Los Borgia

Hay dos tipos de historia: la que se limita a contar y relatar lo hechos y la que consiste en interpretar los sucesos históricos y a sus personajes.
En el caso de los Borja (o Borgia) ambos tipos de "historia" se entrecruzan formando una imagen donde los historiadores no se ponen del todo de acuerdo y surge un eterno debate. Donde el poder, ambición, corrupción, disputas, incesto y maquiavélicas intrigas les ha colocado en un deshonroso recuerdo, pero donde pocas veces se muestra la otra cara de la moneda, la de su influencia en el Renacimiento.

Tal vez el mejor formato para este tipo de película histórica sería un episodio doble o miniserie para televisión. Seguir en un largo de dos horas los numerosos crímenes ideados por Alejandro VI y ejecutados por sus hijos para conseguir más poder, así como de sus intrigas amorosas dignas de culebrón de mafiosos no encandila, ni se sigue con excesivo interés. Aunque da gusto cometer crímenes y atrocidades si el mismo Papa te da la absolución ipso facto.

Su única aportación sobre el relato histórico es erigir a esa eterna virgen llamada Lucrecia Borgia como una victima, dejándola demasiado bien parada para lo que cuentan de ella los libros de historia. De letal asesina confabuladora a mártir utilizada como moneda de cambio.

“Los Borgia” se queda en un espectáculo frío, en una reconstrucción histórica baja la batuta de una dirección académica (que no edulcorada). En un drama histórico que no aburre demasiado, pero de escaso atractivo, que remite obligatoriamente a los numerosos libros que se han escrito sobre esta ilustre familia.

De pronto me entero de que la Charanga del tío Honorio no ha desaparecido, hay uno que sigue actuando y en esta película hace de Papa.
De pronto me entero de que Lucrecia Borgia no era tan mala, solo era una pobre pija desamparada de la Moraleja.
De pronto me entero que César Borgia era un niñito muy mono e incomprendido con menos salero que una tortuga y que fue el inventor de la máscara del Fantasma de la Opera.
De pronto me entero que mi profesor de Historia era un capullo que me engañó vilmente.
De pronto me entero que era peligroso salir de copas en el Vaticano, debía de ser algo parecido a la Costa Polvoranca de Madrid, sino que se lo digan a Juan Borgia, que sale una noche y le rajan.
De pronto me entero de que la película va en serio y le digo a mi amigo de al lado ¡Anda ya!
De pronto me entero de que los actores son de verdad, ¡Salían en Televisión! –me dice otro amigo. ¿En el programa de las cajas?-pregunto. No en una serie- Me responden. ¡Joooo!-digo para mi.
De pronto me miro al bolsillo y noto que he perdido 6 Euros, le pregunto a un empleado del cine y me señala a la taquillera, le pido que me los devuelva y me dice que no, ¡Esta si que es una Lucrecia Borgia!
De pronto me entero que vuelvo a casa aburrido, engañado, estafado y sin mis 6 Euros, ¡Que disgusto tengo!..

Esta película se describe con una sola palabra "PODRIA" y es que en todo ella se queda corta en muchos aspectos, y si los hubieran mejorado, podría haber obtenido un éxito mayor.

Si se le hubiera ocurrido al director de poner un poco más de acción, un poco más de romanticismo y un poco más de realismo, la película seguramente podría haber sido más interesante y más rapidita de ver y con ello no aburriría tanto al espectador, y es que con tanta confabulación episcopal y religiosa, le parece a uno que esta en el palacio de congresos a la hora de la siesta.

Cabe destacar la fotografía, que podría haber sido mejor, pero viniendo de una película española, veo que cada día se supera y este es el caso, y es que los escenarios y lugares fueron escogidos acertadamente, y gracias, porque sino ya hubiera sido más difícil de ver.

Para acabar, diré que la actuación de María Valverde no pega ni con cola, ya que parece infantil, en una película de carácter más dramático. También añadir a esta critica Ángela Molina, que los años han pasado por sus venas, y esta muy desmejorada y muy alejada de sus buenos tiempos.

La película empieza con planos raros, esquinados, quizá para evitar que se vean las carencias de extras o para que no salgan los cables de la luz ni los anuncios de Tecnocasa. A esto se añade un tembleque de cámara en cada escena de batalla: un recurso que, si fuera un cuadro, uno llamaría "pintar a brochazos": pues bien, las escenas difíciles de esta película están rodadas "a brochazos". El resto, pintado con rodillo y a veces al gotelé (o sea, se alterna lo absolutamente plano con lo rugoso demodé). Uno se pone muy nervioso cuando oye hablar a los personajes como si fueran jovenzuelos de la ruta del bakalao y más nervioso todavía cuando sale el inevitable mercado medievaloide con sus más inevitables todavía saltimbanquis (luego se dice que el pueblo pasa hambre, nadie lo diría viendo estos abarrotados y bulliciosos puestos callejeros llenos de gente astrosa ofreciendo hortalizas a tutiplén). Como en toda película de época que se precie, hay también banquetes con platos rebosantes de frutas, bailes galantes con graciosos saltitos, cadáveres amontonados en los campos de batalla, ágiles espadachines, torturas, muchas escenitas de cama bajo doseles (los personajes se pasan el día encamados) y todos los tópicos sin los cuales una película histórica no podría calificarse de bodrio absoluto, que es a lo que aspira los Borgia sin conseguirlo del todo (aunque le ande cerca).

Pese a sus evidentes defectos y limitaciones, "Los Borgia" es una interesante película que se sigue con atención todo el rato, a pesar de sus en principio temibles 2 horas 30 min. de duración, que finalmente no pesan casi nada, y eso es un mérito.

La historia de los Borgia siempre me interesó y han sabido dotarla de una muy correcta narración cinematográfica para que se vea muy bien; chirrían algunos secundarios y ciertos detalles en la dirección, pues algunas secuencias están francamente mal resueltas, frente a otros momentos de buen cine. Además, algunos detalles de cierto acartonamiento hacen bajar puntos a la película.

De hecho, pese a que la factura visual y técnica de "Alatriste" es superior, yo seguí con mucho más interés y atención las vicisitudes de esta diabólica y peligrosísima familia.

Como curiosidad, el cardenal Corsini es el propio Antonio Hernández, que no sé como se ha atrevido a darse un personaje, la verdad, porque quizá sea el que más canta de todo el (irregular) reparto, donde destaca por encima de todos Lluis (Rodrigo Borgia/Alejandro VI) Homar.