La fiebre de los peluches Beanie

El caso es que esta historia basada en hechos reales nos presenta al tétrico dueño de una empresa de peluches, los famosos Beanie, y su relación con tres mujeres.

Una está interpretada por Elizabeth Banks, con un personaje que no puede estar peor plasmado, siendo una interesada que abandona a su marido en silla de ruedas para estar con el rarito de su vecino, el cual le propone invertir en una empresa de peluches. Es decir, él a ella. ¿Me podéis decir donde está su mérito? Ah, sí, la idea de exportar el producto fuera de USA. Un premio Nobel para ella, por favor.

Pero es que lo más jodido es que el personaje no cae bien, siendo la guinda del pastel que siga siendo la amante del villano de la película, solo para que sepa quién manda, según sus palabras, no las mías. ¿Alguien en su sano juicio me puede explicar el empoderamiento de este personaje o sus grandes logros? En fin...

Luego tenemos al personaje de Sarah Snook, popular por la serie ‘Sucession’, que interpreta a la prometida y segundo interés romántico del dueño interpretado por Zach Galifianakis. Dicho personaje tampoco aporta absolutamente nada a la historia, mas allá de mantenerse al lado de un ser extraño e inquietante cuando suenan las alarmas. Lo curioso es que el mérito es de una de sus hijas, la cual interviene en algunos diseños de peluches, pero eso es todo. Su moraleja final es que pudo sacar de su exprometido todo lo que pudo antes de que se viniera abajo la empresa. De nuevo, olé...

Y vamos con la última, la que sale mejor parada, interpretada por la siempre fabulosa Geraldine Viswanathan, aunque debería tener unas palabritas con su agente, porque es su peor enemigo. En este caso nos topamos con una mujer que no tiene relación amorosa alguna con el villano de la historia, y que sí aporta ideas efectivas e interesantes para la empresa, pero que llegado cierto momento quiere un trozo más grande del pastel, y cuando no se lo dan, se siente usada por el empresario sin escrúpulos. Tiene parte de razón, pero de nuevo, tarda demasiado en abandonar el barco, quedándose por su propio interés.

Entonces nos presentan a tres personajes femeninos como empoderadas, pero en realidad son tres mujeres que soportan a un tipejo hasta que les conviene, la primera siendo la novia y socia convertida en amante, la segunda siendo una madre que solo deja a este sujeto cuando pilla al susodicho en una habitación con la primera en discordia (un adalid del apoyo a las mujeres), y la tercera creyendo que la empresa es suya y exigiendo más privilegios cada vez que respira. No sé Rick, pero tu mensaje feminista es una soberana mierda, en una película que no solo aburre y es totalmente innecesaria, sino que encima quiere aprovecharse de la moda de los productos feministas, haciendo aguas y disparándose en su propio pie.

Y es que ellos mismos reconocen que el maquiavélico empresario fue el dueño absoluto de la empresa, al tener la idea originalmente, como se nos explica claramente al inicio del film, y al que solo le pueden achacar su ambición, su fetiche infantil (también conocido como Autonepiofilia, por si teníais curiosidad), o su obsesión por la cirugía estetética. Pues joder, como el 90% de los empresarios del planeta tierra, y no les hacen biopics, afortunadamente para nuestra salud mental. O algo se me ha escapado en este ladrillo, o los guionistas y directores se explican terriblemente mal.

Si lo que cuenta la película es cierto, el tipo era un imbécil, pero eso no quita que la dichosa empresa fuera suya, con tres mujeres que al final se regodean por haberse aprovechado de él, dejándole en la estacada cuando el barco se ha hundido. Jamás entenderé en qué momento han creído que era buena idea transformar esta historia en un producto feminista, cuando no hay ni un solo elemento en la trama que lo justifique.

En fin, desde ya, una de las peores películas del año. A buena hora… Putos peluches Beanie…