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La calle

Drama La calle, es un testimonio directo de la crisis moral que atraviesa la nación alemana. Es la historia de un funcionario que se ahoga en su vida familiar y se siente irresistiblemente atraído por la vida nocturna donde es seducido por una joven. El drama se desarrolla en una sola noche en la cual, el protagonista es acusado de asesinato. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
31 de enero de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy notable film expresionista que sigue a un hombre que, aburrido de su asxifiante vida doméstica, decide sumergirse en la decadente jungla urbana que era la capital alemana en los años 20.

El inicio de la película es sencillamente magistral e hipnótico. Karl Grune (cuyo nombre me es completamente desconocido y no sé si tiene más obras destacables) hace un retrato oscuro y pesadillesco de la vida nocturna berlinesa que ya se deja entrever en la escena inicial en que el protagonista se deja seducir no por lo que pudiera ver en la ventana sino por las sombras de ese submundo decadante que se proyectan en su habitación.
Una vez se interna en la calle, todo es caos y bullicio. Multitudes que van y vienen, tráfico constante de coches y una sensación general de confusión. Grune se permite incluso alguna concesión surrealista como esa mujer cuyo rostro se convierte en una terrorífica calavera o esos ojos que aparecen sobre un poste y parecen vigilar al protagonista.

Por desgracia, el film pierde un poco de fuerza en su tramo central, especialmente en la larga escena de la partida de cartas (que dura 15 minutos y se hace un tanto pesada). Aunque luego recupera un poco de pulso, Grune ya se interesa más por la trama y los personajes y deja más de lado el expresionismo que tanto llamaba la atención en su primera parte.

No llega a ser la obra maestra que anuncia el inicio pero se trata de una interesantísima película imprescindible para los interesados en el cine expresionista.
Monsieur Hulot
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16 de mayo de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta divertida película nos narra las desventuras de un hombre que se aburre en casa y decide conocer la bulliciosa vida nocturna del Berlín de los primeros años veinte. La proyección, en el techo de su habitación, de las sombras de un caballero (con paraguas) y una señorita a la que aborda en la calle, le llevan a mirar por la ventana y a decidirse a salir en busca de aventuras (con paraguas, por supuesto, aunque nadie más lo lleve y no caiga una sola gota de agua en toda la película). La curiosidad unida a un cierto temor del infeliz protagonista es descrita de manera brillante, especialmente cuando el rostro de una prostituta se transforma en una calavera. No tarda nuestro héroe en sucumbir a los encantos de otra joven y sus desgracias van in crescendo.

La película se recrea filmando la caótica circulación berlinesa. En una escena muy notable, la cámara se coloca a la altura de un niño rodeado de vehículos que pasan a toda velocidad. Hay elementos expresionistas, como la importancia de las sombras de los personajes, lo esquemático del decorado de la ciudad al fondo en la escena del banco o la retorcida posición de los brazos en el enfrentamiento entre el protagonista y el ciego, pero tampoco se puede considerar un film totalmente expresionista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Caligari58
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2 de marzo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La Calle” es una de las grandes películas del cine alemán de la era muda, además de una de las más representativas del ciclo de películas callejeras que tan populares se hicieron en esos años, una alucinante recreación de la agitada vida nocturna en el Berlín de principios de los años 20. El guion corre a cargo del propio director, Karl Grune que contó con la inestimable colaboración de Julius Urgiss y del gran Carl Mayer, uno de los grandes guionista del cine alemán. El tema de “La Calle” desde luego que no era nuevo, y de hecho más adelante Mayer llevó un paso más allá su empeño en retratar la capital alemana con el maravilloso documental experimental “Berlín Sinfonía de una Ciudad” (1927), que es un muy buen complemento a éste, aunque, mientras la posterior obra de Walter Ruttman retrataba en estilo documental una jornada en la ciudad, “La Calle” constituye la versión ficcionada de la noche y del oscuro submundo que se esconde en sus sombras.

Pocas películas expresionistas retrataron igual de bien la asfixiante decadencia de la República de Weimar que esta pesadillesca fábula moral de Karl Grune desarrollada en una sola noche, durante la cual un burgués aburrido con su vida placentera se precipita por la sima de la nocturnidad, la delincuencia y la miseria, en medio de ambientes urbanos tan cochambrosos que darían reparo hasta a los esbirros del Doctor Mabuse. Un sugerente e inolvidable film que combina influencias de las dos grandes tendencias del cine artístico alemán de la época: el realismo del “kammerspielfilm” de la época (dramas realistas basados en el teatro de cámara alemán que gozaban de muy buena aceptación crítica) y el expresionismo, aunque, y volviendo al Doctor Mabuse, este retrato de Berlín tiene más que ver con la visión que aportó Fritz Lang en esa sobrecogedora saga del Dr. Mabuse que con los “kammerspielfilms”, puesto que aunque el tipo de historia evoca un enfoque realista, el tratamiento remite directamente al más puro expresionismo.

El inicio de la película es sencillamente magistral e hipnótico, se nos muestra al protagonista en su pequeño y oscuro apartamento en el que observa fascinado la vida urbana que le espera fuera, pero no a través de la ventana, sino de las sombras que se proyectan a través de ella, un momento maravillosamente filmado y lleno de simbolismo. Una vez en la calle, se nos muestra una ciudad bulliciosa, frenética y casi agresiva donde un hombre como él tiene pocas posibilidades de sobrevivir, el uso obvio de decorados no realistas para recrear los edificios, la oscura fotografía, el inteligente uso de las luces y el continuo movimiento dan forma a una ciudad que resulta casi pesadillesca y exagerada. Después de este maravilloso inicio, el protagonista acaba en un music-hall junto a una prostituta y tres personajes más, uno de ellos es otra víctima que se dejó seducir por los encantos de la decadente vida nocturna, los otros dos son cómplices de la prostituta dispuestos a desplumar a los otros, el film aquí peca de una repentina pérdida de ritmo, en gran parte por la escena en que se desarrolla una larga y tensa partida de cartas que esta vez no tiene nada que ver con las inolvidables partidas del ya mencionado “Dr. Mabuse”. Aunque después recupera un poco de pulso, Grune ya se interesa más por la trama y los personajes y deja un poco más de lado el expresionismo que tanto llamaba la atención en su primera parte.

No llega a ser la grandiosa obra que anuncia su portentoso inicio, pero sí es una excelente película, no es tan conocida ni tan brillante como los grandes clásicos, pero pienso que merece y muy mucho la pena.
Juan Marey
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