en esta página, sobre esta película, especialmente si consideramos que es el fruto de la unión de dos auténticos genios cinematográficos como son John Ford y Mervyn LeRoy. Y también debemos tener en cuenta que fué nominada al Oscar a la mejor película y que Jack Lemmon consiguió el Oscar al mejor actor secundario.

Les diré que mi grado de satisfacción con este film fue "in crescendo". En sus primeros compases, Escala en Hawai me pareció un film vulgar, uno más de tantos como se produjeron en los años posteriores a la conflagración mundial y no me hubiese sorprendido nada ver aparecer a Bob Hope con un collar de flores rodeándole el cuello. Pero no. La película no va de eso, no señor. La película trata de un personaje singular como es Mister Roberts, oficial de un buque mercante norteamericano, interpretado dignamente por Henry Fonda, al que vamos conociendo a lo largo de las dos horas que dura esta cinta.

A conocer a Mister Roberts nos ayuda el resto de oficiales (Jack Lemmon, William Powell), el propio capitán del barco (James Cagney) y absolutamente toda la marinería del buque. Y, a medida que lo conocemos y en ese "in crescendo" del que hablaba antes, nos solidarizamos con él al mismo tiempo que, igual que él, nos rebelamos contra las injusticias y tiranías de un extravagante capitán que Cagney borda.

Por cierto, no acabo de entender porqué el título traducido de "Escala en Hawai" cuando Mister Roberts no sólo era su título original, sino que además era perfectamente entendible y completamente representativo.

Y así, cada vez más metidos en la película, cada vez más en la piel no sólo de Roberts sino también de los demás, llegamos a un final que... digamos, por no descifrar misterios, es el que debe ser.

Buenas interpretaciones, buena dirección, buena fotografía, hermosas y coloridas puestas de sol... Todo muy bien. Pero hagamos un punto y aparte y abramos capítulo para Jack Lemmon.

Si la interpretación se llevase en la sangre no me cabe duda que Jack Lemmon sería uno de sus ejemplos más contundentes. Por sus venas seguro que "circulan": "El apartamento", "Con faldas y a lo loco" "En bandeja de plata", "Avanti", "Desaparecido" y tantas otras interpretaciones geniales.

Es curioso que obtuviese este Oscar al mejor secundario y no obtuviese otros (al actor principal) por actuaciones magistrales. En cualquier caso, estoy absolutamente convencido que si hay un Oscar clarísimo a la carrera de un actor es el que la Academia dedicará algún día y sin ninguna duda a Jack Lemmon.
FATHER CAPRIO
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11 de septiembre de 2009
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso constatar que un argumento que se desarrolla en el funesto marco de la Segunda Guerra Mundial ignore por completo los escenarios de las batallas dantescas contra los enemigos palpables, y en su lugar se centre en otros enemigos inmateriales pero igualmente dañinos: el aburrimiento vital. La frustración. La vacuidad. La falta de acción. Y la sensación de estar perdiéndose lo importante. De hallarse encerrado y bramando contra cuatro paredes, sabiendo que el verdadero ojo del huracán está ahí fuera.
No se despliegan escenas sangrientas con fuego a discreción, bombardeos, tácticas militares y frenéticas batallas entre bandos cuyo objetivo es odiarse hasta la muerte.
Se despliega la batalla personal de un hombre enjaulado. Sin empuñar un arma, sin avanzar por campos devastados ni lanzándose a un ataque letal. Porque su lucha es de otra índole.
El ambicioso y agrio capitán del carguero le corta las alas, buscando su propio beneficio. Roberts lo beneficia con su eficiencia, el capitán se lleva el mérito de los buenos oficios de su subordinado, y por ello no tiene la menor intención de dejarlo marchar. Chantajeado, a Roberts no le queda más remedio que tragarse sus sueños de libertad y continuar mirando tristemente al horizonte lleno de promesas que se esfuman.
Hay películas, aquellas películas de alguna era concreta que parecía poseer una llave secreta, en las que ser un hombre de honor es algo semejante a ser un héroe. En las que los valientes y honrados no cabalgan sobre gallardos corceles con espada y lanza, persiguiendo infieles, combatiendo en mil batallas y defendiendo la honra de doncellas en peligro. Son hombres vestidos de paisano, o con el uniforme de su profesión, y que pelean en una guerra de guerrillas en la que las mayores amenazas proceden de la estupidez y la ceguera. También pueden ser hombres que no tienen en absoluto pinta de valerosos, y que aún no han descubierto que la bravura no sólo se demuestra en grandes gestas. También se demuestra en pequeños y discretos actos.
Una respetable comedia bélica, sin altos vuelos pero con amable sabor, acerca de los enemigos invisibles.
Vivoleyendo
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25 de octubre de 2009
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Escala en Hawai”: la película por la que mi admirado Jack Lemmon obtuvo el Oscar al mejor actor secundario. Hay que verla, pues. Si además nos enteramos de que la dirige (bueno, la co-dirige) John Ford, es necesario verla. Y si además está Joshua Logan en el guión, e intervienen Henry Fonda, William Powell y James Cagney es imprescindible verla.

Empieza la peli. Vemos que es de guerra, sí, pero no tiene pinta de que aparezcan secuencias de acción. Salen, efectivamente, grandes actores, pero sus diálogos empiezan a parecer más bien elevados, densos, profundos... y resulta difícil de concebir que unos integrantes de la Marina de los EE.UU. hablen así. Parecen, incluso, declamados (se percibe el origen teatral) y quedan, pues, poco creíbles en boca de los actores.

Comenzamos a darnos cuenta de que la música está puesta de cualquier manera. No sale cuando debería y resulta demasiado estruendosa en ciertos momentos. Posteriormente aparece Jack Lemmon y en su primera secuencia está bastante flojo. A estas alturas, nos tememos una decepción importante.

Pero luego, la cosa se endereza. Y me atrevo a decir que eso ocurre cuando entra en escena James Cagney. Empieza a haber brío, historia, algo que nos despierta la intriga... Y eso que no acabamos de conectar con las pinceladas de comedia.

Llegados a este punto, hay una secuencia que comento en el spoiler que me resulta toda ella mal resuelta. Ni me la creo, ni entiendo la condescendencia del personaje de Henry Fonda, ni me hace gracia. ¿Qué falla ahí?

Luego vendrá, afortunadamente, lo mejor de la peli. Crescendo argumental, nos volvemos a creer la historia y un final previsible, sin que en este caso otorguemos un matiz peyorativo a esta palabra.

En suma, James Cagney colabora con su excelente interpretación, pienso, a salvar de un naufragio lo que se nos cuenta; Henry Fonda poco puede hacer con estos desfases narrativos, más que aportar su sobriedad, contención más bien, y eficacia en la interpretación; el personaje de Jack Lemmon gana muchísimos enteros a medida que avanza la historia, hasta el punto de considerar su Óscar ciertamente como merecido; y, por último, William Powell está más que correcto. Estos cuatro grandes actores, y la mano de John Ford, hacen valer su sabiduría para que la consideremos una película más que correcta.

Para los ingenuos, me permito recordarles que esta película tenía todos los puntos para que le cambiasen el título. Sigamos el razonamiento de la distribuidora “¿Cómo vamos a llamar a una película de guerra “El señor Roberts”? Con ese título, nadie irá a verla, porque no sabrán de qué trata (sic). Nada, nada... Busquemos algo exótico que poner en el título. Veamos... Pongamos Hawai, aunque ese lugar no aparezca en la trama, eso gustará, a la gente le evocará cocoteros, nativas y ukeleles. Y , por aquello de, la palabra “escala”. Ya lo tenemos: “Escala en Hawai”. ¡Yo sí que sé!”
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
esteve
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4 de junio de 2014
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, me he equivocado que no es el de los Simon and Garfunkel sino Mrs. Roberts, película basada en una novela de Thomas Heggen con el mismo nombre, traducido aquí por evidentes motivos comerciales por "Escala en Hawai". 1945, Segunda Guerra Mundial, océano Pacífico, un navío estadounidense en medio de las aguas. Pero ahí está la novedad, en vez de combatir, se parapeta en la retaguardia como buque de mercancías. El fuego enemigo no es rival sino el aburrimiento y la inutilidad en alta mar lejos del frente pero sobre todo, las manías de un capitán tiránico interpretado con mucho brío por James Cagney, aspecto en la que te recuerda muchísimo a la de "El Motín del Caine" (1954).

La verdad que no sabe uno cómo tomarse esta "Escala en Hawai". A veces es comedia, otras es costumbrista, en ocasiones roza lo bélico, si bien la mayor parte del tiempo es decididamente drama. Con todo, el conjunto es bastante aburrido, pese a que el conflicto personal de Doug Roberts (Henry Fonda) sí tiene más recorrido. La parte "humorística" es lamentable, sólo me he sonreído una vez, con la explosión de jabón, sólo a la altura de la presencia femenina. Se ve que propinarles hasta golpes entra en la categoría de divertido. Por aquí y por esas borracheras tan exageradas saqué que estaba detrás John Ford, para nuestra desgracia. Al final, buena intención pero una ejecución mala.
Reaccionario
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12 de febrero de 2013
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La amistad y la colaboración cinematográfica de John Ford y Henry Fonda, terminó de manera parecida a la de Michael Curtiz y Errol Flynn. Cada uno sintiendo gran valoración por el artista que había en el otro, pero una debilidad llevada al extremo puede tirarlo todo por la borda. El caso de Ford y Fonda se cerró durante el rodaje de “ESCALA EN HAWAI”, séptima colaboración que tenían juntos y que había ya dado frutos como “El joven Lincoln”, “Las uvas de la ira”, “Pasión de los fuertes”… que permanecerán para siempre en la memoria de los amantes del cine clásico.

No se sabe por qué clase de dificultades pasaba el notable director, pero lo cierto es que bebía mucho durante el rodaje, retrasaba los horarios, se peleaba con los actores, Fonda entre ellos, e incluso un día se fue de manos con éste… y entonces, por petición del actor, fue sacado del rodaje jurando Fonda que jamás volvería a trabajar con él. Ford había rodado casi todos los exteriores y entonces se llamó a Mervyn LeRoy para que hiciera el resto y rodara los interiores.
Antes de comenzar el rodaje de la película, William Holden estuvo llamado para hacer el papel de Fonda, pero éste fue noble y objetivo, y a sabiendas de que Fonda había tenido cerca de 1700 representaciones de la obra en Broadway, dijo que ese papel no podía ser para otro.

Contra todo, el éxito que Joshua Logan y Thomas Heggen habían logrado con su obra en el teatro, volvió a repetirse en el cine, pues la historia alcanza altos niveles en su recreación de la amistad, en su rebeldía contra la prepotencia, y en su rechazo al aburrimiento… aunque hacer la guerra no es precisamente la manera más edificante de calmarlo, pero se comprende que, si a un hombre lo mandan a una cosa, es a esa cosa y no a hacer pereza a lo que se predispone a ir.

Es así que la tripulación de aquel viejo carguero, en plena Segunda Guerra Mundial, se siente como futbolistas chupando banca o como una novia viendo a su prometido casarse con otra, teniendo además que soportar a un capitán con aires de tirano (James Cagney haciendo lo que mejor sabe hacer). Por fortuna, el primer oficial a bordo, honrosamente llamado Mister Roberts (Henry Fonda), es un hombre sensible, solidario y comprometido, quien, al tiempo que lucha para ser trasladado a un barco que se encuentre en el frente, brinda a los marinos comprensión y sincero respaldo, para hacerles la vida más llevadera. El médico de a bordo (William Powell) y el oficial Ensign Frank Pulver (Jack Lemmon, quien merecería el Oscar como mejor actor de reparto), también empatizan con Roberts, y así comienza una batalla interna que servirá de aliciente y de inolvidable lección, a todos aquellos que hacen parte de ella.

Estamos ante un filme muy entretenido, que parte de una anécdota bastante singular sobre ciertas cosas que suceden en la guerra y a las que, con talento y agudeza, se les puede sacar partido dando como resultado una obra teatral, un filme, una secuela (“Ensign Pulver” dirigida por Joshua Logan) y hasta una serie de televisión que consiguieron bastante público.

Título para Latinoamérica: “MISTER ROBERTS”
Luis Guillermo Cardona
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