La bruja de Hitler

Sin dudarlo, una de las peores películas que he visto en mi vida. Tanto, que por momentos su "dramatismo" me dio risa. Es tan mala, que los asistentes nos mirábamos entre nosotros al salir y comentábamos con estupor lo pésima que es. Incomprensible, pretenciosa, larguísima, con repetición de planos una y otra vez. Lo que más me indigna es que nuestros impuestos vayan a financiar este cine de los amiguitos del INCA.

Creo que es de esas películas que la primera vez que la miras no terminas de entender todo.
Si considero que falta cierto hilo conductor, que termina siendo la historia de amor de la hija de la bruja con la monja.
Para los que preferimos películas mas lineales, hay varias cosas que no se entienden de donde salen o hacia donde van. Pero tampoco es un desastre. Se extiende un poco. Para ver en cine 6/10.

*Secretos de familia

En La bruja de Hitler se muestra lo que está sucediendo en la voluntad de cada persona en el seno de una familia que tiene que cumplir un mandato paterno. Los pactos de silencio son algo ancestral. Los "trapos sucios" hay que lavarlos en la intimidad de la familia. Obediencia, violencia y abusos que no deben trascender.

La mezcla del Super 8 con textos que parecen documentales, sobre esa ciudad idílica que parece ser Bariloche, resulta muy apropiada para mostrar a esa familia ideal. Detrás de esas idílicas familias hay muchas cosas terribles.

Todo está narrado para dejar libres las sensaciones del espectador, no a través de texto, sino de la estética. Para ello, Victoria Lombardero, creó su personaje mirando hacia su propio interior, indagando del material del que está hecha. Quizás sea el personaje más siniestro y esto le ha hecho preguntarse si en realidad, algunos rasgos del personaje están también en ella. Hay cierta oscuridad, de perversión contenida. Algo que todos tenemos en pequeñas cantidades.

*Con la Iglesia hemos topado

Ambos directores vienen del cine documental y lo combinan con la ficción. La bruja de Hitler tiene mucho de documental. El audio del sacerdote Leonardo Castellani, seguidor del nacionalismo católico, es real, grabado directamente grabado de una misa. Base para proyectar esa ideología nazi, porque las dictaduras son eso, un tipo de fascismo.

Se ha trabajado mucho con el "off" de lo que el espectador está imaginando y que no se ve. Hay un juego sensorial con el sonido para proyectar algo que está vivo, que persiste, que está dentro del ser humano. Realmente, puede llegar a ser lo peor, el peor enemigo.

El guión de La bruja de Hitler viene de tres transformaciones. Una de ellas, el de una película de horror clásico que apela a una mujer que era una bruja de los campos de concentración. Es decir, una guardia en los barracones femeninos que impartían castigos en ellos.

*Mito o realidad

Sin duda, Argentina, y en concreto la Patagonia, fue un paraíso para los fugitivos nazis. Sin embargo, también otros países como Estados Unidos y la Unión Soviética fueron otros destinos. No se debe olvidar que contaban con numerosos informantes nazis a los que había que ayudar a escapar.

Aquellos escapes no fueron improvisados de fugitivos desesperados. Fueron trayectos planificados y organizados por personas de poder. Y no hubieran tenido éxito sin la colaboración, a veces involuntaria, de instituciones internacionales asociadas con la ayuda humanitaria: la Iglesia Católica y la Cruz Roja.

Para elaborar aquella atmósfera opresiva, los vínculos entre los actores de La bruja de Hitler ha sido muy grande. El guión se continuó escribiendo durante el montaje porque los personajes cobraban vida. En el rodaje aparecen cosas nuevas que se aportan de manera colectiva.

*Conclusión

En La bruja de Hitler, la combinación de la belleza con el horror es algo constante.

Durante casi dos horas de duración, se plantean numerosas preguntas sobre psicología y moral, dentro de un escenario bucólico de frondosos bosques y vistas hermosas. Una muestra diversa de los hijos de los torturadores, víctimas a su vez de sus familias.

El fabuloso reparto, unido a la virtud de sus directores, Ernesto Ardito y Virna Molina, evidencian aquella terrible etapa sin necesidad de mostrar violencia o cadáveres.

Escrito por Irene Abecia Navarro