La película centra su narración en la idea de que la suerte es un factor altamente decisivo en el éxito o fracaso de la persona, ya que con el mismo talento y esfuerzo las cosas pueden decantarse a favor o en contra, marcando con ello nuestro destino.
En esta película Woody Allen se supera a sí mismo y nos muestra una vez más su genialidad, plasmando en la pantalla su filosofía de la vida cotidiana. La ambientación y actores están a muy buen nivel.

El guión de esta película y la historia que maneja apenas superan el aprobado, y en cuanto a la interpretación destacaría a Ernesto Alterio, de los demás diría que Sanjuan tienes facetas algo amaneradas y Toledo se defiende como puede con naturalidad, ya que el papel se lo permite. Las intérpretes femeninas muy ajustaditas si exceptuamos a Pilar Castro y a María Esteve.

El aspecto musical es bastante aceptable tanto por los temas como por la oportunidad al introducirlos, así como alguna de las coreografías.

La realización, sin embargo, es bastante notable por las escenas clave más escabrosas, que se resuelven con sobriedad y buen tono a pesar del desparpajo de sus lances, además de algún gag que otro, que nos divierte. Se excede cuando intenta sugerirnos explícitamente ciertas tesis sobre la sexualidad, que resultan ingenuas y poco convincentes.

Resumiendo, la película provoca alguna sonrisa por ciertas situaciones rocambolescas, entretiene y no provoca mal rollo.

Se puede ver a falta de otro cine mejor, pero sin entusiasmar.