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El amigo americano

Thriller. Intriga Tom Ripley es un refinado y cruel traficante de obras de arte que se ha retirado a vivir al Véneto (Italia) con una violonchelista. Inesperadamente sus negocios se complican, pero en esta ocasión no quiere intervenir personalmente; lo que quiere es poner a prueba la honradez de un honrado padre de familia gravemente enfermo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
24 de septiembre de 2007
21 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como película de supense (thriller) da la talla notoriamente. Desde luego es un filme bien desarrollado, interesante y de exquisita ambientación estética (donde un delincuente de alta cultura y criminalidad se dedica a hacer lo que mejor saber hacer con gran estilo, arte y finura en las formas). Mucho mejor y con diferencia que por ej. "Muerte entre las flores" (USA 1990), "El juego de Ripley" es una película con horizontes, abierta, esplendorosa, mientras que la citada de Joel Coen, a pesar de haber obtenido mejores críticas y asistentes a verla, es casi pueblerina, cuadriculada y muy poco original.

Gran interpretación de John Malkovich en su papel de hombre con gran reputación en "la grosería ilustrada", con carácter impacible, que no se preocupa de lo que no puede controlar, porque jamás hay que estresarse por los incontrolables; y como contrabalanza su repelente compiche Reeves (Ray Winstone), que también clava su rol de canalla inculto y cabrón.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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22 de abril de 2008
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El juego de Ripley" puede parecer una película menor porque el protagonista ya se encuentra en una edad madura, a diferencia de los papeles interpretados en su día por Alain Delon o Matt Damon. Sin embargo, el casting acertó en asignar el personaje a John Malkovich. Este gran actor es lo mejor por su capacidad creativa, como el propio Tom: Culto, refinado estéticamente, pero al mismo tiempo un auténtico psicótico cuando alguien se entromete en sus asuntos.
La primera escena con las obras de arte falsas basta para plasmar la personalidad de Ripley, aunque aquí nos confunde en cuanto a sus tendencias amorosas (hasta ahora pensaba que era gay y en esta ocasión lo convierten en hetero o bisexual conviviendo con la clavecinista). No convence tanto Dougray Scott, cuya situación límite se acentúa durante el metraje, pero demasiado tarde. Antes de plantearse lo que va a hacer, no vemos una sola secuencia que nos transmita su desesperación, la cual le otorgaría mayor credibilidad. La bella Lena Headey cumple, pero sus intervenciones tampoco dan para más. Quizá también podríamos destacar a Ray Winstone como Reeves, el socio de Ripley.
Aunque la dirección de Liliana Cavani es correcta y la fotografía maravillosa - especialmente en los paisajes italianos -, se echa de menos una concreción en la definición de los personajes (ver spoiler).
El argumento es, en mi opinión, más entretenido que el de "El talento de Mr. Ripley". Ignoro en qué década transcurre la novela, pero me parece algo actualizada si la trasladamos veinte años - aproximadamente - después de la anterior.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luis Miguel
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7 de abril de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Juego de Ripley constituye una nueva adaptación para el cine del personaje creado por Patricia Highsmith, ofreciendo un morboso juego en el que se pone a prueba la integridad y honradez de un hombre al serle ofrecido dinero por matar a un desconocido.

El punto de partida del argumento resulta interesante y atractivo para el espectador, logrando captar su atención desde un primer momento, pero el interés inicial va decayendo progresivamente ante un desarrollo torpe e irregular, que hace que se desvanezcan las cuestiones éticas y morales iniciales que ofrecía el argumento, convirtiéndose en un relato pasajero de suspense, poco logrado.

Los responsables de la película no logran desarrollar en profundidad las emociones e inquietudes de cada uno de los personajes, donde el personaje que mejor queda definido es el interpretado por John Malcovich, encarnando un personaje frío y calculador, un asesino despiadado alejado de las emociones. El problema es que, el resto de personajes, parecen haber salido del mismo frigorífico del que ha salido el personaje encarnado por Malcovich, ya que hacen frente a lo que, para muchos, sería un gran dilema moral, como si fuera el paseo de todos los días al trabajo. De tal forma que todas las posibilidades dramáticas que en un principio podría ofrecer la premisa argumental del relato, quedan reflejadas de una forma superficial y simplona.

El desarrollo del argumento no toma un rumbo claro, se pasea por el suspense y el drama, sin llegar a resultar satisfactorio en ninguna de las dos temáticas arguméntales. Consigue dejar pequeñas pinceladas de suspense en determinadas secuencias; mención especial, para la que se desarrolla en el interior de un tren, pero que no se prodigan a lo largo del relato.

El tratamiento de la imagen y del propio relato, es más próximo al que se suele emplear en las producciones televisivas. Lo más destacado de la película es la aportación interpretativa de John Malkovich y la banda sonora compuesta por

Ennio Morricone que otorga, al conjunto del relato, una elegancia melódica plausible, dejando su sello de calidad. John Malkovich hace suyo el personaje, y en él reside todo el interés de la película, haciendo sombra a la totalidad del reparto, incluyendo el mediocre trabajo ofrecido por Dougray Scott que no hace, en ningún momento, creíble su personaje.

El desarrollo, ejecución y finalización de algunas situaciones pecan de ser demasiado simples e incomprensibles, sucediéndose las licencias arguméntales. A medida que avanza, El Juego de Ripley se hace más monótono y, por consiguiente, resulta aburrido.
Jon
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1 de febrero de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuesta trabajo creer que la misma novela de Patricia Highsmith haya dado lugar a dos films tan dispares: El amigo americano, de Wim Wenders y el presente. El alemán proponía una trama policiaca, para caer en unas complicadas metáforas visuales sobre cómo un personaje seduce a otro.
Por su parte, Liliana Cavani ha dirigido un film puramente policiaco y de intriga, pero actualizando la trama en muchos detalles, no precisamente accesorios.
La primera secuencia hace que los espectadores nos pongamos a la defensiva: Ripley (un no muy convincente John Malkovich) la emprende a patadas con un guardaespaldas hasta matarle, cual hooligan enfurecido. Da la impresión de que vamos a asistir a una historia de ajustes de cuentas sin más.
Y vamos viendo cómo se ha “reinterpretado” al personaje de la Highsmith: no sólo suelta puños, sino que es vanidoso.
Como vemos, la presentación de personajes deja bastante que desear, y el metraje transcurre a un ritmo demoradamente lento, recorriendo uno por uno los rincones del palacio italiano en el que se retira Ripley.
El ritmo es lento, decíamos, pero sin darnos cuenta nos vemos envueltos por una tensión creciente: Jonathan Trevanny (el actor Dougray Scott, posiblemente el mejor hallazgo de todo el film) acepta casi con nauseas matar por dinero, y en el preciso instante en que elimina al hampón ruso en el acuario, asistimos a una excelente vuelta de tuerca en el film. Ya no hay posibilidad de escape.
Ripley ha sido el mentor de su vecino Trevanny, y éste, aún contra sus principios, aprende rápido el arte de matar. Sus principios morales se van derrumbando sin dificultad, y el aspecto enfermizo debido a la leucemia viene sustituido por una nueva vitalidad; la vitalidad del que ha visto manar sangre.
Y curiosamente, también se opera un cambio en la mente de Ripley: se humaniza hasta límites insospechados.
En líneas generales, podemos decir que la película tarda en arrancar y da una imagen algo domesticada del sádico Tom, pero todos estos defectos se ven limados por una austera puesta en escena, la casi total ausencia de efectismos, unos personajes conmovedores (en especial Trevanny, ese vecino enfermo que se hunde en ríos de sangre), y, sobre todo, una sorprendente partitura del veterano Morricone, que demuestra una tremenda modernidad pese a que lleva décadas dando a la batuta.
Con tan buena materia prima, sigue molestando un asunto: Liliana Cavani no ha escamoteado detalle, se ha metido hasta en la alcoba de ese personaje misterioso que es Tom Ripley, de manera que no ha dejado margen para la ambigüedad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Panadero
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9 de julio de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algún tipo de poderoso resentimiento atormenta el alma del estadounidense, Tom Ripley, porque, ante cualquier tipo de situación en la que se sienta irrespetado, surge en él, de inmediato, un deseo incontenible de castigar a aquel que ha propiciado el improcedente hecho… y lo mismo se le puede ocurrir asesinarlo, que meterlo en una trampa donde el resultado pretende que sea el mismo: ¡borrarlo de la lista de los vivos!

Ripley, un hombre culto, amante del arte, los lujos y las mujeres guapas… ¡aunque su físico no le ayude lo suficiente!, se mueve en el mundo de los sucios negocios y trafica con arte de los más grandes artistas. Su más reciente caso lo pone ante un amigo, Jonathan Trevanny, un enmarcador que se burla de él… y de inmediato, Ripley se lo propone a su socio, Reeves, para que lo tiente y lo ponga en el caso de asesinar a un miembro de la mafia rusa que ha entrado en sus terrenos. Trevanny sufre de Leucemia… sus días están contados… y la oferta que van a hacerle, podría dejar a su familia en condiciones mucho más holgadas… y a Ripley libre de él.

Dentro de la serie de cinco novelas tituladas, ‘Ripliad’, que escribiera Patricia Highsmith, las cuales tienen como protagonista a ese brillante e impulsivo delincuente llamado Tom Ripley, “Ripley’s Game” (El Juego de Ripley, 1974), es la tercera publicación, y ya había sido llevada al cine por Wim Wenders con el título, “Der Amerikanische Freund” (1977).

Veinticinco años después, es la directora italiana Liliana Cavani, quien se atreve a rehacer esta sugerente y atractiva historia que, contiene todos los elementos de una sólida trama criminal, finamente aderezada con valores humanos que quizás nos remuevan unas cuantas fibras. Se cuecen aquí, esa suerte de imbricados hilos que llevan a ciertos hombres a situaciones extremas de las que pareciera no haber forma de zafarse, y a la vez, se nos pone ante el hecho admirable de que, la esencia divina de cada ser humano sigue bien adentro por más que, éste, se desvíe del camino.

John Malkovich (Ripley), resulta impecable jugando a la dulce venganza, pero a punto, quizás, de caer él mismo en la dulce trampa de la amistad. También aquí, el universo se juega sus cartas y una relación muy especial es la que vamos a presenciar entre dos hombres que ahora lucen tan cerca de la muerte como de la vida. Por su parte, Dougray Scott (Trevanny), es el hombre al que, el amor por su esposa y por su hijo, lo anima a dar el tentador paso en falso, pues, siente que ya no tiene mucho que perder y, sí, muchas co$a$ por ganar.

La Cavani (¡como recuerdo “La Pelle”!), logra con, <<EL JUEGO DE RIPLEY>>, otro brillante ejercicio donde mantiene la dinámica narrativa con excelente pulso y logrando que la historia se crezca con cada nueva escena que transcurre. Los diálogos son concisos y de muy cuidada efectividad; y los excelentes matices de los protagonistas, dan fuerza a una trama que no tiene pierde. La puesta en escena denota buen gusto y un preciso contraste… y la partitura de Ennio Morricone, bien complementada con algunas llamativas canciones de otros intérpretes y compositores, resulta una buena adición al magnífico ejercicio de suspenso y thriller que presenciaremos durante 110 minutos.

Lástima que, siete años antes -el 4 de febrero de 1995-, se hubiese marchado de este mundo, Patricia Highsmith, porque creo que se hubiese sentido muy a gusto de que, otra mujer, hubiese hecho, por fin, de su novela, una impecable película.
Luis Guillermo Cardona
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