No se le puede negar a “Passengers” un enorme esfuerzo por resultar espectacular desde el punto de vista visual. Muchas de las secuencias (burbuja en la piscina, paseos por el espacio…) son bastante interesantes en lo técnico, dejando unas cuantas imágenes de gran factura. Pero una película no sólo puede vivir de este tipo de alardes ni sustentar su éxito solamente en un puñado de momentos.

La película, tal y como apuntan algunas críticas, está lejos de los últimos referentes ambientados en el espacio exterior aunque tenga detalles de todos ellos. Títulos como “The Martian”, “Gravity” o “Interstellar” han creado escuela, y si bien con los dos primeros tiene en común un protagonista solitario en medio de la nada más absoluta, esa figura del náufrago espacial tiene mucho más mérito en aquellas en las que Damon plantaba patatas en marte o Bullock tiraba de épica para regresar a casa. Aquí Pratt disfruta de lujo en su estancia; e “Interstellar” tenía un componente metafísico, un ejercicio de fe que a “Passengers” no se le pasa por la cabeza nunca a pesar de que ambas intentan crear nuevas colonias lejos de la Tierra. Nada en esta película tiene un sentido tan profundo de la existencia humana porque lo que se pretende en construir una historia romántica sin más pretensión.

Lo cierto es que por un momento da la sensación de que el guion quiere hacer una crítica a las grandes corporaciones, a su manera de generar ingresos explotando a la población de por vida por este viaje intergaláctico. Nada más lejos de la realidad, unas cuantas cifras aisladas en boca de los personajes y listo. Hubiera sido interesante desarrollar esta idea, con una gran empresa ahorrando costes con malos materiales por ganar más dinero, pero la expliación de los daños es tan infantil como el impacto de un meteorito. Con este argumento, Pratt y Lawrence son un par de estrellas al servicio de una acción que apenas explota en la parte final, que les mantiene en un eterno tira y afloja alrededor de una decisión. Ambos son casi los únicos personajes de una historia que necesita la aparición de Fishburne para avanzar, de lo contrario aún estaríamos ahí.

“Passengers” es entretenida con una interesante reflexión acerca de aprovechar el momento y lo que se tiene, incluso en un final en el que uno de los protagonistas (no spoilers sobre cuál) debe superar intensos e improbables retos para mantener su vida y la de los demás, y que gracias a Tyldum, director con importante experiencia (estupenda “Headhunters”) que mantiene nuestra atención con buen pulso y ritmo conveniente, y gracias también a una adecuada banda sonora de gran calidad, aguanta el tirón de la crítica y disfruta de un gran éxito en taquilla.