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The Haunting of Whaley House

Terror Penny es una chica escéptica a pesar de que trabaja como guía turística en la Casa Whaley, considerada la casa más embrujada de América. Una noche, sus amigos pretenden convencerla de que les deje pasar la noche en el famoso museo para ver si es tan frecuentado como todo el mundo dice... y se encontrarán mucho más de lo que esperaban. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
4 de agosto de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, les recomiendo sinceramente no ver jamas esta cosa que se hace llamar película, decepciona, aburre y sobre todo, parece infantil. Las actuaciones son pésimas, los fantasmas dan aburrimiento, la trama es demasiado simple, las escenas son malas junto con las luces, la musica y todo puff que desastre.

Y lo que más me molesta, es que en la caratula de la película, dice que "te perturbara de verdad" será por lo mala que es.
Daniel Quintero
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8 de diciembre de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película de The Asylum, no podemos esperar otra cosa: el malo es la película. Los amantes del cine cutre no pueden perderse este lamentable largometraje que ni siquiera está a medio camino de un telefilm. Genial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Caradeboton
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27 de mayo de 2024
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Bueno, al fin y al cabo, poco dicho hay sobre esta película de José Prendes («Haunting of Winchester House», 2009; «Hansel & Gretel», 2013; «The Divine Tragedies», 2015; «The Exorcists», 2021), quien ha tenido otras lizas en las que hacer gala de su toreo. Y poco hay que decir, más que para encontrar en ella una suerte de colorido pastiche, con tintes esperpénticos, basado en clichés y tópicos, y es como un «slapstick» tipo «Hotel Fawlty»(1975), aunque no tan exagerado, y con fantasmas, chillidos, gente corriendo de aquí para allá, polis que de la noche a la mañana creen que los «papus» realmente existen. En fin, caos, mucho caos y desorden en los últimos minutos, que contrastan con un cansino viaje, ya no por la casa, sino por la insípida superficialidad de las anodinas e inexploradas vidas de sus personajes.

Es posible que, tanto las intenciones de Prendes (con el exiguo presupuesto de 115.000 dólares tuvo que arreglarse los tachos) como el resultado final, vayan en esa línea focalizada al «divertimento», más claramente eficaz en la saga de «Dead Evil» (1978-1992), de Sam Reimi, o, incluso a la de los tan simpáticos como gamberros «Gremlins» (1985), donde uno puede hacerse la idea ya de que irá más a reírse que a «pasar miedo». No se puede negar a priori que el realizador de «The Haunting of Whaley House» obedezca a una idea de producto «light», superficial y poco elaborado en términos de argumento, creatividad y desarrollo de guion, pero la ejecución de esta curiosa receta de spaghetti con mermelada, canta a calcetín de adolescente en cuanto a la efectividad de la amalgama de humor y terror.

Incluso con el plus añadido por Prendes con el acento puesto en el cachondeo mostrado hacia el «terror gringo», en esa buscada fórmula hay cosas que chirrían. El «allioli» se corta, se tiene que echar mano del túrmix, y se termina con una especie de mayonesa con ajo. No vemos una emulsión uniforme de géneros, y parece vayamos dando bandazos entre la guasa y una incipiente pretensión de seriedad. Esta fragmentación y desequilibrio, con el consiguiente descoloque de la peña ante la pantalla, no se circunscribe únicamente a la percepción del planteamiento, sino también en el arco argumental y narrativo y, por ende, a varios de los elementos o facturas que dependen de ello.

La primera escena es un prólogo común en muchas clases de películas. La entrada por la puerta grande de lo hilarante, con los gamberros arrojando una piedra a una ventana de la casa. Si, aparece la sombra de un fantasma, pero ahí estamos en la salsa de lo cómico, hasta que uno de ellos, andando hasta la calle es arrollado por un vehículo. Ahí ya va el primer aviso de que la cosa puede "ir en serio"... pero en el contexto de la juerga, uno no puede más que echar una carcajada, y ubicar el espantoso final del adolescente en el marco del «sainete inicial» y decirse: «ya les está bien por ceporros», identificándose con el derecho de los fantasmas a que vagabundos y maleantes respeten el descanso nocturno.

Por otra parte, de este cuadro ya no se dice más: no sabremos quienes eran estos chavales, ni del asunto trasunto saldrá nada después. La cosa se queda en anticipación del quebrantamiento de las normas que cualquiera tiene que «respetar» en relación con la mansión.

En este prolegómeno se da la invariable dinámica estructural, extrapolada al resto de la cinta: la de personajes (amigos de la prota), que irán desfilando al interior de la vivienda museizada para pasar allí la noche; lo que le piden para satisfacer sus morbosas curiosidades. El jocoso tono de sus conductas, mezclado con este juego-bisagra «ahora me mofo, ahora me cago cuando pasa algo» deriva en la debacle final (que, según parece fue rodada en un «plas», para despachar a toda prisa).

El juego se crece sobre la espina dorsal de un argumento muy ramplón, con elementos genéricos de los cuentos populares (las advertencias de seguir las normas, los personajes que las rompen y se enfrentan a las consecuencias de ellos...). En principio, tendría que haber sido fácil y cómodo tejer un guion; aunque superficial, con el mero objetivo de entretener. Pero sale una chapuza. Más que mal resuelta, mal ejecutada por falta de garra. Por la actitud poco convincente con la que el equipo se enfrenta a la faena.

La «ligereza de tono» degenera en dejadez. A efectos de libreto, en vez de «Whaley House» parece la «Casa de las Locas», donde el cinematógrafo Alex Vendler se esfuerza en mantenernos entretenidos, llevándonos de un lugar para en un juego de encuadres, planos, composiciones y texturas (algunas interesantes), para hacer un «rippieno» que cumple a duras penas con el lenguaje visual, allá donde la poca creatividad en términos de «script» (y prácticamente nula en términos de diálogos, en su mayoría tópicos, absurdos y algunos chabacanos) es incapaz de rozarse con la punta de los dedos. Al propio Prendes le quemarían las teclas debajo de las yemas de los dedos, y se parapeta en la cámara para correr un tupido velo ante su incapacidad y/o desinterés en elaborar una enjundia más compleja y comprensible.

La ambientación poco ayuda. Los del diseño de producción no se rompen el coco, y echan mano de un «set» muy fofo, ambientando todo en una casa-museo decimonónica, para visita de turistas con la que dar algo de atractivo a una pequeña población yanki donde Cristo podría haber perdido la sandalia.

He leído sobre el «currículum» de la casona, que tiene la fama de ser la más «embrujada» de los EUA pero, ¿qué quieren qué les diga? Nuestro patrio Belchite, con sus psicofonías y «fantasmas estampados» en las paredes derruidas de las abandonadas casas de este pueblo después de la Guerra Civil (el auténtico horror), nada tiene que envidiar a estas mansiones.

No hace falta recordar la literatura fílmica que engendró «Amityville», o, en formato más modesto y contundente que la que nos ocupa, la que protagonizó los asesinatos de Villisca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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1 de mayo de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver este pobre intento de película de sustos fue una verdadera pérdida de tiempo. Trata de beber de otras fuentes como "Haunting of Connecticut", "la casa del mal", "la maldición" y otras similares, pero ni siquiera se acerca a la calidad de la anteriores; los efectos son de película de muy bajo presupuesto, las actuaciones patéticas y olvidables (totalmente planas o totalmente sobreactuadas); las situaciones planteadas resultan inverosímiles y muy aburridas, una trama muuuuuuy floja, los fantasmas dan más pena que sustos (los zombies en el video de Thriller son mas convicentes). No es necesario hacer spoilers porque la trama es nula, no la recomiendo mas que para pasar el rato y matar el tiempo antes de que pasen una pelicula más decente, o como ruido de fondo mientras estan haciendo cualquier otra cosa, pues no requiere de que se le preste demasiada atención, muy mala película.
masterglen
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