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La Duquesa

Comedia Johanna Morrigan decide abandonar su vida en Wolverhampton para mudarse a Londres. En el proceso, cambia radicalmente su forma de ser e incluso su propio nombre, pasando a ser conocida ahora como Dolly Wilde. Por suerte para ella, obtiene un trabajo como crítica musical que le permite dejar atrás su vida de pobreza. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
12 de mayo de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
How to Build a Girl es una agradable ¿dramedia? sobre una chica inglesa inadaptada que intenta encajar, nada que no hayamos visto antes mil veces, ese mensaje de "soy diferente, no tengo amigos, pero soy buena persona" etc, etc. Hay que decir que es una fideligna adpatación a la novela, pero que se deja muchas cosas en el tintero que la impiden alcanzar el nivel de ésta, sobre su mudanza a londres y sus desengaños sexuales, que en la películas se ven reducidos a una escena. Toda la carga dramática de la película se reduce a una escena que no transmite lo que debería, y que suena a dejà vu, y hay que decir, que la película tampoco crea muchas situaciones realmente cómicas.
Y aun así, creo que merece la pena verla por Beanie Feldstein, que hace un buen papel y está fantástica en el papel de Johanna, pero aun así, el pasar por tantos sitios comunes y el no ser tan bestia como la novela, sobre todo en el tramo final le impiden ir más allá de ser un simpático pero olvidable Coming of Age. Además, puede que te cueste entrar mucho a la película si no has leído la novela.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Diego_95
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4 de junio de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tiene nada de malo que una película se desarrolle de acuerdo a un esquema fijo. Es más, según algunos, todas las historias son solo variaciones infinitas de una serie finita de modelos narrativos. Por ejemplo, las historias que tienen la forma de un viaje, o las narraciones donde un personaje llega a salvar una comunidad trastornada, y así otros moldes por el estilo. Sin necesidad de disquisiciones teóricas, que no estoy en capacidad de hacer, se puede decir que casi siempre es fácil ver el molde narrativo de una película o de un libro, aunque no se pueda precisar de modo riguroso. Así, en el caso de How to Build a Girl, es fácil decir que comparte esquema narrativo con películas como El diablo viste a la moda (The Devil Wears Prada, David Frankel, 2006) o, para no ir más lejos, con la exitosa telenovela Yo soy Betty, la fea (Fernando Gaitán, 1999). El molde es claro: joven mujer, no muy agraciada, logra hacerse respetar por su talento en un medio social superior al suyo, donde además la apariencia es decisiva para triunfar profesionalmente. El éxito, que parecía el tesoro principal, resulta ser un señuelo para caer en la degradación moral, de la que la protagonista se salva apreciando sus orígenes humildes, que al final se convierten en una ventaja, pero sin renunciar a lo ganado en la lucha por el ascenso social, dentro de lo cual, casi siempre, se incluye un amorcito.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Magín García Restrepo
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20 de noviembre de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adolecer es sinónimo de padecer y ahí es donde surge la etapa más media de nuestra vida, ya no somos tan pequeños, pero tampoco somos lo suficientemente grandes. Cuando entramos en ese lapso de humillación, despertar sexual y angustia aguda, sentimos todo un torbellino de emociones que entremezclan entre sí en nuestro día a día. Por eso cuando vemos una película “coming of age” todo funciona como un espejo, (si está bien hecha), miramos a través de los ojos del protagonista, pero, al fin y al cabo, nos encontramos a nosotros mismos, por lo menos, eso me ocurrió con “How to Build a Girl”.

Basada en la novela homónima de Caitlin Moran, la historia comienza con Johanna, una joven británica que vive abrumada entre el aburrimiento pueblerino y la pobreza efímera, lo cual la ayuda a desarrollar un ingenio vehemente y una creatividad exuberante, fuente de la cual la película bebe hasta la última gota; podemos ver dosis de sarcasmo, ironía y referencias, (mi favorita a “The Sound of Music”), a mansalva, hay un modus-operandi que sirve como puntapié para que la originalidad y el salvajismo adolescente salga a la luz.
Por otro lado, no dejemos de lado a la estrella principal: Beanie Feldstein. Su actuación es cautivadora, pasionalmente divertida y, al momento de humillarse llamativa. Ella es la llama que mantiene prendida a la película. Asimismo, su metamorfosis de personalidad, (al estilo Tyler Durden o Alexander Supertramp), está bien hecha, ya que el abismo existente es notorio y versátil; pasamos de una joven solitaria, desganada y reprimida, a una chica libre, graciosa, espontánea y soberbia quien pretende ser el centro de atención de todos y que goza de una verborragia, un ingenio humorístico y de un desacato bastante amplios.

A través de Johanna es, precisamente, donde llega la metáfora del título: constrúyete a ti mismo; la película nos habla del amor propio y la autoestima, específicamente, desde los elementos de la femineidad que abarca la vida de las jóvenes; esa “construcción” que se dice que hagamos nos habla desde el álter ego, lo parte más libre, salvaje y sarcástica de nosotros, el filme habla de lo alternativo para Johanna pero como esa actitud, (o esa persona), se sobresaltó e hizo daño a sus seres queridos. También, se trata el tema de la dignidad, de cómo humillarnos no significa que perdamos lo que nos mantiene como personas, sino que implica que quien no descubra el valor de nuestra dignidad tiene un problema consigo mismo. Además de que la cinta nos habla de la personalidad y cómo ésta se puede ver afectada tanto por las circunstancias externas como las improntas internas.

Por otra parte, hablemos de los personajes secundarios, algunos con una repercusión pobre y otros con intervenciones que colaterales para la historia. Por su lado, la familia de Johanna está bien, su participación es corta pero efectiva; he aquí uno de esos hermanos fácilmente irritables y con ese carisma particular, uno de esos padres que amamos a pesar de que creemos que su arte no es bueno y una madre ocupada y estresada que queremos, aunque todo esté “en vías de desarrollo”.

En cambio, también nos encontramos con los secundarios de Dolly Wild, todos personajes planos, simples y unidimensionales, quienes nunca terminan de brillar en la cinta, y es con ellos cuando vienen los desaciertos del filme; se comprende que querían sumar un cierto dramatismo a esta historia, relacionándose con la conducta autodestructiva de Dolly, sin embargo, ahí aparece la parte más incómodamente mal ejecutada; la intención de la directora, probablemente, era dejarnos entrever el disgusto que le causó a nuestra protagonista su transformación, no obstante, eso se muestra como algo un poco repentino. Además, (cómo no), del romance, el interés romántico es simpático y divertido pero su trama de decepción es bastante obvia y además queda un poco olvidada durante cierto tramo.

En definitiva: “How to Build a Girl” es una película que va directo a su mensaje sobre la autoestima, la personalidad y los valores de las jóvenes de hoy. Beanie Feldstein brilla como nunca y tiene momentos sarcásticos y salvajemente divertidos.

Calificación: 7.6/10.
DaniLoud
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30 de julio de 2021
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Una coming of age pasada de fecha

¿Conoces el término “jailbait”? En español, podríamos traducirlo como “cebo de cárcel” o, de forma un poco más literaria, una Lolita. Es la expresión que utilizan muchos predadores sexuales para describir a las jóvenes adolescentes que los “incitan” a tener relaciones con ellos, pero con las que sería ilegal tenerlas porque son menores de edad. Viendo Cómo se hace una chica vas a poder familiarizarte con el concepto.

Cómo se hace una chica es la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Caitlin Moran. La historia, una semi autobiografía de la autora, sigue a Johanna, una joven de 16 años de origen humilde que se labra un nombre en el mundo del periodismo musical gracias a sus críticas despiadadas.

A lo largo de la película, Johanna se presenta como una adolescente inadaptada, que carga con el peso de una familia numerosa, un padre fracasado y una madre con depresión posparto. Pese a las dificultades, no deja de perseguir el sueño de ser escritora y empezar una nueva vida.

En esencia, el alter ego de Caitlin Moran es una adolescente de los años noventa, con todo lo que ello conlleva. Entre sus ídolos están las hermanas Brontë (excepto Anne), Jo March y Sigmund Freud. Su idea de triunfar pasa por teñirse el pelo de rojo y vestirse con una chaqueta de director de circo y un sombrero extravagante. Además, está obsesionada con la validación externa y se rige por los principios de un feminismo liberal muy blanco y muy británico.

*Cómo se hace una chica o por qué Caitlin Moran debería dejarlo ya

La periodista y escritora Caitlin Moran es una voz prominente en Reino Unido desde la publicación de su primer libro, Cómo ser mujer. Su estilo sarcástico y su forma de ver la feminidad le granjearon un puesto en la sala de la fama de las feministas británicas, junto a la guionista Lena Dunham (Girls), entre otras. Su mano se nota de más en la adaptación del guión de Cómo se hace una chica.

El tono irónico de Moran intenta ser divertido e inteligente, pero empieza a hacerse pesado en la página 50. Y a su adaptación le pasa lo mismo. La cinta tiene varios puntos interesantes desde la perspectiva visual, pero le falta ritmo y se hace larga y aburrida.

Además, no está en conexión con el momento social que estamos viviendo. Al contrario, deja un regusto rancio y añejo. Tal vez hace 15 años esta película hubiera llenado un hueco en el mercado. Sin embargo, en 2021, el discurso de Cómo se hace una chica está más que superado.

Las lecciones de vida que intenta enseñarnos las hemos leído ya mil veces en todos los formatos posibles. Y el enorme esfuerzo que ponen en que Johanna sea una protagonista rarita y con encanto resulta poco más que ridículo.

La protagonista encuentra un espacio en el periodismo musical adentrándose de lleno en un mundo dominado por los hombres. Su entorno de trabajo está compuesto en su totalidad por adultos que no la toman en serio o que quieren aprovecharse de ella de alguna forma. Y la cultura de la pedofilia está gravemente representada durante toda la historia.

*¿Cultura de la pedofilia? Ponme tres tazas

Cómo se hace una chica está a la altura de lo que cabe esperar de un producto de Caitlin Moran. No sería más que otra película coming of age de adolescentes si no fuera por su incesante empeño en mostrarnos a una niña de 16 años teniendo sexo con adultos.

Y es que parte del “crecimiento personal” de Johanna pasa por acostarse con todo tipo de hombres mucho mayores que ella. Hombres que la llaman jailbait y se ríen de su inmadurez al tiempo que se aprovechan de ella para saciar un macabro deseo sexual.

Una historia que se vanagloria por su representación del ensayo y error, pero no se toma ni un minuto de más para resaltar los abusos a los que la protagonista se enfrenta, no merece mucha atención.

Aunque la directora ha tenido la decencia de elevar la edad de la protagonista, que en el libro tenía 14 años, Beanie Feldstein acaba de cumplir los 28. Y ver a una mujer adulta en el papel de una adolescente diluye el horror de comprobar que está siendo abusada sexualmente. Por supuesto, no podemos esperar la delicadeza de historias como ‘The Tale’ (2018) en una película que ni siquiera es consciente de los hechos problemáticos que presenta.

*Cómo se hace una chica: ensayo y error, pero sobre todo error

En su intento por ser divertida y diferente, la cinta no explora las razones por las que la protagonista fracasa en su intento de hacerse a sí misma. Y es que una chiquilla tan joven está condenada a experimentar con la ropa, con sus ideas y con la gente con la que se mueve. En eso consiste ser adolescente. Su responsabilidad es el ensayo; el error corre a cargo de los adultos que la rodean.

Con unos padres negligentes, que no le prestan suficiente atención, y un entorno laboral dominado por hombres que le doblan la edad, Johanna estaba condenada al error desde el principio. Expuesta al alcohol, el tabaco, las fiestas nocturnas, y lo que es más peligroso, a los predadores adultos que intentan —y consiguen— acostarse con ella, la pobre Johanna tiene suerte de sobrevivir a los 16.

Pero a Cómo se hace una chica estos sucesos le parecen tremendamente divertidos, por lo que en lugar de hablar de cultura de la pedofilia, dedican unos buenos diez minutos a que Johanna alardee de sus “conquistas sexuales”. Así, convierten a una protagonista compleja en un estereotipo de personaje femenino que “no es como las otras chicas” y que encuentra su validación solo en la mirada masculina e hipersexualizada.

Escrito por Ana Pastor
Cinemagavia
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