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Café chino

Drama Harry Levine (Pacino) y Jake Manheim (Orbach), dos amigos que viven en Greenwich Village, aspiran a ser escritores de prestigio. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
27 de diciembre de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un mustio y deprimente cuartucho, dos grandes actores y un guión de calidad cuyas palabras fluyen como el agua en las cataratas del Iguazú, es todo lo que necesita Al Pacino para dirigir su segunda película, tras “Looking for Richard” (1996). Basada en la obra de Ira Lewis, “Chinese Coffee” es un repaso a la vida de dos personajes desgraciados y abandonados que se reúnen en la penumbra de la triste casa de uno de ellos para mantener una conversación que se extenderá durante toda la duración de la película. Exceptuando algunos lapsus en los que el argumento da paso a algunos flashbacks para aportar más contenido a la historia que se va narrando, toda la trama se desarrolla en el salón de Jake Manheim, el personaje interpretado por Jerry Orbach. A él acude un afligido y desesperado Harry Levine (Al Pacino) con la intención de reclamarle un dinero que le debe. Recién despedido de su último trabajo como conserje de un restaurante francés de élite, todo lo que le queda a Levine son los viejos harapos con los que se viste y un dólar con cincuenta centavos que guarda en su bolsillo.

Durante diez minutos del primer tramo de la película, el carácter dramático de la obra cede terreno a una amarga comedia que expresa el patetismo de la vida del personaje interpretado por Pacino, tan trágico y desdichado que hasta él mismo deja entrever alguna tímida sonrisa mientras describe sus propias penurias. En este espacio cuesta mucho retener alguna carcajada, pues alberga unos minutos brillantes que no dejan de hacerse suceder más palabras y, con ello, más infortunios de Levine, un aspirante a escritor profesional que antaño tuvo la suerte de poner a la venta dos libros, cosa que intentará de nuevo volviendo a la carga con otro escrito. Pero antes quiere que su amigo Jake, la antítesis de su personaje (es calmado y demuestra autoridad, todo lo contrario al nervioso e hipocondríaco Levine), lea su trabajo para darle su opinión.

La película te atrapa en su primer minuto y no te suelta hasta que aparecen los créditos finales. Hablan tanto y de tan buenas cosas que el interés no sólo se va manteniendo sino que incluso va incrementándose a medida que transcurre el metraje. La vida de dos infortunados -casi marginados sociales- sirve para explicar muchos aspectos de nuestra existencia, y toca temas que van desde el amor o la amistad, a los sueños perdidos, lo que se pretende en la vida, los temores en la edad adulta (o los que pudieran presentarse al superar la barrera de los cuarenta) y, en definitiva, de si unos desgraciados lo son porque el mundo les ha puesto ahí o porque ellos sencillamente se han ido hundiendo solos, agobiados por sus circunstancias y superados por su miedos.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
27 de noviembre de 2017
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Dirigida por el maestro Al Pacino, Chinesse Coffe está hecha con una puesta en escena de 2 mangos, la actuan él mismo y el difunto Jerry Orbach.

Otras de esas pelis que no hacen falta un presupuesto colosal y un marketting de la puta madre para que sean buenas.

Basada en la obra de Ira Lewis, es un repaso a la vida de dos personajes desgraciados y abandonados que se reúnen en la penumbra del triste departamento de uno de ellos para mantener una conversación que se extenderá durante toda la duración de la película. La obra es dramática y a medida que pasa el tiempo se va tensionando. Una trama sólida y que te mantiene expectante.

Recomendada para todos aquellos amantes de las cintas de diálogo y drama.

Más en:
http://cinefrikiyvideojuegos.com/
D Van Costis
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19 de julio de 2011
5 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, pues después de varios meses con el fusil preparado a la caza y captura de unos benditos subtítulos para esto, finalmente un predicador del amor los subió a la red y, tras arreglar ayer un pequeño desajuste con los mismos que me truncó el visionado hacia la mitad, hoy la he visto de principio a fin, en condiciones, y la he gozado como un maldito bastardo.

Mi debilidad por Patxi Salinas alimenta mi euforia, soy consciente, pero me batiría en duelo con un sable para defender este artefacto que dirigió y protagonizó hace una década, en 2000, y para afirmar que supera sin contemplaciones a la mayor parte del cine que ha hecho este hombre en los últimos diez o doce años. Lo cual no es mucho, pero es bastante más de lo que puede decir el monigote con verruga en que se ha convertido Del Nido, por ejemplo.

Con una puesta en escena austerísima, espartana hasta la extenuación, rebosante de tensión y crispación, y con un talante muy teatral, Salinas adapta un texto basado en los encuentros y desencuentros entre Jerry Orbach y el propio Salinas, dos escritores bohemios, frustrados y sin un puto duro. La historia se desarrolla casi en su totalidad en el apartamento de Orbach, después de que Patxi perdiera su trabajo de portero, y gira básicamente en torno a la nostalgia de sus amores perdidos, a su calamitoso presente material y emocional y a la inquietud que les acecha de cara al futuro.

El personaje de Salinas, maniático, tembloroso, deprimido, evoca mucho al arquetípico de Allen, de hecho el espíritu de Woody sobrevuela de cabo a rabo, pero obviamente él imprime su volcánico carácter. Al poco de comenzar la película, y cuando le espeta a Orbach con los ojos inyectados en sangre tras aterrizar en su cubil "¡no me jodas la mente!, ¡¡¡¡no me jodas la mente!!!!" yo ya estaba pegado a la butaca y dando palmas con las pelotas.

Creo advertir, pese a no ser una obra escrita por él, cierto aliento autobiográfico. Supongo que serán alguños añadidos de su puño y letra, o bien que coincide bastante con su modo de ver el mundo y por eso se enamoró de este texto, pero además de algún que otro guiño a su amado Shakespeare, hay una frase memorable que arroja como un mortero al hilo de su conocido pánico al compromiso: "No, a mí no me gusta el compromiso. Comienzas, y pronto te conviertes en una flema".

Motta, gorras, úL, fans de Salinas... si no habéis tenido el placer, no lo dudéis: en bomba. Si os animáis alzad el pubis y endoso aquí mis subtítulos corregidos. Si encontráis, por cierto, los de Local Stigmatic, una especie de mediometraje que codirigió anteriormente y que quiero echarme al coleto de una puta vez, me subiré a una torre y gritaré vuestro nombre a los cielos.

Y tú, Salinas, no te mueras nunca, por favor.
Barfly
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