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The Neighbor's Wife and Mine

Comedia. Drama Considerada la primera película sonora realizada en Japón, "Madamu to nyobo" es una comedia que muestra las distracciones que experimenta una pareja de clase media al llegar a su nueva casa. (FILMAFFINITY)
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2 de mayo de 2021
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Se alza el Sol una tranquila mañana en un pueblo de Japón y...¡un momento!, también se empiezan a escuchar sonidos varios, cada uno produciéndose al mismo tiempo, lo que denota que el Mundo está vivo y que, por desgracia, puede ser una molestia para aquellos que prefieran la calma del silencio.

El cine sonoro sacude los cimientos de la industria. Hay compañías y factorías que quiebran y directores y actores se enfrentan al declive de sus carreras, por no dominar las técnicas y por haber establecido su fama en torno a la teatralidad de los gestos y la expresión, y si bien había genios en ésto, sus voces no resultaron tan atractivas al público. Pero llega Al Jolson con "El Cantor del Jazz" y lo revoluciona todo; a este éxito mitad mudo y sonoro que arrasó en EE.UU. siguió "Luces de New York", de Bryan Foy, donde sorprendió el uso de música, efectos y la coordinación de los diálogos en la boca de los actores.
Pero en Japón, además de concederse gran importancia a la expresión y la teatralidad de la composición, están los benshi, esenciales pues no sólo comentan la acción y el desarrollo de la película, sino que proyectan con sus voces una amplia gama de sentimientos acorde a cada personaje, lo que les da un estatus mayor que el de los actores. De todas formas, viendo que los films americanos tienen éxito en el país, este método va a imponerse pronto en la industria, y todo ello pese a la tremenda indignación de los benshi y los consabidos problemas económicos para habituarse al enorme cambio.

Es Mizoguchi el primero que rueda algo parecido con "Furusato", pero la producción es caótica y los actores no se acostumbran a las nuevas técnicas; Nikkatsu se rinde pero Shiro Kido, presidente de Shochiku, se lanza a experimentar y pone al frente a Heinosuke Gosho, genio del "shomin-geki", para quien la modernidad y el riesgo serán una costante en su obra. Sonidos y diálogos coordinados, precisos métodos de filmación y un cuidado extremo para registrar los efectos y captar el realismo de la puesta en escena, todo ello al servicio del costumbrismo melodramático más tradicional.
Y es curioso la manera de abordar esta dinámica: mientras "Furusato" elogiaba el uso del sonido al tratar la historia de un cantante (copiando el film de Alan Crosland), Gosho, el guionista Akira Fushimi y el autor Komatsu Kitamura prefieren desarrollar la trama a través de la irrupción del sonido, del ruido más bien; lo demuestra cómo ese pintor inspira su arte en la belleza de su pueblo, sumido en el silencio, hasta que el pretencioso, vago y torpe dramaturgo Shibano rompe la calma con sus escandalosos silbidos, originándose una gran pelea entre ambos.

A partir de aquí la narrativa, compuesta por una serie de "gags" humorísticos cercanos a la comedia física de Keaton y Chaplin y encadenados de manera fluida, avanza gracias al uso de los alborotos de la cotidianidad, los que estaba deseando escuchar el público nipón llano. De este modo al bloqueo que sufre el protagonista, encarnado por un impagable Atsushi Watanabe que reafirma aquí su maestría de cómico, lo empeora el repentino cantar de un pájaro, el maullido de un gato, el llanto de su hijo pequeño, y para rematar el ensayo de una banda de música en la casa de al lado.
En esta ocasión el "jazz" no causa una hipnótica fascinación como sucedía para Crosland, sino que es un desafortunado signo de los tiempos que corren, donde el apego por la costumbre y las tradiciones chocan inevitablemente con las tendencias modernas heredadas del extranjero. Este tema, tan propio de la época (y que también ocupó los trabajos de Shimizu, Ozu, Naruse o Shimazu), es el que provoca los roces en el seno del hogar de Shibano, si bien la esposa (a quien da vida una jovencísima Kinuyo Tanaka, soberbia en sus maneras naturales de encarar el humor y el drama) ni por un segundo considera romper la unión de dicho hogar.

Para Gosho es tan importante asumir la modernidad (el protagonista, cautivado con la canción de los vecinos) como seguir respetando la tradición japonesa (el matrimonio continúa feliz su existencia a pesar de las continuas peleas). Lo cierto es que la película se estrena en 1.931 y el descontrolado sentimiento nacionalista de esa recién iniciada era Showa es un impedimento para aceptar por completo esa modernidad y rechazar las costumbres; de todas las secuencias cómicas (además de esa donde el escritor no puede concentrarse por culpa de un pájaro e imita el maullar de un gato para luego ser interrumpido por un gato callejero) sobresale el encuentro entre éste y sus vecinos.
Encuentro que mejor refleja ese conflicto con lo viejo y lo nuevo: Shibano está desconcertado debido a los desvergonzados modales de esos jóvenes vestidos a la moda americana y con el atrevimiento de la chica que le hechiza con su voz, interpretada por una preciosa Satoko Date; conflicto traducido en celos por la esposa del anterior, que se conforma con entonar melancólicamente sus clásicos himnos (se debe subrayar la gran actuación de Tanaka durante este momento, donde se intuye la tristeza de esas heroínas ordinarias bajo el yugo del poder masculino a las que daría vida en el futuro).

Pese a los problemas durante la realización, muchos de ellos por culpa de los elaborados sistemas a los que el equipo se hubo de acostumbrar, empezando por la construcción de escenarios interiores acomodados para evitar sonidos del exterior y de soportes especiales para las cámaras, Gosho aumentó su prestigio en el estudio y se aseguró un lugar en la Historia del cine.
"Madamu to Nyobo", en contra de lo que la gran mayoría vaticinaba, y de las burlas de famosos benshi y otros cineastas, fue la película japonesa más exitosa y lucrativa del momento y de lo que llevaba la industria realizado en el país. Algunas productoras intentaron competir con Shochiku pero ninguna lo consiguió, y numerosos directores seguirían junto al mudo algunos años más, hasta que tuvieron que afrontar la realidad...
Chris Jiménez
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