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Residue

Drama Un joven cineasta regresa a casa tras muchos años de ausencia para escribir un guion sobre su infancia. Sin embargo, le resulta imposible reconocer el barrio en el que vivía y sus amigos parecen haber desaparecido sin dejar rastro. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
5 de mayo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Residue" es un título que nos viene a recordar que escoger un buen tema no hace automáticamente una buena película. Porque sí, nos habla de gentrificación, de gente humilde que viven en vecindarios que sufren todo tipo de desencuentros y malas prácticas empresariales cuando estos lugares se ponen de moda y se convierten en un mercado interesante para inmobiliarias y otras empresas, que pasan por encima de las personas sin importarle otra cosa que no sea el beneficio. Vendedores que no cejan de importunar, nuevos vecinos con otra forma de comportarse, políticas que marginan más que integran... la acción se sitúa en Washington, sin embargo cualquiera puede comprender que esto también pasa en Barcelona, Madrid y otras tantas ciudades del mundo. La gentrificación es un fenómeno global.

El drama personal se centra en la andadura de Jay, un estudiante de cine que ha pasado varios años en California y que cuando regresa al lugar dónde juró no regresar, se encuentra que sus conocidos se han diseminado, los vecinos que quedan desconfían de él, no parece conectar con su viejo mundo, y las novedades, en forma de gente blanca de clase media, le crean disgusto. El interés por recuperar algunas relaciones del pasado le hace indagar y buscar a esos antiguos amigos y los recuerdos se desatan en su mente.

El inconveniente con todo lo anterior es que Merawi Gerima, el director, quiere remarcar que ha estado en una escuela de cine, está abducido por todas esas teorías del montaje temporal y la deconstrucción de la narración posmoderna, e inunda la pantalla con una multitud de planos estáticos que capturan charlas inanes y monótonas, que se hacen interminables, para emular el flujo de conciencia amontona sin acierto diversas escenas de épocas diferentes y se asegura que la narración no siga una trama lineal. Esto en sí no es un problema, pero sí lo es cuando los minutos pasan y lo único que se ofrece al espectador es gente hablando de cualquier cosa, cháchara infinita que no lleva a ningún lado, y te empuja a la indiferencia e incluso el hastío. Puede que el interés del director sea más antropológico que narrativo, que pretenda capturar la forma de ser y hablar de las gentes de su vecindario, pero cuando tienes la sensación que simplemente filma lo primero que se le ha ocurrido terminas hartándote, mas cuando la sensibilidad para controlar la duración de cada escena se demuestra inexistente.

Hay cierta escena en el clímax, que se produce en el locutorio de una cárcel, que en teoría es el gran momento de la película, un reencuentro que debería provocar un gran impacto emocional, mas cuando el director se empeña en montar entre medio escenas de la infancia, escenas que podrían haber ocurrido y no ocurrieron y no sé qué otras cosas, al final, como el conjunto de la narración, queda desenfocado, tienes la sensación que estás frente a una divagación que no frente a un viaje por el tiempo y la memoria.

Tanto esa escena como buena parte de la historia transmite una sensación deslavazada, la abulia de los diálogos mal sonorizados eclipsa a la tristeza de la historia, los personajes parecen apáticos antes que humillados y ofendidos y los mensajes son expuestos de forma repetitiva y machacona. Desde el primer momento entendemos que se nos habla de la exclusión social derivada de políticas irresponsables, que la gente humilde es desplazada de forma injusta y el clima del barrio se ha desvirtuado. Cuando esto mismo se machaca en cada escena y muchas de estas escenas son bastante parecidas, entonces es imposible que el espectador se sienta implicado con el fondo.

La película nos habla de cómo Jay necesita resituar su vida y cómo sus viejos conocidos no han reubicarse en el marco cambiante, aunque quien de verdad debería resituarse es el director, hubiera sido oportuno calibrar mejor los recursos técnicos y los arrebatos esteticistas, una realización menos aparatosa que no te aleje de la historia antes, que no es así como se captura con autenticidad el paso del tiempo o los ritmos, los sonidos y las conductas de un grupo específico de personas. Espero que cuanto menos sus profesores de la academia aplaudan sus rebuscadas maniobras.
Jean Ra
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