Piel de verano

Una joven de la clase alta argentina, magnífica Graciela Borges, acuerda con su abuela “cuidar” del hijo de su amante, al que siempre ha odiado y por el que siempre ha sentido asco y desprecio, durante el último verano de su vida, no llegará al otoño a causa de una enfermedad, a cambio de un año en un apartamento en París con gastos pagados y toda una colección de Dior.

El joven llega a la casa, una finca con piscina y amplios jardines, acompañado de una pareja de sirvientes que lo detestan también, confiado en su recuperación pues es el único que no sabe, o no quiere saber, el destino que le espera.

Torres Nilsson nos presenta una sociedad enferma y decadente, la alta burguesía y sus sirvientes, reflejo los unos de los otros, “lo mas descompuesto de las clases altas se refleja en sus criados” “Son la caricatura de sus dueños, el espejo de sus almas”, la sirvienta se prostituye a cambio de su empleo, la burguesa a cambio del año sabático en París y la colección de Dior.

El joven teme al principio que el comportamiento amable y cariñoso de su anfitriona se deba a la piedad y de ahí su incial brusquedad con ella, “los enfermos insultan y son perversos porque quieren ahuyentar la piedad, no quiero tu piedad”.
Conforme pasan los días el asco y el desprecio que ella sentía hacía él van tornando, aparentemente, en cariño.

Película triste pero adorable que en numerosos pasajes recuerda “La dolce vita” de Fellini.
Recomendable al 100 %