A la película le sobra metraje: son dos horas y medio de hospitales. Los personajes son tan planos que llegan a lo caricaturesco: no hay que olvidar que Fesser ha querido hacer una sátira de la fe en Dios -al que representa mediante un personaje rídiculo-, de la Iglesia y del Opus Dei, al que sataniza.

Eso explica que se oigan risas en la sala en los momentos más dramáticos, porque a fuerza de acentuar el estereotipo llega a la caricatura.

La trama es predecible en muchas ocasiones, y la historia de la hermana entorpece la historia principal; pero aquí, de nuevo Fesser se deja llevar por su afán ideológico más que por lo que pedía el guión en sí.

Estoy de acuerdo con los críticos de San Sebastián: es una película fallida, excesivamente larga en la que se ve que Fesser todavía no sabe crear personajes.