Poco queda por decir de esta película que no se haya dicho ya por aquí. Muchas cosas me hacen sangrar los ojos y la mente al recordar lo que he visto, pero lo que más me indigna de este despropósito (y creo que aún no ha mencionado nadie) es lo poco que se cortan para aprovecharse de un lugar con tanta magia como la isla de Lanzarote.

Los paisajes y los créditos indicando de dónde viene parte de la financiación nos dejan claro desde el principio que estamos en Lanzarote (a través de letreros casuales, no porque se mencione). Se ve que se apostó por las ventajas fiscales de rodar en Canarias, lo cual es una opción, pero se aprecia como una desfachatez cuando empieza a cantar por bulerías que este guion en absoluto se escribió teniendo esta isla en mente, es obvio que fue una decisión tomada más tarde (se intuye por qué). No se aprecia el más mínimo esfuerzo en que el guion tenga cierta conexión con el entorno en que se rueda. Solo escuchamos en todo el metraje a un personaje con acento canario (y diciendo frase y media), ni siquiera la reportera de una televisión LOCAL tiene el acento. Los personajes incluso mencionan recuerdos que confirman que no son gente de fuera de la isla que acabó por instalarse allí, y cada cual tiene un acento de cualquier otra parte menos de Canarias.

Localizar una historia en un lugar con encanto puede elevar mucho el resultado y hacerlo memorable. Aquí lo que me parece digno de recordar es la falta de escrúpulos con la que se ha llegado a Lanzarote, se le ha pedido dinero y se ha utilizado su belleza natural para rodar un truño de campeonato. Lo cual también dice mucho de cómo en Canarias se le ponen las cosas más difíciles a los cineastas locales (que son quienes realmente pueden ponerles en el mapa) que a cualquier subproducto de fuera de las islas. Algún proyecto local se quedó sin subvención porque productores y jurados de ayudas decidieron que valía la pena que esta película se hiciera.

Como espectador, este churro me parece anticuadísimo en su propuesta y su sentido del humor, una película que incluso en los '90 habría dejado regusto a viejuno, su tratamiento de la temática LGTB parece hecho desde la visión de una heterosexual de hace treinta años. Técnicamente es un espanto que, trasladado a unos medios más humildes, estaría a la altura de un cortometraje amateur de los alarmantemente malos, no podría estar planificada con menos gracia. Nadie nace sabiendo, pero se puede aprender a tener la responsabilidad de intuir cuándo se está preparado/a para dar el salto al largometraje.

Y como canario, me parece una falta de respeto intentar compensar la dolorosa falta de talento que hay tras la cámara con los paisajes de una isla cuando no hay intención de retratarla, sino de aprovecharse de ella y fingir que es un lugar como cualquier otro cuando los paisajes y la arquitectura dan a entender justo lo contrario.

Le pongo un 2 porque siempre podría haber sido peor con unos paisajes más anodinos (y quizá más acordes a esa vetusta visión de los pueblos y sus toxiquísimas habladurías). Y el vestuario está decente.


PD: El personaje de Candela Peña. En 2019. Yo creía que la comedia ya había pasado página con este tipo de retratos. Por favor...

Lenta, aburrida, desaprovechada, excesivamente contemplativa... no se le saca partido a prácticamente nada de la trama ni de los personajes, es de esas películas en las que, al acabar la mayoría de las escenas, llegas a la conclusión de que no han aportado nada. Apenas hay diálogo, lo cual no es necesariamente malo, pero en este caso hace la película aún más dispersa. Además, visualmente el resultado es de lo más regulero, no queda ni un solo plano para el recuerdo, parece rodada con mucha desgana. Incluso los créditos del comienzo son de los más feos que recuerdo.

Por supuesto que esta película puede tener su público, pero yo sólo salvaría los últimos 5 minutos. Creo que se queda en tierra de nadie, y acaba por no ser ni intriga, ni drama, ni terror.

Hay momentos en los que se agradece ver una película tan sencilla, tan ligera y con tan pocas pretensiones como 'Desechos'. La mirada de David Marqués no es plato para cualquier paladar porque ciertamente se echa de menos más planificación y pericia técnica (y mucha gente no será capaz de conectar con una película con un look tan de andar por casa), pero Marqués a cambio ofrece una frescura difícil de encontrar. Algunos diálogos son menos naturales de lo que pretenden, pero en general se respira una espontaneidad que por momentos puede ser bastante graciosa. Habrá quien critique la precariedad técnica, pero también habrá quien aprecie su falta de pretensiones. Opino que el final no tiene la gracia que se espera de él, pero se le perdona, está en la tónica de la película.

En resumen: si supiste disfrutar de 'Aislados', esta película no te defraudará. Si la odiaste, huye.

Y me gustaría destacar que a Eric Francés le encuentro una gracia natural muy peculiar. Tanto en esta como en 'Aislados' me creo que el tío hable y se comporte así en la vida real. No sé hasta qué punto hace de sí mismo, pero bravo por él. La química que tiene con Adrià Collado hace que merezca la pena ver esta película y todas las que hagan juntos con Marqués al mando.

Valoro las apuestas alternativas y todo esfuerzo por aportar frescura a la comedia española, pero esta propuesta creo que se queda a medio fuelle. En general me huele a que el equipo se lo pasó muy bien (al menos directores y actores) pero no estaban poniendo toda la carne en el asador (o esta era toda la carne que había, simplemente). Hay cierto ingenio y sentido del humor, pero a medio cocer. Hay cierto mensaje y ganas de meter elementos surreales, pero sin indagar tampoco ni explotar su potencial. Hay ciertas intenciones estéticas, decorados vistosos y pericia componiendo planos estéticos, pero también hay feísmo a mansalva, presentado en esa delicada línea en que no sabes si es intencionado o no.

No le pido a esta propuesta un ritmo trepidante, unos diálogos icónicos y un despliegue visual que me deje con la boca abierta, pero siento que se han conformado con el esfuerzo justo en todos los aspectos. Hay muchas secuencias resueltas en un solo plano que no me transmiten visión de conjunto, sino vagancia a la hora de resolverlas, como si rodándolas del tirón se ahorraran tiempo de rodaje y quebraderos de cabeza en el montaje. Total, los actores lo han resuelto correctamente y los decorados están bonitos, ¿para qué esforzarse más?

Las comparaciones son odiosas, pero me pegué todo el visionado imaginando cómo habrían elevado una idea como esta gente como Quentin Dupieux, Charlie Kaufman, Edgar Wright o los hermanos Coen. Pensando en lo poco exportable que es esta película a países en los que este reparto lleno de caras populares no funcione como en España. La temática es perfectamente universal, pero creo que ese conformismo detrás de las cámaras también lo es, y el mundo está lleno de talentos capaces de hacer mucho más con esta idea, estos actores y este presupuesto. No puedo asegurar que esto sea lo que ha ocurrido en esta producción, pero me da la impresión de que se esforzaron lo justito para que las jornadas de rodaje no se alargaran, que todo el mundo cobrara dignamente sin sentirse quemado y que poco después el resultado se pudiera estrenar en Málaga, a ver si rascaba algo. ¿Es tanto pedir un poquito más de ingenio y ambición?

En 'Mulberry Street' las ratas son portadoras de algo chungo que se está propagando a los humanos. En un modesto edificio de viviendas hay un ex-boxeador cuya hija va camino de hacerle una visita, una madre soltera que trabaja en un bar y deja a su hijo adolescente en casa y un par de personajes más que importan un poco menos. Cuando la infección se propaga a lo bestia, Manhattan queda en cuarentena y se forma el caos.

'Mulberry Street' no ofrece nada que no se haya visto antes mejor representado en otras películas como '28 Días Después' o 'REC'. Además, técnicamente es muy limitada, auténtico bajo presupuesto. Recalco lo que puse como título de la crítica, quienes sean capaces de apreciar el mérito que tiene hacer una película con dos duros sabrán disfrutarla, pero quienes no sean tan comprensivos la encontrarán cutre. Aún así, hay cuestiones de fotografía y dirección que dan la impresión de haber podido estar mejor incluso teniendo en cuenta el presupuesto.

Pero bueno, a fin de cuentas, los actores se esfuerzan y el guion no está mal. La primera mitad de la película me llegó a aburrir, pero por suerte la segunda se convierte en un ejercicio de terror digno. Puede que Jim Mickle nos sorprenda en el futuro, cuando trabaje con más medios y más experiencia.