Noche de reyes (C)

Después del magnífico resultado obtenido el año anterior con “El sueño de una noche de verano” (1909), de nuevo C. Kent se atrevió a adaptar una obra de Shakespeare.
Pero en esta ocasión su compañero de dirección era E. Mullin y la película no resultó tan redonda como la anterior.

El juego de los equívocos de la obra literaria se resuelve con escasa soltura, las situaciones aparecen algo forzadas en la pantalla e incluso una interpretación excesiva por parte de los actores son factores que impiden que el trabajo raye a la altura de lo esperado.

El intento, sin embargo, debe juzgarse meritorio.