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Críticas de JavierArenales
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Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
5
16 de diciembre de 2023
60 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sensación que tuve ayer cuando la vi es que la película va pegando bandazos. Se supone que es un biopic de Leonard Bernstein. El título "Maestro" acompaña la centralidad de su personaje. Sin embargo, no. El film empieza presentando efectivamente a Leonard Bernstein hasta que con relativa prontitud aparece en escena Felice, la que será su esposa hasta el último de sus días. Con ello, la película evoluciona hacia retratar a la pareja y sus entresijos. Y después de ello, se centra en el personaje de Felice, hasta el punto de que ella es la verdadera protagonista.

Todas estas decisiones desubican la propuesta, la mecen en diferentes direcciones sin tener un punto común de llegada. Es cierto que a partir de todas ellas se pueden inferir evoluciones en Leonard Bernstein, como no es menos cierto que su personaje se estaca en varios momentos en una representación neurótica de su narcisismo que queda inerte. Pareciera que no hay nada más que mostrar de él que no redunde en todo ello.

He visto la crítica de Alejando G. Calvo y él ve esos bandazos en la dirección. La sensación de buscar el plano estéticamente perfecto con multitud de distancias, de imágenes de cuadro dentro del cuadro sin encontrar la coherencia, la lógica en esas decisiones. Dicho de otro modo, sin encontrar el mensaje o concepto a reforzar que hile unas imágenes con otras.
JavierArenales
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4
10 de agosto de 2015
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre llega un momento que “algo” en su interior le dice que debe irse. Ellie, un joven nómada, es el protagonista del debut cinematográfico de Jim Jarmusch. El film es una profunda soledad, una soledad constante; cada uno de los lugares visitados, cada una de las personas aparecidas… todas están solos y trastornadas.
Esta película, financiada con una beca universitaria, narra esta realidad a través de metáforas visuales. Aunque el film se apoye en los diálogos para reforzar esta idea, el peso clave reside en las imágenes. Todo ahonda en esta soledad: los personajes, la ambientación decadente y sórdida, la música seleccionada, la destacada cantidad de silencios… Y si no, refuerza el carácter nómada de Ellie: “las personas son como los sitios; al principio los miras con curiosidad pero al final ‘algo’ te dice que te marches”; de ahí los fundidos a negro que separan todas las escenas, o que Jim Jarmusch sólo desarrolle el personaje de Ellie y pase de puntillas por todos los demás… Todo guarda una coherencia interna admirable.

El director norteamericano plantea una fórmula de cine lejos de lo convencional; un lenguaje cinematográfico digno de admirar, pero que claudica en el ritmo y en la redundancia. Toda la película gira en torno a la misma idea de soledad. Ninguna imagen aporta nada nuevo, ningún diálogo… todo queda confinado en los primeros quince minutos de película, lo que convierte el film en un círculo interminable (intencionado y coherente, claro) pero inacabable. La película se desnutre desde su inicio, cuando podría enriquecerse con mayor profundidad narrativa o con nuevas tramas o mensajes, pero se queda en eso: un debut asombrosamente medido y prometedor que muere por su falta de desarrollo y su deficiente ritmo.
JavierArenales
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6
26 de febrero de 2018
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lady Bird supone un reto complicado para cualquier crítico/a. Esta afirmación significa negar un terreno cómun: Lady Bird es levedad. Su ritmo rápido -adolescente- y sus situaciones prototípicas del subgénero (compañero/as de clase más o menos estereotipados, la primera vez, la primera borrachera, las primeras relaciones, el baile de Navidad...) así parecen testarlo.

Cristine ("Lady Bird") experimenta una adolescencia universal, en apariencia, que se niega en su génesis (Greta Gerwig); cambia la mirada: esta una de las primeras ocasiones en las que una mujer ilustra su adolescencia y, por tanto, puede conferir a Cristine ("Lady Bird") de una complejidad y matices más verídicos. Es decir, este subgénero adquiere otras claves y otra perspectiva decisiva para su evolución.

Por tanto, esto es lo primero que se debe reconocer (su importancia radical) y la necesidad de que esto se produzca constantemente para que el crecimiento social y cinematográfico sea exponencial. Vamos, ¡que más mujeres en el cine, coño! Por necesidad, por justicia social, ¡cuotas ya! Uy, perdonen, Cristine se ha debido "colar" en esta crítica para deconstruirla y espetarles su pensamiento extra e intracinematográfico; ya vuelve yo con mi petulante verborrea.

La película detenta muchos subtextos y detalles que engrandecen su negada complejidad. En esencia, una mirada liberalizadora - y, por tanto, feminista- de esa adolescencia femenina: la primera vez - "virginidad"-, que deambula hacia una pérdida de importancia intencionada, el discurso sobre el sexo como mujer (afirmación y naturalidad del mismo), las clases sociales (su asunción o no), la necesidad de aceptación adolescente, pasando por complejas relaciones materno -especialmente- y paterno filiales, los roles atribuidos en la crianza, la existencia de la meritocracia... En fin, una innumerable exposición temática difícil de abordar que, honestamente, dificulta una lectura diáfana individualizada, lo que habla muy bien de su corazón interno.

La relación de Cristine con su madre y padre, su atribución como "Lady Bird" y su negativa a determinarse como Cristine - en definitiva, esa identidad líquida de la adolescencia y, por ende, de la película - se desbloquean gracias a "el amor es atención" que reflexiona una profesora de "Lady" y que vertebraliza muy bien su discurso principal.

En cualquier caso, es justo añadir que, en sus trabajos precedentes, la directora Greta Gerwig construye dos personajes fabulosos en Frances Ha y Mistress America, también autobiográficos como "Lady Bird", pero con una profundidad, encanto y consistencia mayores.

La primera problemática surge en el montaje, en el ritmo seleccionado para la película. Su cadencia de alto voltaje - propia del ansia por la experimentación de una adolescente - permanece imperturbable durante todo el film. Si bien es coherente, concita una consecuencia: afecta a escenas dramáticas que adolecen del desarrollo necesario.

La segunda y última controversia descansa en su primera parte: demasiado explicita, lejana de sus hallazgos cualitativos en Frances Ha o Misstres America. No obstante, esto no le impide conferir a la película de numerables subtextos y de esa naturaleza líquida apuntada, lo que demuestra que su segunda parte es más acertada.

En definitiva, "Lady Bird" supone un hallazgo fundamental para el cine adolescente y para el imaginario cinéfilo audiovisual universal: así de crucial es. La adolescencia femenina bien retratada, precisamente, por su conseguida individualidad y su alejamiento de los estereotipos. Un soplo de aire fresco en los Oscars, que sea cuál sea el resultado, se compondrá como estandarte de género y generación.
JavierArenales
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4
16 de octubre de 2019
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen lleva toda su carrera haciendo la misma película. Eso dice el maestro estadounidense siempre que puede. Sus obras tienen unos ingredientes fundamentales que se repiten una y otra vez, pero aderezados con unos matices distintivos que los hacen más lúcidos e inspirados a veces y más planos y repetitivos otras. Es de sobra conocido que su obra a partir de los dos mil pertenece más a este segundo grupo que al primero.

Un día lluvioso en Hollywood no es una excepción. De hecho, en opinión del que escribe, es una de sus películas más flojas. A pesar de la creciente falta de interés de sus obras, se reconocen piezas en esta centuría muy apreciables y disfrutables. Las de sobra mencionadas Match Point o Midnight in Paris son un buen ejemplo, pero también otras tan recientes como Un día lluvioso: Café Society (2015) o Irrational Man (2016).

Pues bien, con A rainy day in New York ocurre algo bastante extraño. En esa repetición de ciertos patrones que abundan en sus películas dispuestos, de alguna u otra manera, siempre se sitúa su alter ego. Bien caracterizado por uno o por más personajes. En esta ocasión lo encarnan, en su mayoría, Chalamet y Fanning. Chalamet ejerce su versión intelectual irónica y Fanning su vertiente más torpe, hipocondríaca y patetista. Pues, a diferencia de en casi todas sus películas precedentes, no funcionan en absoluto. Los diálogos resuenan como sonidos extrafílmicos, que tienen mayor o menor inspiración, pero que no pertenecen a la película. Solo convencen cuando se articulan como voz en off, por lo que parece, o bien la propia interpretación o bien la labor de caracterización, las probables causantes. En resumidas cuentas, la primera hora de película, ante tal tesitura, se torna fallida.

En la segunda parte, por suerte, la película empieza a adquirir rudimentos. Sus secundarios, comandados por Selena Gómez (especialmente convincente en su desdeñoso papel), Jude Law o Diego Luna reflotan con sus subtramas a unos personajes de Chalamet y Fanning que funcionan mejor por separado. Fanning asume su rol inocente y patetista de mucha mejor manera y Chalamet mejora cuando se sumerge en la crítica a la frivolidad de la élite. En ese apartado, las escenas dispuestas para ambos actores traccionan ágilmente hasta un final del cuento ajustado a lo expuesto.

En definitiva, A rainy day in New York se dispone como una película de personajes, el de Timothée y el de Elle, de los que depende el film. Lo paradójico es que funcionan, en suma, cuando se entremezclan con las subtramas de sus hilarantes personajes secundarios. El resto de cuestiones fílmicas quedan sumergidas y al servicio de estos, en una puesta en escena, por ejemplo, que no logra y hasta puede llegar a dificultar, el armazón de los personajes en su ya comentado inicio. En conclusión, una de las obras en las que menos resultan sus alter ego y que ni su estructura narrativa clásica tan apreciable, ni el trabajo en el montaje pueden solucionar.
JavierArenales
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9
11 de septiembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Roma citá aperta y Alemania, año cero, Rossellini se ha ganado el respeto, espero, de todo el universo cinéfilo. Narrar las penurias de la posguerra, de forma tan pormenorizada y real, me parece magnífico. Grabar justo en el momento que ocurren los acontecimientos (en Roma durante la ocupación alemana y en Berlín con la ciudad destrozada de la posguerra) es para quitarse el sombrero. Estos detalles paren un documento audiovisual más real que la vida misma.

En Alemania, año cero, se narra la transición de una familia que apoyaba a los nazis durante la II GM y que ahora son marginados por ello. Han caído en la inmundicia y la escasez domina su vida. Este es el tema central, que guarda una problemática más global: observar la situación desastrosa de la ciudad y los habitantes de Berlín, durante la posguerra. La historia se centra en Edmund, el hijo de 12 años. Este personaje encarna todas las circustancias que tiene que vivir una familia para sacar su vida adelante en esta época. El retrato es fabuloso, impresionante. Aborda también, todos los conflictos interiores que se forman en cada uno de los miembros de la familia, en esta situación de escasez, donde sus principios e ideales ya no son tan importantes... o no... habrá que ver la película para comprobarlo.

Magistral, recomendadísima.
JavierArenales
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