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Madame Butterfly

Drama. Romance. Musical Nagasaki, finales del siglo XIX. El teniente estadounidense Pinkerton queda cautivado por el exótico encanto y juventud de su novia japonesa de 15 años, Cio-Cio San. Para ella, su relación es tan santa como un juramento de honor. La trágica historia del amor entre una geisha y un oficial americano da lugar a esta suntuosa y emotiva adaptación de la ópera de Puccini. (FILMAFFINITY)
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12 de enero de 2013
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Frédéric Mitterrand es un polifacético personaje que por su apellido le asociarán rápidamente con el que fue Presidente de la República de Francia entre los años 1981 y 1995, ya que se trata de su sobrino. Su carrera, más política que cinematográfica le ha traído más de un problema (al estar al frente del Ministerio de Cultura en la etapa de Nicolás Sarkozy) con duras acusaciones contra su persona sobre practicar proxenetismo y que le ha enfrentado en más de una ocasión con la extrema derecha de la familia Le Pen.

Pero éste periodista, escritor, académico y, claro está, director cinematográfico es un amante de la Cultura y ha conseguido su puesto de honor con creces. Y a pesar de que su filmografía no es muy sustanciosa sí que es cierto que está muy bien cuidada. Y un buen ejemplo es la adaptación que escenificó como si fuera una película de la célebre ópera de Giacomo Puccini “Madame Butterfly”, escrita y compuesta en 1904 y que supone una de las piezas primordiales de la ópera “verista”.

La llegada y buen trato que recibe Pinkerton (Richard Troxell) un oficial de la marina norteamericana una vez desembarcado en Nagasaki es compensada por la adquisición de un hogar, unos criados y una bella mujer, Butterfly (Ying Huan) con la que se esposará blindado así un extraño contrato que a su vez puede romper sin tener en cuenta el brutal desencadenante que, en su condición de militar en sus largas ausencias, puede depararla. La historia de amor entre Butterfly y Pinkerton, su compromiso y sacrificio redondean ésta trágica y grandiosa ópera que Frédérick Mitterrand supo llevar con buen pulso. Aunque por sus características es una cinta solamente imprescindible para los amantes de la ópera, porque en ella no se aprecia diálogo aislado alguno.
Natxo Borràs
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